Cuando escuchamos por primera vez ‘Esa música’, avance de “La Deriva Sentimental”, nos encontramos con una maravilla que anticipaba otro disco más en la carrera de Parade: mismo sentimiento de encontrarse con un viejo amigo, que te cuenta cosas que ni sabías que querías que te contasen pero, que una vez contadas, no puedes ya vivir sin ellas. Y el hecho es que Antonio Galvañ regresaba después de más de tres años al formato largo, con el single ‘1987‘ entre medias.
No fue hasta que salió el segundo single cuando vimos que el disco no iba a ser lo que esperábamos. Teresa Iturrioz tomaba la voz de `Letras, canciones, literatura´, lo que nos pilló con el paso cambiado. Una vez escuchado el disco en su totalidad, podemos decir que el cambio desde “Demasiado Humano” a “La Deriva Sentimental” es bastante evidente: el disco de 2016 era bastante homogéneo en cuanto a sonido mientras que el neonato musical es ecléctico, quizás debido a sus características propias.
No es la primera vez que encontramos en un disco de Parade propuestas que salen del mero álbum (en su acepción primigenia de recopilatorio-de-canciones-guardadas-en-una-caja-no-teniendo-nada-que-ver-unas-con-las-otras) ya que en “La Fortaleza De La Soledad” (2009) estaba Rainbows Avenue, historia trágica intercalada entre el resto de los temas, cuya narrativa se desarrollaba a lo largo del disco.
En el caso de “La Deriva Sentimental”, la propuesta consiste en hacer un disco a lo Stephin Merritt en The 6ths o Nick Krgovich en el “Maintenant” de Gigi, modelo en el que el elemento diferenciador es que cada canción la canta alguien diferente, escogiendo a artistas relativamente conocidos a nivel musical.
Si seguimos esta hipótesis de base, once de las doce canciones de “La Deriva Sentimental” son cantadas por otros artistas, siendo el single de presentación “Esa música” la única canción cantada por Galvañ en su totalidad.
Lo que diferencia y enriquece este disco de Parade es que los cantantes escogidos son gente con una relación concreta con el murciano. O bien son artistas con los que ha trabajado anteriormente (Single, Kiki d´Aki, Las Kasettes), o con los que compartió o comparte sello (Charlie Mysterio en Spicnic o Doble Pletina y Jaime Cristóbal en Jabalina). Otras son artistas de su zona de nacimiento en el levante español (desde las murcianas Lidia Damunt y Alondra Bentley a los valencianos Alberto Montero y Paco Tamarit) y otros son cantantes que en algún momento ha versionado (aprovecho para pedir grabación de “Profesora de Primaria” de Espanto, escuchada en un Nocturama de hace más de una década). Todo esto hace la identidad del disco surja de forma natural y que no se vea forzada en ningún caso, por lo que que salga bajo el nombre de Parade no resulta extraño, lo que lo diferencia de los casos de Gigi o The 6ths, donde los responsables decidieron crear proyectos separados a sus grupos principales.
En cuanto a las canciones, se puede decir que trabajan por parejas, o al menos eso parece en la mayor parte del disco, cubriendo diferentes facetas de lo que hasta ahora eran las filias de Galvañ, esos temas que se repiten de lanzamiento a lanzamiento.
- La imposibilidad de querer a pesar de ser querido (`Letras, canciones, literatura´) y ese retrotraerse al momento en el cual algo pasó, a través de esas canciones que uno tiene guardadas en la memoria (`Esa música´), que lo mismo no son las mejores (como bien indicó en su petición a los fans para hacer el vídeo) pero que, cual magdalenazo proustiano sonoro, nos llevan a momentos felices. El recurso a la lluvia, que no cala en la primera y que hincha la madera en la segunda, hace de punto de unión entre la alexitimia de la primera y la inmersión en los sentimientos, recuerdos y momentos vividos de la segunda.
- Las canciones del sonido ( `Ruido de motor´ y `Por un sol si do re fa´) donde tanto las turbinas de un avión como el zumbido de las abejas son tremendamente inspiradores, siendo incluso más tranquilizadores los ruidos industriales (“el gran placer de mi vida”) que los naturales (“el dolor que necesito”), que resultan más molestos.
- La pareja (`Camino´ y `Contigo en un incendio´), no teniendo que ser esta forzosamente sentimental: ese `contigo´ lírico en ambas canciones las une, siendo cada una la cara y cruz de una relación. Una, la cantada por Kiki D’Aki, es la alegre, con el reconocimiento al otro como alguien que nos engrandece y otra, interpretada por Alberto Montero, es la destructiva e imposible de impedir. A esta pareja de canciones se le puede sumar `Yo me enteré´, donde se incide en una traición de la que uno acaba enterándose.
- Las fábulas y cuentos: en este caso `Yoli Pendenciera´y `Manzanas para dos´ con el preámbulo de `Josephine´, versión de Magnetic Fields totalmente fiel a la letra original. En estas canciones, Galvañ recurre a personajes históricos idealizados en entornos románticos, historias post-apocalípticas a lo Mad Max y cuentos donde los monstruos no dan miedo sino que son motivo de diversión, como personajes de Foster´s Home for Imaginary Friends o Casper.
- Las inseguridades enmascaradas en metáforas: en `Películas´ hay un deseo de que todo funcione y sea como una película en la que todo es ideal, acaba bien y con un montaje perfecto y donde cada cosa está en su sitio. En `Cayendo hacia el sol´, donde hace uso de ese recurso utilizado en varias ocasiones a lo largo de la discografía de Parade, el viaje espacial, se ve el derrumbe de esa fantasía cinematográfica: ese “tú” central que aparece en ambas acaba en caída libre entre los escombros de la última canción.
Cabe destacar que todas estas canciones podrían estar incluidas en cualquier disco de los artistas participantes, quedando por saber si la elección de los cantantes fue previa a la asignación de las canciones o fue al revés. Los temas son perfectas intersecciones, bien musicales, líricas o ambas, con el imaginario y carrera de los músicos.
En definitiva, “La Deriva Sentimental” acaba siendo, a pesar de las otras voces que se hacen dueñas de las canciones, uno de los trabajos más cohesivos de la carrera de Parade, envuelto como siempre en una portada evocadora de su contenido, en este caso de Federico Granell. Se ha dicho muchas veces pero Antonio Galvañ sigue siendo esa injusticia dentro del pop español: maravilloso compositor y letrista pero desconocido para el gran público.
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