Neo-Sounds, la excelsa colección musical de Neo Person, regresa en este 2022 con Nöthin’ but a good time, de Tom Beajour y Richard Bienstock, otra obra que se antoja definitiva para cualquier lector melómano. No obstante, siendo honestos, el libro también es un reto. Ya que, como reza su diáfano subtítulo, trata de La historia sin censura de la explosión hard rock de los 80. Lo que equivale a decir glam o hair metal, uno de los géneros más «sospechosos» —¿he oído infames?— que jamás hayan amenazado nuestros oídos… Antes de que llegase el reguetón, trap y otras lindezas autotuneadas, claro. En fin, acondicionad vuestras melenas. Hay mucho que headbangear

Antes de entrar en materia, hablemos brevemente de sus autores. Tom Beajour es productor musicalNada Surf, Guided By Voices o Juliana Hatfield, entre otros—, fue editor jefe de las revistas Revolver y Guitar Aficionado, y actor secundario en la serie Orange is the New Black. Por su parte, Richard Bienstock fue editor sénior de la revista Guitar World y editor ejecutivo de la mencionada Guitar Aficionado. Sus escritos han aparecido en publicaciones como el New York Times, el Wall Street Journal, Rolling Stone, Billboard, Spin. Es autor y coautor de varios libros —Nirvana, Aerosmith, Rush—. Vamos, pedigrí rockero indiscutible. Id sacando los mecheros…

Bromas aparte, habría que saludar la aparición de Nöthin’ but a good time simplemente por permitirnos adentrarnos en un periodo musical sin apenas bibliografía en nuestro país. Pero es que, además, el libro deviene una sucesión de aciertos y hallazgos felices. Para empezar, resulta una revisión pormenorizada de esa década —más sonora caída e inesperado renacimiento noventero— de excesos, caos y baladas hiperglucémicas a la que la ya habitual estructura de relato coral le encaja como un guante. El despiporre, explicado por un sinfín de sus protagonistas, resultado de más de doscientas entrevistas a músicos, productores, ingenieros, ejecutivos discográficos, estilistas, fotógrafos, groupies

Por Nöthin’ but a good time desfilan miembros de Van Halen, Mötley Crüe, Poison, Guns N’ Roses —madre mía Axl, que pelmazo eres—, Skid Row, Bon Jovi, Ratt, Twisted Sister, Winger, Warrant, Cinderella, Quiet Riot, Ozzy y Sharon Osbourne, Lita Ford… La lista es inmensa, y lo importante, cubre todos los flancos. De hecho, el gran mérito de sus autores es la sabia distribución del ingente material recogido para vertebrar la obra de forma especialmente coherente, dotando de un orden muy necesario para quienes no tenemos un conocimiento mucho mayor que el de los grandes y éxitos —Rock FM y recopilatorios con «épicos» títulos EN PIEDRA, ideales para la carretera—. Eso sí, lo de Extreme será por siempre imperdonable.  

Así, Beajour y Bienstock nos hablan de las diversas etapas y subescenas. De orígenes nada halagüeños, puro working-class, con grabaciones y conciertos autofinanciados y mucho de kamikaze. Éticas y estéticas exageradísimas. De bombazos inesperados, estadios repletos, permanentemente libidinosa actitud y éxitos superventas. De la instauración de casi un modo de producción fabril, un molde genuinamente hair metal. O de giras más dementes que el cerebro de Macarena Olona. Del crucial papel del videoclip y la MTV. Del machismo rampante y caduco. Y de como Nirvana se los «llevó por delante» —en realidad la decadencia venía de antes de la explosión grunge—. Los elementos de interés de Nöthin’ but a good time son legión. 

Hay más. En sintonía con el estupendo Fargo Rock City de Chuck Klosterman, a través de este relato de relatos, Nöthin’ but a good time transmite a la perfección el espíritu de aquellos tiempos. Atolondrados, macarras, sin duda etílicos y salidos. A la vez divertidos, cándidos, casi naíf. Una ingenuidad que suena a verdad en cada comentario, incluso cuando quieren defenderse —les sale regular— de lo soez de sus letras, poses y comportamientos «macho-rock». Refleja, sin filtros, lo importante que fue esa música para toda una generación. La comunión entre bandas y fans —ese debe ser el verdadero «poder del metal»—, buscando tan solo pasarlo en grande. Beavis y Butt-Head, o los análisis y juicios de valor revisionistas llegaron a posteriori… 

Y es que en esta era en la que parece que haya que «molar todo el rato», Nöthin’ but a good time no es solo una crónica del hard rock en la época de las hombreras. También contrapone una manera de sentir la música de una forma más activa y felizmente bullanguera, menos cínica, pretenciosa y artificial que la actual. Y lo hace en un tono ligero, entretenidísimo, con sentido del humor —bien reflejado por la infalible Ainhoa Segura Alcalde—. Celebrando glorias y asumiendo miserias. Reconociendo tanto lo volátil y, seamos sinceros, oportunista —esos grupos fotocopiándose sin rubor— de la escena, como la incomprensión e insidia recibida. Y, por encima de todo, la contagiosa euforia de aquellos años salvajes. ¡Cuernos al aire y rock and roll!