7.6Score
Final Verdict
Roosevelt nos deja el que es su trabajo más directo y entretenido. Un disco para disfrutar sin pensar en nada, y en el que la prioridad es hacer temas para saltar a la pista de baile más cercana. Además, consigue salir de su zona de confort y acertar en otros estilos como el synth-pop o el yacht-rock.
Según el propio Marius Lauber, el músico que se esconde bajo el nombre de Roosevelt, no podía parar de bailar mientras grababa las canciones de su tercer trabajo. Esto da una idea de lo que buscaba el artista alemán con estos temas, que no era otra cosa que rendir un homenaje a todos esos estilos que le han hecho saltar a la pista de baile durante años. Lo que ha provocado que también estemos ante el disco más ecléctico de su carrera. Además del más entretenido.
‘Polydans’ cuenta con varios temas de ese sonido balearic que inundaba sus primeras canciones. Un sonido que, últimamente, no nos trae demasiadas cosas interesantes, pero Lauber sabe cómo darle calidez y que no resulte aburrido. Temas como “Strangers”, que fue su cruz a la hora de grabar el disco, y estuvo con él meses, “Feels Right”, o “See You Again”, tiran hacia ese sonido que invita a verano, playa, y puestas de sol interminables. Pero esta vez, incluso, va un poco más ella. “Closer to My Heart” es un tema que podríamos meter en eso que en los 70 se llamó yacht-rock, y la verdad es que, esa elegancia que le ha dado, no le puede sentar mejor. Es una auténtica delicia.
Si hay que bailar, se baila a lo grande. Eso es lo que ha debido pensar Roosevelt a la hora de componer algunas de las canciones de este trabajo. Empezando por esa “Easy Way Out” que lo abre, donde, con ese ritmo acelerado, y esas guitarras, se mete de lleno en un dance-rock propio de los grupos neoyorquinos de la mitad de la década de los dosmil. Y en “Echoes” se viene arriba, y nos entrega un corte efusivo y lleno de magia con el que es imposible no echarse unos buenos bailes.
Dentro de este mundo más ecléctico en el que se ha metido en este disco, hay dos temas que sobresalen. El primero es “Forget”, que no es lo mejor del disco, pero sí que nos presenta a un Roosevelt más frío, y por decirlo de alguna forma, más alemán. Y todo por esos teclados más secos y distantes. Y el segundo es “Lovers”, la mejor canción del disco, y casi podríamos decir de su carrera. Aquí entra de lleno en el mundo del synth-pop, de la Human League, de OMD, o de los Pet Shop Boys. Y lo hace de la mejor forma posible, dejando que los teclados luminosos se luzcan a lo grande, y dando con uno de esos estribillos se quedan en el subconsciente de cualquiera.
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