Contra arranca 2023 a todo trapo con Las vidas de Brian, la autobiografía del segundo y más longevo vocalista y letrista de AC/DC, Brian Johnson. Las memorias de un currante con un sueño: poder dedicarse a la música. Una historia contada con extrema naturalidad y sentido del humor, que parecía condenada a ser otro what if rockero, working class, y muy ameno… Y que, sin embargo, de forma absolutamente inconcebible, tuvo un desenlace espectacular: acabar siendo el cantante de una de las bandas más célebres del «Olimpo rockero». 

Nacido en Dunston en 1947, al oeste de Gateshead, localidad en la orilla sur del Tyne, frente a Newcastle —unidas por siete puentes—, Brian Johnson fue un crío marcado por la peculiar divergencia familiar de sus padres —de procedencia y clase—, con la Segunda Guerra Mundial y la opulencia italiana como elementos relevantes. De forma clásica, el joven Brian tuvo su epifanía musical vía Little Richard y «Tutti Frutti», a partir de entonces enrolándose en cualquier singladura que le proporcionase una oportunidad de cantar, ya fueran los boy scouts o efímeras bandas de versiones con nombres pésimos.

Es entonces cuando Las vidas de Brian, libro y existencia, entran en su «conflicto» principal. Una dicotomía exigente e imagino que frustrante —aunque nuestro protagonista casi siempre es capaz de «ver el lado bueno»— entre el adulto, pronto padre de familia, que necesita trabajar para sobrevivir pese a que, al mismo tiempo, anhela tener una oportunidad en el escenario. A semejanza de su padre, hay también un breve periplo bélico. Pero el meollo de su relato, siempre ágil y vivaz —reflejado en la traducción del gran Ibon Errazkin—, radica en la mezcla de turbinas de vapor, luego la instalación de techos de coche de vinilo, y el complicado periplo al frente de Geordie

Porque el relato de esos años 70 junto al grupo más neocastrense de la historia epitomiza el tono, desenfadado y honesto, de estas memorias. Y brinda un refrescante baño de realidad, lejos de la habitual épica triunfalista del género. Entre 1971 y 1978, años de su fundación y disolución, Geordie tragaron múltiples «sapos», incluidos contratos, conciertos y giras penosas. También flirtearon con «lograrlo», cosechando varios sencillos de relativo éxito, coronados con «All Because of You» (1973), top 10 en las Islas. Gracias a ello, salieron en Top of the Pops y se aventuraron a una gira mundial… infructuosa. El momentum se esfumó, ya no solo con discos fallidos. Sino dejando a Brian arruinado y separado. Habría cuento de hadas, pero tendría que esperar.

Y es que la milagrosa aparición de AC/DC en el camino de Brian Johnson vuelve a estar contada con inusitada ligereza y modestia. Disueltos y pseudo refundados Geordie para tocar en circuitos más que minoritarios —picando piedra de nuevo, disfrutando de la música otra vez—, a Brian se le invita a un casting de lo más misterioso en marzo de 1980 en Londres. El lector entiende la emoción de nuestro narrador cuando hace la prueba junto a los Young y compañía, finalmente decididos a continuar su carrera tras el fallecimiento de Bon Scott. Pero igualmente sus dudas ante esas horas clave. ¿Sacrificar su vida sentimental y un trabajo con buenas perspectivas futuras, ya avanzada la treintena, por una posibilidad tan remota?  

Como la respuesta a la anterior pregunta, un rotundo sí, es de sobras conocida, entonces Las vidas de Brian adopta una mirada incluso más socarrona y bulliciosa, un no parar de «¿me está pasando esto a mí?» con jocosas y etílicas paradas en las Bahamas, primeros ensayos y grabaciones, además del final de las estrecheces económicas. Claro, poco importa que a uno le entre la risa cuando Johnson nos habla de sus habilidades compositivas —o sus dotes para la improvisación— con las más bien sonrojantes letras de «Hells Bells» o «You Shook Me All Night Long»… ¡Es que el tipo debutó en AC/DC con Back in Black! Ahora sí, el cuento de la cenicienta del hard rock está completo. 

Leyendo Las vidas de Brian se certifican varias cosas. La primera, acaso un cuestionamiento al libro, es la clara sensación de que su autor ha guardado sus años en AC/DC para un posterior volumen de memorias. Segundo, mucho más importante, es que puedes ser la chirriante voz de una de las bandas más vendedoras y populares del globo y no ser un imbécil megalómano. Tercero, que pese a la fama, el dinero y los años, todavía sigue apasionado por lo suyo, aunque te juegues la sordera total o —casi más grave— tengas que tocar con Muse. Cuarto, que una historia con ribetes dickensianos puede contarse sin heroísmos, con calidez y sorna. Y quinto, consecuencia de las anteriores, es imposible que Brian Johnson te caiga mal. 

«Hail, hail to the good times / ‘Cause rock has got the right of way / We ain’t no legend, ain’t no cause / We’re just livin’ for today / For those about to rock, we salute you»

(«For Those About to Rock (We Salute You)», álbum homónimo.