Recuerdo perfectamente cuando compré en Portobello (la tienda de La Coruña que todavía hoy sigue abierta con Jaime al pie del cañón) Our Favourite Shop, de The Style Council, aquel vinilo con carpeta doble con el que comencé mi colección del grupo. Después llegaron The Jam, en un salto hacia atrás, como también hice con Bowie, y algo más tarde los discos ya en solitario de Paul Weller. Es imposible no engancharse a la estética de Weller y a su música, ya sean medios tiempos como Wild Wood, o explosiones de alegría (aunque las letras traten de lo que sea) como Shout to the Top, Walls Come Tumblig Down o Town Called Malice.
El pasado viernes actuaba en Madrid, con 59 años ya cumplidos, para presentar su último trabajo, A Kind Of Revolution. No puedo ocultar que fui al concierto con miedo, porque lo recordaba de un concierto hace diez años en el Filmore de San Francisco en el que me había aburrido, porque muchos amigos me habían dicho lo mismo de su experiencia en otros conciertos de Weller, y porque sus últimos discos no me acaban de enganchar (quizá desde 2008).
La sala La Riviera se llenó, en su mayoría de cuarentones y cincuentones como yo, para ver al “modfather” (acompañado de su ya tradicional banda, que incluye a Steve Cradock, de Ocean Colour Scene). Comenzó el concierto con tres temas de sus nuevos trabajos (momento en el que estuve haciendo las fotos que acompañan esta crónica), pero a la cuarta canción ya sonó un clásico de The Style Council, My Ever Changing Moods, seguido de Have You Ever Had It Blue? Todo hacía presagiar un “grandes éxitos”, salpicado con temas de los últimos discos, y así fue. Después de algún medio tiempo como Long Long Road, de su último disco, Up In Suzes’ Room, de Heavy Soul, o Saturns Pattern, el público se emocionó por primera vez con un Shout To The Top que sonó a gloria (de todos modos, algunos de los temas clásicos sonaron algo decelerados y con arreglos para, quizá, adaptarse un poco a sus actuales capacidades vocales).
Con un sonido muy bueno (para lo que es La Riviera) y una presencia fantástica en el escenario (sigue estando en plena forma en todos los sentidos), el público disfrutó de temazos como Into Tomorrow, From The Floordboards Up, Above The Clouds, You Do Something To Me, Woo Sé Mama (de lo más interesante de su último trabajo), o Peacock Suit, con Weller alternando entre el piano y la guitarra. Cold Moments fue la canción elegida para cerrar la primera parte del concierto, que se alargaría hasta las dos horas con los bises. Estos comenzaron con The City Streets, una balada que se hizo eterna, y continuaron con Broken Stones y el clásico de The Jam Start!, que hizo que el público se pusiera a dar botes en las primeras filas. Tras esta canción, presentó a la banda y tocó una desfigurada Come On / Let’s Go con la que parecía que iba a finalizar el show.
Ya casi a las once de la noche, Paul Weller y su banda volvieron a salir al escenario de una sala Riviera entregada para rematar con The Changingman y la maravillosa Town Called Malice, que fue el cierre perfecto para una noche que me hizo reconciliarme con el mejor Weller.
Fotos: Adolfo Añino
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