Kobe Bryant fallecía el pasado 26 de enero a los 41 años. El anuncio del accidente de helicóptero en la localidad de Calabasas, al norte de los Angeles, trufado por un confuso y penoso reguero de noticias —y miserables fake news—, agigantaron la dimensión de la tragedia hasta confirmar que, junto a la leyenda Laker, iban su hija de 13 años Gianna y 7 personas más —no hubo supervivientes—. Fue un shock. Tocaba hablar sobre el jugador y la persona, aprovechando la oportunidad brindada por este Mentalidad mamba, publicado por Alienta Editorial en la postrimerías del año pasado.
Sin embargo, preferí dejar pasar un tiempo para no escribir de forma impulsiva, asimilando no solo los luctuosos hechos, sino la dimensión de la muerte de un icono deportivo y una celebridad en esta era de «cultura líquida». Quién podía imaginar que, desde entonces, un virus paralizaría el planeta, algunos gobiernos y parlamentos alrededor del mundo, junto a una minoría social, mostrarían su verdadero rostro —uno execrable, en el que neoliberalismo, élites económicas y fascismo, ¡oh sorpresa!, van de la mano—. Y que una serie documental sobre Michael Jordan —aunque en teoría era sobre el último año de los intocables Chicago Bulls de los 90s, cosas del heroísmo yanqui—, el obsesivo referente de Bryant, iba a ser uno de los productos estrella del confinamiento. Tantas cosas cambiaron, incluida la lectura de este libro.
Aunque, en realidad, la obra son varias en una. Para empezar, y como reza su subtítulo Los secretos de mi éxito, Mentalidad mamba se adentra en las procelosas —y harto sospechosas— aguas de la superación personal. Eso significa que hay una exaltación de los colosales méritos deportivos de la triunfal carrera de un competidor irreductible —independientemente de filias y fobias personales, es imposible dejar a Kobe Bryant fuera del top 15 de todos los tiempos—, transformando su enfoque y exigencia de sacrificio constante, dando ejemplo con su estajanovista ética de trabajo, no solo en la clave del proceso tras su éxito, sino en un tratado sobre el liderazgo. Lo que resulta, cuanto menos, debatible.
Porque el relato en primera persona recogido en Mentalidad mamba sublima las facetas menos refulgentes de su trayectoria. Como su jordanesca, tiránica idiosincrasia de máxima exigencia, ya fuera con los rivales o los propios compañeros —que se lo digan Shaq o al pobre Kwame Brown—. Su juego hiperindividualista —entre los mayores ballhogs ever—, en contradicción con el buen jugador de equipo, que hace mejores al resto. O el supino ejercicio de egolatría que es arrogarse un apodo, la «Mamba negra». Y, directamente, obvia los episodios oscuros —sí, me refiero a su archivado caso de violación—. El libro es la crónica intensa y genuina, pero incompleta y hagiográfica, de uno de los grandes de la historia. No sus memorias.

En segundo lugar, Mentalidad mamba es una auténtica joya en el apartado visual, gracias a la excepcional fotografía del veterano Andrew D. Bernstein —presentador del programa Laker through the lens y retratista principal del equipo dorado y púrpura, teniendo en su haber la primera y última imagen del genial escolta, de 1996 al 2016—, y al gran cuidado de Alienta Editorial en trasladar la exuberante belleza del libro original. Como regalo para el fan de Kobe Bryant o el aficionado casual al baloncesto —añádase el prólogo de Pau Gasol y la introducción de Phil Jackson reforzando la propuesta— es un acierto seguro.
Y finalmente, y para quien escribe una gratísima sorpresa, la mitad de Mentalidad mamba, la comprendida bajo el epígrafe de «Oficio», resulta una soberbia lectura de puro baloncesto. En ese extenso capítulo, Bryant se distancia del «estigma Jordan», y la omnipresente ambición por ganar a cualquier precio da paso a la disección de su inagotable pasión y ansia permanente de conocimiento por el juego. En esas páginas tenemos movimientos, recursos y trucos, tanto ofensivos como defensivos, rutinas de entrenamientos, cuidado del cuerpo y tolerancia al dolor, partidos y emparejamientos a destacar en su longeva carrera. Es su Dear basketball, pasando de la oscarizada poética cinematográfica al concienzudo análisis práctico en apabullantes imágenes y texto. Apasionante a la vez que revelador sobre el tipo de jugador que fue Kobe.
Propulsado por esa narrativa, arrebatada no obstante metódica, de su idolatrada profesión, Mentalidad mamba se alza como un volumen inesperadamente profundo, que va mucho más allá de la primera impresión de fastuoso libro-regalo parapetado en un pletórico apartado fotográfico. Logra reflejar la obcecación cuasi enfermiza hasta convertirla en algo virtuoso y extrañamente humano, ajeno a maquiavelismos o voluntades heroicas. Kobe Bryant fue así, siempre insatisfecho, exigente, desafiante. Eso, unido a la loable reconstrucción de su imagen, de empresario —marca propia en pleno desarrollo— y padre ejemplar, permite entender el vacío dejado, las muestras de dolor y cariño generados por su infortunada desaparición. Me sigue pareciendo un apodo algo ridículo, pero sí eso es lo que deseabas, te lo mereces. Descansa en paz, mamba.
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