Hace cinco años, Hurtado & Ortega nos traía una de las lecturas musicales más inclasificables que servidor haya tenido entre manos. Era Loco. Cómo no llevar un estudio de grabación, las memorias Paco «Loco» Martínez, músico y uno de los productores más granados del indie nacional —¿quién le compite, de hecho?— e internacional. Pues ahora, editorial y enfant terrible de la mesa de mezclas regresan con Loco 2. Cómo llevar un estudio de grabación y no morir en el intento. Una pasión y un oficio transformados en descacharrante locura, divertida obsesión, disparatada crónica musical y ahora, sorprendentemente, improbable saga literaria. 

Porque Loco 2 es una segunda parte al más puro estilo blockbuster hollywoodiense: con MÁS de TODO. Más entresijos y anécdotas sobre las grabaciones acaecidas en su mítico estudio de Cádiz. Más instrumentos y cachivaches, desgranados con la perspectiva del tiempo, el uso, y la retranca. Más dislates e idas de olla, en forma de juegos de palabras bochornosos, cómics con su banda Los Jaguares de la Bahía y Bender de Futurama como invitado, o listas absurdas por doquier. Más imágenes —¡y que imágenes, incluso minipósters, ojo al último!—. Más innovaciones tecnológicas, con códigos QR que enlazan a videos inéditos en su estudio. Pero no os vayáis todavía, que aún hay más…

Con Triángulo de Amor Bizarro en el estudio.
Con Triángulo de Amor Bizarro en el estudio. Foto: Paco Loco

Y es que Loco 2 posee una nueva ambición ¿literaria?, astracanizando e imbrincando géneros como la ciencia ficción y el thriller. Por un lado, Loco nos escribe desde la Nueva York de 2048, en un futuro sin apenas músicos ni estudios, pero con «generadores de ondas» y una especie de autotune pluscuamperfecto al alcance de cualquier hogar. Por el otro, en la obra discurre una enrevesada y truculenta subtrama sobre un «asesino en paralelo» que está acabando con la industria discográfica patria —pobres sellos indies, se llevan la peor parte—. Y no se llama reggaeton, ni Youtube, ni Spotify. En realidad, son maneras de hablar de la precaria situación del negocio con sorna e intención. Y cuando Paco quiere ponerse algo más serio, en cuestiones como la escasez de mujeres en el mundo del audio, o el futuro de la figura del productor, cede la palabra a otros. 

La colección de ilustres de la música que desfilaron por el Abbey Road del Puerto de Santa María y Loco 2 es egregio: Enrique Bunbury y Nacho Vegas, Sr. Chinarro, Delafé y las Flores Azules, Remate, Hinds, Triángulo de Amor Bizarro o The Posies. Paco, siempre jocoso, mezcla los pormenores técnicos de la gestación de cada disco con el lado humano de cada encuentro, formato en el que luego inciden los propios artistas, logrando que la lectura resulte tan agradable como valiosa. Excepto con Jorge Martí de La Habitación Roja —con diferencia las páginas más sentidas del libro—, en todos predomina el recuerdo entre grato y memorable. Aunque, quizás, la comida de Muni Camón tenga mucho que ver… 

Con las Hinds. Foto: Paco Loco

Luego, tenemos los capítulos dedicados exclusivamente a la labor de productor, terreno que completa los flancos que hubiesen podido quedar pendientes en el volumen predecesor. Y en donde Paco Loco puede despendolarse a gusto mientras nos cuenta sus secretos, manías y cómo lidia con su flipante «síndrome de Audiógenes». Su compulsión con la tecnología retro depara alguna de las páginas más delirantes de Loco 2, con secciones como «El backline», «Mesas, mesas y más mesas» o «Cacharritos», entre lo desopilante y lo surreal. Ahora, lo de poeta oriental experto en «Lowkuts» —haikus de productor— no lo acabo de ver…

Como ya ocurriera con su primera parte, adentrarse en Loco 2 es, pese al elemento freak acerca de instrumentos, artilugios y maquinarias —también algún trasto—, o la resolución del caso del serial killer, una experiencia de lo más disfrutable. Resulta muy sano no tomarse nada en serio en el año del «reseteo», la era de la bronca y los bandos permanentes. Y, al mismo tiempo, reivindicar su labor y, ¿qué diablos?, su indiscutible figura de gurú musical en busca del «perfecto sonido imperfecto» desde «una humilde posición de genio», forjada por décadas y casi un millar de discos. Y es que, como bien dice la RAE:

Paco Loco

  1. m. Punqui

¡Y qué dure! ¡Viva el noise!