Volvemos con nuestros amigos de la editorial Malpaso de la mano de otro volumen reivindicativo, tras el más que recomendable Desorden Púbico. Una plegaria punk por la libertad. Pero si en aquella ocasión hablábamos de la lucha por la libertad de expresión, en este No pasarán. Contra la economía caníbal, lo hacemos del que quizá sea, como diría el gran Paul Heaton, la raíz de todo el mal: el dinero. La economía, inmejorablemente definida en el título del libro con un solo adjetivo: caníbal.
Su autor, Édouard Martin –quizá os suene, fue entrevistado por Jordi Évole en Salvados–, es un veterano sindicalista francés de origen granadino, quien, siguiendo los pasos de su padre, se convirtió en la voz del sindicalismo más beligerante, sin pelos en la lengua, enfrentándose a la dirección de la multinacional que compró la acería Arcelor donde trabajaba, y a sus esbirros del Eliseo, para evitar el cierre y la pérdida de miles de puestos de trabajo.
Apenas 100 páginas más un prólogo que comentamos posteriormente –lo merece–, el librito de Martin se abre con el relato de su dura infancia en el pueblecito de Padul, luego en Jerez de la Frontera, al que seguirá su traslado, con apenas siete años, a Amnéville, donde su padre había encontrado empleo. Fragmento algo deslavazado y no demasiado sorprendente –afortunadamente la historia de la inmigración española de los 60 ha sido explicada ya con mucha más brillantez–, sí sirve para situar al lector en la trayectoria personal del autor, quién acabó entrando a los dieciocho años en los Altos Hornos de Florange.
Pero el verdadero interés del libro arranca a partir del capítulo sexto. Martin pasa a ser sindicalista, primero delegado de personal de la CFDT en 1989, posteriormente su secretario general, a partir de 1997, luego secretario nacional de la Federación Metalúrgica en París, y de nuevo en Florange, como representante en el comité de empresa europeo. Para entonces, su empresa también había cambiado de nombre varias veces. De SOLLAC a Usinor, primer grupo siderúrgico francés, nacionalizado, luego privatizado y finalmente, en 2002, parte de un conglomerado europeo con España y Luxemburgo de nombre Arcelor. El signo de los tiempos, dirán algunos. Otros lo llamamos la alfombra roja extendida para que se alimenten los buitres carroñeros.
En este caso el ave de rapiña se avistará en 2006 y responde al nombre de Lakshmi Mittal. Martin no pierde ni un segundo en desacreditar al empresario-indio-vía-élite-londinense, quien por su parte tampoco tarda demasiado en “quitarse la careta” y enseñar que su estrategia consiste en maximizar beneficios, reducir costes y ser más competitivos: es decir, echar a un montón de gente a la calle –1.800–. No dejen de leer el capítulo noveno. Que canción tan familiar les va a resultar.
Entramos entonces en la lucha para defender los puestos de trabajo y, ¿adivinan quiénes salen todavía peor parados que el vil capitoste de la multinacional? Bingo, los políticos, en este caso, Nicolas Sarkozy y François Hollande, títeres en manos del dinero, peleles del capitalismo depredador, servidores parasitarios de un sistema que no tiene reparos en engullir vidas para seguir rodando. Martin y los suyos plantan cara con audacia y valor, aunque uno no puede dejar de observar que en el fondo No pasarán es la crónica de una derrota. O quizá sea demasiado pesimista. Quizá el hecho de alzar la voz, airadamente, sea el primer paso, indispensable, para la victoria. Lo dejo a vuestra elección…
Una incógnita y un borrón para acabar. La pregunta la dicta la actualidad. Y es que Édouard Martin ha sido el candidato del Partido Socialista francés en las recientes elecciones del Parlamento Europeo, donde Hollande ha recibido un varapalo morrocotudo –permitiendo además el ascenso del terrorífico Frente Nacional de Le Pen–. ¿Traición o paso para refundar el socialismo desde dentro? Veremos. Y el borrón viene en el prólogo, firmado por el longevo profesional de la política Alfonso Guerra. Cualquier miembro del PPSOE, en mi opinión, no puede ser el adalid de los derechos de los trabajadores, o el defensor de una alternativa económica al capitalismo caníbal que impera a sus anchas. Eso, con la que nos está cayendo, suena a recochineo. Exceptuando esa mancha, No pasarán es una muy vindicable lectura.
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