El negocio del jazz sigue viviendo de sus tótems y uno de ellos es John Coltrane (1926 –1967), también conocido como «Trane». Murió joven y de manera repentina. Dejó infinidad de grabaciones, muchas aparecidas después de su muerte, incluso en los últimos años se han encontrado sesiones inéditas, como la que lo reunió con el pianista Thelonious Monk, registrada el 29 de noviembre de 1957, en Thelonious Monk Quartet & John Coltrane at Carnegie Hall (2005), de quien el saxofonista celebra en este librito la faceta compositiva del autor de «Crepuscule with Nellie». Otro distintivo del músico que recoge My Favorite Things. Conversaciones con John Coltrane es su ferviente creencia en el trabajo constante, cosa que, en vista de la obra del singular intérprete, ha motivado a otros músicos a experimentar, arriesgarse y dedicarse al oficio de la música con tesón.
El pequeño volumen contiene tres entrevistas con el saxofonista en tres momentos distintos (1962, 1963, 1965), sea en París, sea durante el Festival de Jazz de Antibes, en la Costa Azul, mudado a Jazz à Juan, realizadas por el periodista Michel Delorme para las revistas Jazz Hot y Les Cahiers du Jazz. Y a manera de epílogo, una carta de respuesta del jazzman al editor de la revista decana del jazz, Down Beat, Don DeMichael, en agradecimiento al regalo de este del libro Music and Imagination, del compositor contemporáneo Aaron Copland, un puntal de la identidad musical norteamericana. A Coltrane se le achaca sus escasas declaraciones, circunstancia que también se explica en este opúsculo. Otros testimonios de viva voz del músico, aquí.
En su paso por el quinteto de Miles Davis, el saxofonista participó en una grabación única, Kind of Blue (1959), y fortaleció el jazz modal. Luego, Coltrane volvió al american songbook, imaginario donde encontró una pieza, «My Favorite Things», 1959, de Rodgers y Hammerstein. La versión de trece minutos que realizó Trane da título al álbum My Favorite Things, (Atlantic, 1961). El vinilo también incluye una elaborada recreación de «Summertime», de los hermanos Gershwin. El álbum se convirtió en una piedra angular del género, fijando así uno de los mejores cuartetos que ha conocido el jazz: John Coltrane; saxo tenor y soprano; McCoy Tyner, piano; Jim Garrison, contrabajo, y Elvin Jones, batería.
Posteriores versiones que hizo el saxofonista de esa pieza, primero desconcertaron a la audiencia. No era la primera vez que el jazzman topaba con el público. Junto a Davis ya había pasado. Sensación que revivió en suelo francés, conflicto el cual rememora Delorme en el tercer encuentro, «No puedo llegar más lejos», cuando el músico presentó la que a la postre sería su obra magna, A Love Supreme (1965) a modo de suite. Por ser «cultural, histórica y estéticamente significativa» consta desde 2015 en el Recording Registry National de la Library of Congress. Un referente del hardcore adora ese álbum.
Su abuelo fue predicador y su padre, sastre y aficionado a la música. Sus enseñanzas calaron en Trane, que forjó su vida profesional en favor de una música experimental desde la búsqueda espiritual. En un extenso alegato, John Coltrane expresa que «los auténticos poderes de la música son todavía desconocidos. Poder dominarlos debe ser, creo, la ambición de todos los músicos». En apenas diez años como líder dejó un sinfín de discos, algunos históricos. Su magia se desvaneció en julio de 1967 en un hospital de NYC, mientras, en la Costa Oeste, una parte de California celebraba el verano de la paz. Tenía 40 años.
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