Hablemos de tiempos políticamente incorrectos. Todavía recuerdo cómo no hace tanto que la sección de música de unos importantes grandes almacenes clasificaba sus discos estableciendo una diferencia entre los artistas masculinos y los femeninos. Tremendo disparate no hay por dónde cogerlo desde la perspectiva y la conciencia adquirida hoy en día, aunque también toca reconocer que hubo un tiempo en que, de manera voluntaria, forzada o autoimpuesta, muchas mujeres creadoras y/o intérpretes se ceñían en su música y en sus formas a determinados cánones fácilmente identificables como “femeninos” para las visiones simplistas de la época.

Ahora, por suerte, vivimos un tiempo donde los matices se diluyen –y no sólo me en lo que a las perspectivas de género se refiere- y donde las propuestas artísticas son tan complejas como la condición humana misma. En esta realidad actual es donde encaja perfectamente una artista como la norteamericana Liza Anne, capaz de bordar el intimismo acústico de la escuela de Joni Mitchell, pero también la pasión a flor de piel de Sharon Van Etten, los experimentos neo-folk de Bon Iver, la garra guitarrera de The War on Drugs, la crudeza de PJ Harvey o el descaro punk de Courtney Barnett.

Su tercer disco incorpora, además, un atrevido grado confesional en el que Liza se propone desvelarnos por qué no escribe más canciones felices. Su lucha con la ansiedad y el pánico queda descrito no sólo en las explícitas ‘Paranoia’ y ‘Panic Attack’ (dos de las canciones más contundentes, por cierto), sino también en gran parte de las canciones aquí incluidas. Aunque, como decíamos, no todo queda reducido a una idea simple. En la vida, y en las canciones de Liza, a un momento de agobio puede sucederle una genuina carcajada, ejemplificada aquí en el sano momento de respiro pop que aporta ‘Socks’, usando la idea de los calcetines que se desemparejan en la lavadora como metáfora sobre las relaciones sentimentales.

Una banda y una producción contundentes hacen subir muchos enteros a un disco que se deja escuchar bastante bien y que, si bien puede a veces adolecer de cierta falta de personalidad que ayude a Liza a distinguirse entre la multitud de propuestas que pueblan el mercado, sí que le da armas para defender su propuesta en las ligas grandes.