Sobre el papel, escuchar las canciones de “Deserter’s Songs” sin toda la pomposidad de la que están envueltas, no es una de las mejores opciones, pero Mercury Rev tenían dos razones de peso para hacer esta gira. La primera, es que cumple veinte años, y aunque no es la primera vez que tocan este disco íntegro, sí es lógico celebrar un aniversario como este. La segunda, es que, como bien dijo ayer Jonathan Donahue, son unas canciones que fueron concebidas así, y todo ese rollo “Walt Disney” que las adornaba, vino después. Por lo tanto, nos esperaba una noche con un “Deserter’s Songs” diferente. Y así fue.

Prometía ser una velada acústica, pero nada más lejos de la realidad. Junto con dos miembros más, Jonathan Donahue y Grasshopper fueron desgranando las canciones de este disco mítico de una forma singular. Tanto la guitarra, con bien de reverb, y bien alta, del segundo, como el teclado de uno de sus acompañantes, tuvieron bastante protagonismo durante la hora y pico que duró el concierto. El otro protagonista fue Donahue, que no paró de contar anécdotas relacionadas con la banda, y con el disco en cuestión. Algo que, quizá, fue excesivo, ya que, los seguidores de este disco, ya saben que los Chemical Brothers fueron uno de sus rescatadores –aunque hay que decir que fue muy gracioso cuando dijo que “no tenía ni puta idea de quienes eran esos dos tíos cuando le llamaron para hacer una colaboración”- O que los dos no estaban en su mejor momento personal después del semi-fracaso de “See You On The Other Side”, un disco que, por otro lado, era sobresaliente – ‘Empire State (Son House In Excelsis)’ sigue siendo la canción favorita de la banda del que esto escribe-. Pero bueno, entre anécdota y anécdota, nos dejaron algunos momentos espectaculares.

El concierto fue de menos a más. Principalmente, porque se fueron dejando los mejores temas para el final. Aun así, en estas primeras canciones, hubo grandes momentos. Entre ellos, ver como solucionaban la papeleta del saxo en ‘Hudson Line’ con una armónica, o ver a Donahue tocar la sierra en ‘I Collect Coins’. Pero el primer gran momento de la noche llego con la sexta canción, que fue cuando hicieron uno de los dos homenajes de la noche. Y es que, tocaba echar la vista más atrás y recordar a los primeros Pavement, de los cuales hicieron una exquisita versión de su ‘Here’. Además, lo más curioso, es que la convirtieron en una canción que podría haber entrado perfectamente en el “Deserter’s Songs”. Tras ella, tocaba ver como encajaban un tema como ‘Delta Sun Bottleneck Stomp’ en ese formato, y la verdad es lo solucionaron muy bien, quitando la estridencia de la canción original, pero dejando su ritmo acelerado. Inmediatamente después, llego el segundo homenaje, en el que recordaron a Sparklehorse, poniendo los pelos de punta con su versión de ‘Sea of Teeth’.

Para la recta final del concierto, se dejaron los que, quizás, son los tres mejores temas del disco. La belleza de ‘Goddess on a Higway’ nos volvió a emocionar una vez más, y con ella, demostraron que, las buenas canciones, no necesitan de adornos. Algo que también se podría aplicar a ‘Holes’, con la que subieron el volumen de las guitarras al máximo –una vez más, estas, fueron utilizadas para suplir la capa de instrumentos de las versiones de estudio-. Pero lo mejor estaba por llegar. La encargada de terminar el repaso al disco fue ‘Opus 40’, la cual, se podría decir, que dividieron en dos partes. Por un lado, nos ofrecieron una preciosa interpretación de la canción que todos conocemos. Sin embargo, tras ella, salió un quinto miembro al escenario para aporrear el bombo –sí, la palabra correcta es “aporrear”-, y aquello se convirtió en una orgia de distorsión y psicodelia eléctrica que duró varios minutos. De hecho, nos estaban dice algo así como “oye, todavía podemos sonar evasivos y psicodélicos, y a un volumen atronador.

Como colofón final, eligieron ‘The Dark Is Rising’, un corte que formaba parte de “All Is Dream”, el disco con el que tres años después trataron de emular el éxito de “Deserter’s Songs”. No lo consiguieron, pero esta canción funcionó muy bien anoche. Más que nada, porque la terminaron de una forma apabullante, con Jonathan Donahue elevando sus brazos y ejerciendo de maestro de orquesta, y un crescendo musical apabullante. Un final perfecto para una noche muy especial.

Fotos: Adolfo Añino