Como ocurre en el sector editorial, en la industria musical se publican muchísimos álbumes y solo unos pocos nombres salen a la luz, opacando así el talento que se esconde en muchos otros proyectos, de naturaleza diversa. La belleza, la extravagancia, la experimentación y la sorpresa, desde el debut a la madurez, están presentes en esta selección internacional de blues, folklore latino, jazz, contemporánea y rock and roll.

Charlie Watts «Anthology», (Promotone B.V./ BMG)
Charlie Watts falleció el 24 de agosto de 2021 a la edad de 80 años. El batería de los Rolling Stones siempre tuvo una pasión musical fuera del rock and roll, y era el jazz. Este doble álbum es un catálogo que empezó en 1986, e incluye múltiples grabaciones, que en su versión CD incorpora tres temas más. El jazz se sirve en formaciones muy diversas, desde combos a orquestas. Es un lujo escucharlas en vivo a partir de las grabaciones de estudio, extraídas de “From One Charlie” (1991), “A Tribute to Charlie Parker with Strings” (1992), “Warm and Tender” (1993), “Long Ago and Far Away” (1996) y “Charlie Watts – Jim Keltner Project” (2000). Charlie Watts no ejerce de líder. Ejerce de divulgador de una música extraordinaria, que gana pulsión rítmica, gracias a un sonido espectacular.

Acantha Lang «Beautiful Dreams», (Magnolia Blue Records)
Un magnífico álbum de debut de una cantante surgida de Louisiana que alcanza el éxito desde Londres. Lang se ha convertido rápidamente en uno de los secretos mejor guardados de la música soul moderna. En lo musical, la compositora está firmemente asentada en el soul y el blues, empapados de sudor y gumbo que históricamente asoman de NOLA y Memphis. En la lírica, Lang está interesada en musicar viñetas de alguien como ella, que entiende que el amor y la pérdida son caras de la misma moneda. Canciones como “Come Back Home”, “Whatever Happened to Our Love”, “Eventually” o “He Said / She Said”. Coros, vientos, teclados, riffs, funky, groove y mucho soul así lo corroboran.

Sylvie Courvoisier & Cory Smythe «The Rite of Spring / Spectre d’un songe», (Pyroclastic Records)
Esta colaboración entre los pianistas Sylvie Courvoisier y Cory Smythe es tanto un diálogo como un viaje musical, que inspecciona desde la admiración y la improvisación para sumergirse en una obra de 1913, de la importancia de “La consagración de la primavera”, de Igor Stravinsky. La respuesta contemporánea de Courvoisier a esa obra, titulada “Spectre d’un songe” es más que notable, articulada de forma brillante, con una reinvención de alta calidad. El talento y creatividad de ambas intérpretes invitan a la improvisación sin fronteras. Un álbum que, sin pasar por el jazz, se dirige tanto a los aficionados de las músicas avanzadas, como a los seguidores de la música contemporánea.

Dr. John «The Montreux Years», (Montreux Jazz Forever/BMG)
Nacido como Malcolm John Rebennack Jr., este embajador de la música de New Orleans sorprende al mundo con su álbum de debut, “Gris-Gris”, en 1968. Dr. John, que falleció en 2019, a los 77 años, era un asiduo del festival de Montreux (Suiza). El álbum es una selecta compilación de directos de Dr. John, tanto solo como al frente de una variedad de conjuntos, entre 1986 hasta 2012. El disco tiene dos cortes destacados. En “Going Back to New Orleans”, en que el músico lidera una big band, con pulsión latina. Y en “Big Chief”, la participación del músico y cantante Trombone Shorty subraya el timbre rítmico, que ya viene realzado por la pericia del trío Lower 911.Como pianista, guitarrista, compositor y cantante, Dr. John ha macerado y moldeado jazz, blues, funk, boogie-woogie, rock and roll y más, como nadie ha hecho en NOLA.

Samantha Fish and Jesse Dayton «Death Wish Blues«, (Rounder Records)
En la música se dan asociaciones extrañas. «Death Wish Blues” es un caso. Pero el resultado final indica lo contrario. El rock-blues de Samantha Fish y el intérprete de americana, con pinta de forajido, abandonan sus hábitats naturales y se van de excursión proteica hasta el norteño Woodstock. Como su título indica, el dúo comienza con una base de blues, pero se expande hacia una síntesis de hard rock, funk y soul. Lo pertinente es la valentía y la agresividad de Fish y el sentimiento de la voz de Dayton y su guitarra ardiente. Jon Spencer, con su combinación de punk, blues y surf, más algún rastro estético de rock de garaje, ejerce de productor. “Trauma”, “Flooded Love”, “Riders” y “Lover on the Side” hablan de la visceralidad de la propuesta.

