Después de los títulos dedicados a The Beatles, David Bowie y Freddie Mercury, el sello editorial Redbook en su colección De la A a la Z, edita su primera referencia dedicada al rock de matriz anglosajona hecho por mujeres, desde una clara mirada de género. A los mandos de los textos, la periodista Anabel Vélez Vargas, y a las imágenes, la ilustradora Moixonada. Un dueto que cumple con el espíritu divulgador de la colección, con conocimiento, pasión y colores pastel. Y algunos tics. Uno de ellos es la manera machacona que insiste en el machismo y la desigualdad de oportunidades, cosa que provoca un filtro distorsionador. No por sabido e inadmisible, los logros femeninos no se van a poder ocultar. El talento casi siempre acaba volviendo y, de paso, mitiga el resentimiento acumulado. Circunstancia habitual en el negocio del disco.   

En este caso concreto, la fórmula del abecedario, tal vez, no sea la que mejor calce con la intención de explicar el rock y algún que otro afluente musical como el punk, sea por mujeres, sea por hombres. Pues queda claro que son las músicos –en su sentido inclusivo por dual, pues músicas hace referencia exclusiva a la disciplina– son quienes modelan el género en función de la creatividad, la rabia social y las ganas de contar historias, más que la necesidad de trascender. Además, se diría que los textos obedecen a la idea de captar a los lectores más jóvenes para iniciarlos en el rock y su historia femenina. Una iniciativa loable para impulsar la lectura en asuntos musicales, más allá de las pantallas. Las distintas ilustraciones y el manejo de los colores ayudan en ese propósito. 

La lista se entiende como una elección personal, ya que sorprende algunas sonoras ausencias o aparición residual como Kate Bush, Laurie Anderson, Chrissie Hynde o Bjork. Cualquier historia del rock no debería prescindir de Bonnie Raitt y su Grammy 2023, Joni Mitchell y la cantante y compositora de americana avant la letre Bobby Gentrie. Estos nombres dan sentido a las nuevas generaciones que los lejanos protagonismos del folk de Joan Baez, Tina Turner, mucho más pop que rock, o Janis Joplin, cuya aportación al rock es una foto fija de un tiempo muy concreto, pues murió muy joven. También sorprende que no conste el trío de Seattle, actualmente dúo, Sleater-Kinney. Como que tampoco esté una magnífica compositora, una de las voces más cautivadoras de NYC, como es Laura Nyro. Sin embargo, cabe aplaudir que una artista para connaisseurs como Anne Erin Clark, cuyo alias es St. Vincent, con una discografía muy personal, sea la protagonista de la cubierta del libro.A favor de la obra hay que mencionar que abre con la blueswoman Mamie Smith, pero deja de lado a Bessie Smith, apenas citada. Presta atención a la cantante de rockabilly Wanda Jackson; a la gran pionera Sister Rosetta Thorpe; a Carole King, en su faceta compositora; a Aretha Franklin –el exitazo de Lady Soul(You Make Me Feel Like) A Natural Woman”, lleva la firma de King–; a los girl groups de Motown. También destaca a roqueras, en un sentido elástico del término, como Patti Smith, Debbie Harry, Joan Jett y The Runaways; las Girlschool, el movimiento Riot Grrrls; Kim Gordon, Liz Phair, Lucinda Williams, un pilar incontestable de la americana; la singular P.J. Harvey o las Savages. Ahora, queda que los jóvenes lectores se animen a descubrir el esfuerzo y el trabajo de estas intérpretes y compositoras seleccionadas y escuchen sus canciones… en formatos analógicos, que les ofrecerán el contexto social y musical que las playlists desdeñan.