Morrissey sabe que puede hacer y decir lo que le da la gana, sus seguidores van a estar ahí para apoyarle. Pero hay todo un mundo fuera de sus fans, y ahí es donde no caben sus declaraciones polémicas –no podemos separarlas de su música, ya que él es el primero que las utiliza en sus canciones-, y sus nuevos discos. Desde hace más de una década, el de Manchester vive acomodado en un rock pomposo, en el que el riesgo brilla por su ausencia. Y parece que no va a salir de ahí, porque este “Low In High School” es más de lo mismo, y ni el fracaso comercial de su anterior trabajo, le ha hecho esforzase un poco más.

A pesar de contar con tres facetas muy diferenciadas entre sí, el undécimo trabajo de Morrissey es un disco de lo más vago. Es como si el divo ingles hubiera pisado el acelerador y hubiera dicho, venga, voy a hacer cuatro canciones de rock espeso y pomposo, unas pocas baladas, y algún que otro experimento. Pero, a pesar de esa variedad, no hay ninguna canción que merezca la pena recodar. Y, sin embargo, tampoco hay muchas que se pueden considerar un espanto. Lo que resulta curioso, es que sea tan políticamente correcto en sus letras y sus declaraciones, y que luego sus canciones suenen tan convencionales.

My Love, I’d Do Anything for You’, la canción que abre el álbum, es el típico corte con el que Morrissey intenta apabullar, pero, a pesar de que cuenta con una instrumentación potente, de la que sobresalen unas trompetas, solo consigue aburrir. Más que nada, porque esta canción la ha hecho una decena de veces. Está mucho más acertado en ‘I Wish You Loney’ y ‘Jacky’s Only Happy When She’s Up on the Stage’. Sobre todo en esta última, donde aprovecha para contarnos la historia de una actriz que no consigue su sueño. Por lo menos le pone un poco más de ánimo y rabia, que es lo que le falta a buena parte del disco. Solo hay que escuchar el que fue el primer adelanto del disco, esa ‘Spent the Day in Bed’ en la que consigue transmitir al oyente la pereza que refleja en su letra. Debe de ser uno de los peores singles de su carrera.

Una cosa que hay que reconocerle al Morrissey de 2017, es que, cuando se pone dramático y grandilocuente, canta como nadie. Ahí está la bonita ‘Home Is a Question Mark’, o esa balada al piano llamada ‘In Your Lap’. Incluso en la guerrera ‘Israel’, en la que da una reprimenda a los que critican al país de Oriente Medio, y casi narra la canción, da una buena muestra de la calidad de su voz.

El momento experimentos está compuesto por ‘The Girl from Tel-Aviv Who Wouldn’t Kneel’ y ‘When You Open Your Legs’. La primera es una especie de Chachachá en el que narra la historia de una mujer asesinada en el Holocausto. Suponemos que, tratando el tema que trata, ha querido darle un toque melancólico y triste explorando este tipo de música, y no ha sido una mala idea. Por el contrario, la segunda, funciona en su estribillo, pero no en la instrumentación, donde las castañuelas y las trompetas sobran. Afortunadamente, tras ella, llega ‘Who Will Protect Us From the Police?’, uno de esos temas combativos que sí funcionan. Su pátina electrónica, sus crudas guitarras, y la dureza de su discurso, en el que da cera a la monarquía y el gobierno británico (una vez más), se contrarrestan con la dulzura de su estribillo. Además, tiene su punto eso de escuchar a Morrissey gritar Venezuela a todo pulmón.

Lo dicho, un disco correcto, en el que no brilla, pero tampoco se hunde. Lo suficiente para volver a salir de gira.