La figura del productor musical no tiene demasiada literatura que la respalde. Y si hablamos del productor «patrio» pues, directamente, hablamos de un solar más desolador que el cerebro de Donald Trump. Por eso, este Loco. Cómo no llevar un estudio de grabación, primer lanzamiento de la editorial Hurtado & Ortega —¡bienvenidos!— se disfruta como una rareza de lo más entretenida. Porque nos acerca al peculiar universo de Francisco Martínez, conocido por todos como Paco Loco, el productor por excelencia del indie nacional y, de hecho —no me parece demasiado atrevido afirmarlo—, uno de «sus padres». «Nuestro» Phil Spector y Profesor Chiflado, todo en uno, invitándonos a entrar en su estudio y contarnos, con ayuda de multitud de artistas y bandas, su propia historia.

Nacido en México, neoyorquino de corazón —lo repite en el libro no menos de mil veces—, asturiano de adopción, residente en el Puerto de Santa María y universal porque la música no entiende de fronteras, Paco Loco es uno de los productores más solicitados de los siete mares, e indiscutiblemente el más relevante y conocido del panorama nacional —a no ser que lo tuyo sean Los 40 Principales claro, en ese caso, mis condolencias—. Desde que, allá por 1990, asumiera por primera vez los mandos de una grabación con el Backslide de The Amateurs, Loco ha trabajado con más grupos y artistas que imputados por corrupción tiene el PP —páginas 100-101 para el interminable listado pergeñado por el propio autor—. Además, es un músico infatigable desde mediados de los 80, primero con los Ravens y Los Locos, luego Los Sangrientos, Australian Blonde o, más recientemente, Los Jaguares de la Bahía, Disco Pantera o The Ships. Y también, junto a Enrique Bunbury, es el ideólogo del Festival Monkey Week. En definitiva, un adicto incurable a la música.

Cómo no llevar un estudio de grabación desglosa esa «sana enfermedad» en tres secciones. En la primera, «Producción», Loco desgrana sus comienzos en el mundo de la grabación y cómo fue capaz de poner en marcha sus estudios, desde el inicial cuatro pistas, pasando por su primer local de grabación casero en Xixón gracias al «sableo» a su familia, hasta el actual y ya icónico estudio-casa en Cádiz. Loco pasa raudo por su propia historia, porque prefiere detenerse en los entresijos de su profesión, así como en proporcionar toda suerte de consejos acerca de los secretos de la producción: desde cómo ahorrar dinero grabando —básicamente, que los músicos vengan lo más preparados de casa— a dar su docta opinión sobre las guerras máster versus mezcla o mundo digital versus analógico, admitiendo que tras su predilección por el segundo se haya la causa principal de su autodiagnosticado «síndrome de Audiógenes», es decir: obsesionarse hasta conseguir el siguiente artefacto/cachivache/juguete que usar en las grabaciones. Hay pasajes que pueden resultar demasiado técnicos para los no avezados, pero la combinación de sentido del humor y socarronería boba —¡nunca había leído tantas exclamaciones ni juegos de palabras absurdos en un mismo libro! —, estilo Muchachada Nui, junto a la sincera, desmesurada pasión por su trabajo desbordando cada parrafada lo compensan con creces. Aquellos chalados con sus locos cacharros…

La segunda sección, «Grabaciones», resulta tan apasionante como entrañable, porque el relato de la selección de discos claves en su trayectoria como productor resulta absolutamente indisociable de su vida y todos, absolutamente todos, los músicos que aparecen en estas páginas hablan con un afecto imposible de impostar al rememorar su experiencia junto a Paco Loco. Amistades eternas forjadas entre canciones, como las surgidas con Francisco Nixon —entrando a formar parte de Australian Blonde—, Joaquín Pascual, Steve Wynn, Pedro Vigil o John Agnello. Aventuras memorables como la vivida junto a Bigott en Brasil. La admiración y cariño de artistas como Josh Rouse, Nacho Vegas, Gary Louris, David Carabén o Mikel Erentxun, cuya labor en Corazones llevó a Loco a ser Grammy nominated —dice con no poca sorna—. Y por supuesto, mención especial merece el Six ways to Sunday de Maddening Flames, gracias al cual conocería a Muni, su pareja y razón fundamental de su traslado a Andalucía —y clave también en el éxito del estudio—. Anécdotas, canciones y vida relatada a borbotones. Una hermosa y original manera de construir una biografía.

Cierra el libro «Cacharros», sin duda la sección más breve y prescindible para los no interesados en conocer el estudio de Paco Loco desde un punto de vista eminentemente técnico, aunque sin perder el sentido del humor. Con el añadido de que, a buen seguro, a los más avezados les resultará de lo más didáctico y provechoso, ya que no escatima en ofrecer propuestas y soluciones de diversos rangos y precios para hacerse con un buen equipo de grabación. Complementaria.

Mitad memorias, mitad manual de producción, todo Paco Loco. Cómo no llevar un estudio de grabación es una muy divertida forma de conocer a uno de los «hombres que lo hacen todo en España» —que diría Astrud—, en el mundo de la música. 24/7/365, contra viento y marea. ¡Y que dure!