8.0
Score

Final Verdict

Pálida Tez debutan con un EP en el que las guitarras sucias y noventeras se alían con una faceta más pop. Y, con está fórmula, consiguen dar con cinco canciones estupendas. Una banda a la que seguir la pista.

Resulta curiosa la conexión que tiene Albacete con el indie-rock y el noise-pop norteamericanos. La ciudad manchega vio a nacer a los Surfin’ Bichos, y a partir de ahí, se creo una escena que, si es cierto, que prácticamente estaba formada por satélites de la propia banda. Ya sabéis, Chucho, Mercromina o Burrito Panza. Pero parece que ese poso se ha quedado en la ciudad y ha llegado a las nuevas generaciones. La prueba más reciente la tenemos en Pálida Tez, una banda que se formó en 2020, cuando algunos de sus miembros no habían ni cumplido la mayoría de edad. Pero, a pesar de su juventud, ya tenían muy claro que, lo suyo, es pop indie de guitarras afiladas que tantos adeptos tenía en los 90.

Viaje a la habitación del fondo de la casa’ es su primer EP. Un trabajo producido por por la propia banda y José Manuel Mora (Surfin BichosMercrominaBurrito Panza), y masterizado por Carlos Hernández, que nos lleva tres y cuatro décadas atrás. Incluso en lo que a sus letras se refiere, que tienen mucho de ansiedad postadolescente que marcó una década tan gris como fue los noventa. Ahí tenemos “Desaparecer”, una canción en la que aparece su faceta más pop y que suena casi alegre, un poco The Lemonheads, se podría decir. Sin embargo, su letra, tiene poco de alegre. Una fórmula que también siguen en la escapista, y estupenda, “Haití”. O en ese hit llamado “Medio vivo, medio muerto”, donde las guitarras se endurecen un poco más y se pasan al lado más noise del asunto.

En la nota de prensa de este EP de Pálida Tez también se mencionan artistas actuales como Horsegirl y Snail Mail. Y sí es cierto que aquí se puede ver algo de eso. Aunque es verdad que esos artistas también tiran de los noventa. Pero, al igual que Pálida Tez, le dan un toque actual a esa influencia. Ahí tenemos “Arquitecta de mi propia tristeza”, una canción llena de guitarras sucias que sorprende por su contundente sección rítmica. Bueno, y por cómo le dan un aire pop a una cosa tan potente. O esa “Mi estación favorita”, que cierran el álbum fusionando su faceta más ensoñadora con unas guitarras que son puro shoegaze. Y es que, en cinco canciones, y en poco más de quince minutos, dejan ver que son capaces de llevar a buen puerto unas cuantas facetas diferentes de eso que llamamos indie-rock.