Los fans del pop y del rock más inquietos y curiosos siempre han guardado parte de sus energías para investigar las mejores propuestas que llegan desde Australia, porque lo normal es que encuentren algo muy bueno. De un tiempo a esta parte, esa labor ni siquiera representa un gran esfuerzo, ya que muchas de las propuestas más excitantes están haciéndose bastante accesibles y gozan de un merecido reconocimiento internacional. Tras descubrimientos que ya están más que consolidados como Courtney Barnett, King Gizzard and The Lizard Wizard, The Goon Sax y Rolling Coastal Blackout Fever, ahora le toca el turno a otra formación que comparte escena con ellos en Melbourne, Money for Rope.

Más de uno ya les tenía fichados cuando hace tres años se acercaron a nuestro país acompañando a The Meanies y dejaron al personal noqueado con su apabullante directo, construido a partir del poderío de su sección rítmica de dos baterías. Esa gira fue crucial en el desarrollo de la banda, y es ahora cuando lo refrendan con un tercer trabajo en estudio que representa una evolución en todos los sentidos, desde la composición hasta la producción o la ejecución.

La apuesta empieza fuerte con Hold, una pieza que es pura tensión en torno a un par de acordes y a una primitiva percusión. El vocalista y guitarrista Jules McKenzie (todo un portento) realiza la primera de sus entregas puramente físicas entre el grito y la melodía, hasta que el tema estalla y las guitarras eléctricas y los walkie-talkies (usados un par de veces durante el disco) se hacen con el control.

Actually toma el relevo con su toque sexy y rockero, situándose en algún punto entre los Stones y Nick Cave. Se trata, sin duda, uno de los grandes hallazgos del disco junto con Remember my Name, que parece tomar como base una variante de la línea de bajo del Riders On The Storm de The Doors para convertirla en algo nuevo y excitante a base de un riff de teclado y guitarras post-punk.

Tema tras tema, la banda se niega a adoptar un modelo de canción definido, dejándose llevar por lo que les pide el cuerpo en cada momento, pero sin por ello perder su marcada personalidad. Así, Trashtown pasa por ser una versión vitaminada de los sonidos de feria apocalíptica tan del gusto de The Good, The Bad and The Queen; y Picture Us cierra ciclo rompiendo en forma de delicada pieza acústica toda la electricidad a la que hemos sido sometidos en un disco que pide a gritos (y a walkie-talkies) tu atención.