¿Os acordáis cuándo el valor de un grupo o artista se medía en el cara a cara con el público? Sí, ya sé. Eso era antes del «New Normal», claro. Incluso antes de Spotify, Instagram y el pop rock sintético —basta de reseñas con semejante definición, por piedad—. Un tiempo que ya nunca volverá, pero no está de más echar la vista atrás e, incluso, reivindicar una época algo menos efímera y autotuneada que la que nos ocupa. Eso es lo que hace el periodista musical coruñés Tito Lesende en este Los 100 mejores discos de rock en directo que publica Efe Eme

Nacido en 1971 en A Coruña, Lesende pasó de las publicaciones deportivas a lo musical, primero en Radio Oleiros y COPE/Cadena 100, y luego en la radio autonómica de Galicia, donde estuvo a cargo del programa “Música dispersa”. Su currículum como periodista musical es excelso, habiendo escrito, entre otros, para La Voz de Galicia, Diario 16, Rolling Stone, Revista 40 o Cuadernos Efe Eme. Igual que su obra autoral, con los libros Pasado Imperfecto, biografía conversada con M Clan y 201 discos para engancharse al pop/rock español, junto a Fernando Neira; y Revolver. El disco de los Beatles que revolucionó el rock. Una vasta experiencia que se refleja en este Los mejores discos de rock, su más reciente publicación.

La estructura del libro hace honor a la materia analizada, yendo inmediatamente al meollo. Lesende no establece un ranking —para eso existen otros listados—, optando por ordenar su selección de cien obras cronológicamente, siendo el más antiguo In concert, part I de Joan Baez y el más reciente y estratosférico —doy fe de ello— Live in Paris de Sleater-Kinney. En total, más de cinco décadas de LPs en directo, con clara profusión de los años 60 y 70 y —ya lo siento— el hard rock y sus derivados. Y, aunque toparse con grupos como Rush, Scorpions, Yes, Status Quo o UFO hoy da algo de grima, tiene todo el sentido del mundo. Porque es la época no sólo de las grandes giras y festivales, sino en la que el directo adquiría un valor icónico, entre el documento histórico y el testimonio accesible a cualquier bolsillo y latitud. Luego llegaron los Iphones, los dichosos vídeos caseros y «el día siguiente» en Youtube… 

Pero la configuración de la lista —complicado ponerse de acuerdo, absolutamente imposible si se incluyen Ted Nugent o Muse— o el formato de Los mejores discos de rock en directo no son, afortunadamente, los puntos fuertes del libro, centrado únicamente en trabajos internacionales —parece que una segunda parte de ámbito nacional está en proceso—. Eso queda reservado, por un lado, a la prosa de Tito Lesende, docta sin resultar pomposamente erudita, elocuente, auténticamente contagiosa. Y, por el otro, a la abundancia de sorpresas, en forma de jugosa información y anécdotas que éste desgrana en cada uno de los textos acerca de los trabajos elegidos. La «trastienda» de algunos de los recitales más venerados del rock y la gestación de sus documentos sónicos.

Así, descubrimos que LPs celebradísimos, como el Live and dangerous de Thin Lizzy o el It’s alive de los Ramones fueron excelsos trabajos de «corta y pega» —con Dee Dee teniendo que, literalmente, volver a «darlo todo» para regrabar las partes de su aceleradísimo bajo—. Que un incontestable de la música en directo como el Live at Leeds de los Who —siempre copando los puestos de honor de este tipo de «inventarios» musicales— es en realidad un plan B, el editado y recortado ensayo del día anterior al que debió haber sido el show grabado en la ciudad de Hull el 15 de febrero de 1970. Que el Alive! de los Kiss, entonces su salvavidas y aún hoy su mayor éxito comercial, tuvo que ser regrabado en estudio casi en su totalidad, ya que el bolo fue un desastre. O que Kurt Cobain tenía el mono cuando Nirvana grabó el MTV Unplugged y, además, se negó a publicarlo en su momento, viendo la luz de forma póstuma. 

Si Los mejores discos de rock en directo resulta sumamente atractivo en pequeñas dosis, echando mano de plataformas y apps para comprobar ipso facto las bondades de esas actuaciones, el libro es todavía más valioso en su conjunto. Porque mediante los pormenores y curiosidades del recorrido cronológico propuesto, Lesende nos brinda una relectura de la historia del rock. Ya sea desmenuzando algunas de sus páginas más insignes, caso de los legendarios At Folsom Prison de Johnny Cash o el Live 1966: The Royal Albert Hall concert de Bob Dylan. Documentando la evolución de su vertiente más visceral, un tránsito que va de Iggy Pop and the Stooges en Metallic KO a Sepultura en Under a pale grey sky pasando por Motörhead en No sleep ’til Hammersmith. O deteniéndose en los trabajos pivotales de mitos como Eric Clapton en Unplugged, exorcizador de la tragedia y revitalizador de su carrera, o Van Morrison en It’s too late to stop now, tras el fracaso de su primer matrimonio. 

Los mejores discos de rock en directo también funciona como relato —lógicamente parcial e inacabado— de las transformaciones de las grabaciones en vivo. De una forma de capturar —también subsanar períodos de escasez creativa— a músicos llevando su música a otros niveles, valgan los ejemplos de The Band en Rock of ages o los Allman Brothers en At Fillmore East, con la honestidad y la pureza de lo tocado por delante. Luego el postrero recurso para maximizar los beneficios de una gira una vez concluida, recurriendo a los infalibles «Best of» y abusando del «retoque». A una actualidad en la que, salvo honrosas excepciones, los directos parecen del todo innecesarios —a fin de cuentas, ¿quién en su sano juicio querría un live de trap o reggaeton en su estantería?—. Pese al exceso de «plastas» melenudos, ojalá todo lo anacrónico fuera tan disfrutable como esta lectura y las incontables escuchas que sugiere…