8.0
Score

Final Verdict

MOLLY dan una de las grandes sorpresas de este inicio de 2023 entregando un estupendo segundo trabajo en el que el post-rock se va a terrenos más ensoñadores, pero en el que también se dejan llevar por guitarras más sucias y shoegaze.

Austria no es un país que haya dado muchas grandes bandas al mundo. De hecho, así, a bote pronto, solo aparecen en nuestro radar Opus -sí, los de “Live is Life”-. Pero, como todo país que se precie, cuenta con su escena musical ajena a las listas de ventas y los grandes medios. Y ahí es donde entran MOLLY, un dúo de Innsbruck, que editó su primer single en 2015, y que, desde entonces, se han dedicado a explorar lo mucho que puede dar de sí el post-rock. Porque, hay que decir que, aunque se les meta en ese carro, su propuesta va mucho más allá. De hecho, ellos mencionan como influencia a artistas un tanto dispares, como pueden ser SwansDaniel Johnston, o Sigur Rós.

MOLLY vienen de una ciudad que está plenos Alpes austriacos, y hay que decir que eso se aprecia en su música. ‘Picturesque’ está lleno de bellos paisajes sonoros absolutamente invernales y melancólicos. Además, como toda banda de post-rock, no tienen miedo a desarrollar sus canciones sin ningún tipo de prisa. Ahí tenemos los más de doce minutos de “Metamorphosis”, que, lo cierto, es que es toda una metamorfosis musical. Incluso, se permiten el lujo de dejar algunos minutos para el silencio. Lo que nos lleva a recordar los dos últimos trabajos de Talk Talk. Pero ojo, que en su parte final llega la ansiada y épica intensidad. Un sonido que manejan muy bien, y de que también dan buena cuenta en la estupenda “So To Speak”.

Ya hemos dicho que su propuesta va mucho más allá del post-rock, y eso se aprecia nada más empezar. Y es que MOLLY cuentan con una lado más melódico y pop que hace que sus canciones buceen por mundos más ensoñadores. Es el caso de “Ballerina”, que abre el álbum con unas guitarras más sucias de lo que acostumbra el género, pero eso sí, siempre dando prioridad a la melodía. Algo de lo que tiene mucha culpa el falsete con el que ataca sus canciones Lars Andersson. Y así siguen en “The Golden Age”, donde incluso llevan la épica más allá y se dejan llevar por unos teclados de lo más vibrantes. Eso sí, para cerrar, nos dejan “The Lot”, en la que encontramos con once minutos en los que endurecen su sonido y se meten de lleno en un shoegaze bastante crudo y contundente. Además, con un resultado excelente.