Natalia Lafourcade «De todas las flores», (Sony)
Tras veinte años de carrera, Lafourcade, todo un referente en América Latina, ha evolucionado del pop al folklore de su país de una manera natural. Después de siete años, a finales de 2022, la cantante lanzaba un disco con temas originales, que ha crecido con el tiempo. La de Veracruz lleva meses de gira. El concierto de julio pasado, en Barcelona, es de los que no se borran de la piel, pues “De todas las flores” supone muchas cosas. Una explicación plausible hablaría de unos fotogramas musicales como si de una reverberación emocional se tratase, que contempla los enigmas de la vida, tanto en la letra, como en la música. En el corazón del álbum, como en el concierto citado, la escucha de esas canciones resulta conmovedora. La polirrítmia escarcha la belleza con instrumentos acústicos y voces aparentemente simples, mecidos en pujantes arreglos orquestales. El poético resultado puede ser una yuxtaposición de resiliencia y vulnerabilidad. Como la vida y la muerte.

Arturo O‘Farrill «Legacies», (Blue Note)
Las artes escénicas son lugares inhóspitos para los apellidos. El pianista, compositor, arreglista y director de orquesta Arturo O’Farrill es hijo de Chico O’Farrill, una leyenda del jazz cubano. En esta, como en anteriores grabaciones, el músico, radicado de NYC, no teme ante la gloria paterna. “Legacies” muestra su capacidad de interpretación en piezas que combinan las formaciones de solo y trío, acompañado por su hijo, el batería Zack O’Farrill y la contrabajista Liany Matero. El polifacético Arturo O’Farrill se pasea tocando solos de swing y post-bop con una habilidad deslumbrante, en “Darn That Dream”. Igual pasa liderando el trío, en “Un Poco Loco”, pieza que mezcla los lenguajes del bebop y la música afrocubana. “Legacies” es una de las cimas de un músico intuitivo, técnico y exigente, que tiene la habilidad de saber improvisar y sonar como los elegidos.

The Budos Band «Frontier’s Edge», (Diamond West Records)
El sonido de la banda de Brooklyn no es muy diferente al álbum de debut, de título homónimo, de 2005. Fue una primera explosión de influencia retrofuturista. En este EP de seis temas, el grupo se gusta en su refriega de síncopas. “Frontier’s Edge” marca la diferencia entre el clásico blaxploitation de los 70 –subgénero que resucita cada tanto–, la psicodelia de los 60, los sones latinos y los ritmos ondulantes del afrobeat y el ethio-jazz. Una coctelera que puede resultar indigesta, pero no para la formación neoyorquina, conocida por una potente y jugosa brass section y otra más de percusionistas, que le da cohesión a ese sonido rock tan propio. Después de seis álbumes y dos EP en Daptone Records reformulando la ecuación soul-funk, en 2023, The Budos Band ajusta su pátina rock y sigue haciendo su camino creando su propio sello.

Lucinda Williams «Stories from a Rock n Roll Heart», (Highway 20/Thirty Tigers)
Una de las cualidades de Williams es que no deja indiferente. En su caso, lo regular es lo mejor en otros, y lo excelente en ella, apenas es inalcanzable para muchos otros. Se ha debatido toda la vida, entre el demasiado country para el rock, y el demasiado rock para el country. En este álbum, hay algo de eso. Lo cierto es que surgen canciones que funcionan francamente bien, como “Stolen Moments”, “This Is Not My Town”y “Last Call for the Truth” que forman parte de la bitácora emocional de heridas, magulladuras y otros baches emotivos en las carreteras secundarias de la soledad y los amores anónimos. Puede que este no sea un gran disco, pero Lucinda Williams deja nota que la capacidad para crear un nuevo gran álbum sigue estando ahí.

Taj Mahal «Savoy», (Stony Plain)
Henry St. Claire Fredericks nació en NYC en 1942. Es un personaje vital para entender la americana y la world music, por sus raíces caribeñas, como el cancionero norteamericano. Los aficionados lo conocen mejor como Taj Mahal. Con este álbum va más lejos todavía. Canta e interpreta melodías de Duke Ellington, Louis Jordan, George Gershwin y Louis Armstrong, entre otros grandes. No es cabaret, no es swing, no es jazz, no es blues. Es todo eso y más, a la vez. Taj Mahal es un tótem releyendo la vida musical de Harlem, en el Savoy, el mejor salón de baile del mundo, como reza la carátula. El club donde se conocieron sus padres. “Summertime”, “Mood Indigo”, “Sweet Georgia Brown”, “Killer Joe” y “One for My Baby (And One More for the Road)” son cimas de la música popular, que el músico interpreta con mimo, clase y sentimiento, reforzando así la vigencia de un catálogo imperecedero.
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