Ladytron decidieron tomarse un descanso en 2012, pero han dejado bastante huella en esta década. Solo hay que escuchar a una banda como Chvrches, que han seguido muy bien el camino del grupo londinense. Y es que, aunque es lógico hablar de influencias que van más allá, y que ambos grupos comparten, como Depeche Mode, es de cajón que el sonido Ladytron está dentro de muchas de las canciones de la banda escocesa. Pero no solo en ellos, también en la de toda una escena de electro-pop oscuro; esa que cuenta con un gran número de seguidores. Así que deberíamos tomarnos su regreso con un poco más de entusiasmo. Sobre todo, porque vuelven con un disco notable y lleno de grandes canciones.
No resulta extraño que hayan titulado el disco “Ladytron”, porque estamos ante toda una resurrección. En su sexto trabajo, los de Londres, suenan más potentes, oscuros, y crudos que nunca. Y han hecho bien endureciendo su sonido, porque hay muchos casos en los que suenan resplandecientes y como un tiro. Es el caso de ‘Until the Fire’, que abre el disco a lo grande, con un ritmo machacón y repetitivo, pero con una melodía y un estribillo sublimes. Unos ingredientes que también aparecen en ‘Paper Highways’, una pequeña maravilla oscura, que se suaviza con un estribillo absolutamente pop. Más duros, pero igual de interesantes, están en ‘You’ve Changed’ y en la contundente ‘Horrorscope’. Aunque, quizá, lo mejor de esta faceta, llegue en ‘The Animals’, que es uno de esos temas por los que Ladytron deberían pasar a la historia (ese teclado que planea durante toda la canción es maravilloso).
No todo es puramente dark en este trabajo, también aparecen por aquí los Ladytron más luminosos. Es el caso de la preciosa y ensoñadora ‘The Island’, donde los teclados suenan esplendorosos y vibrantes. O de ese precioso himno de synth-pop llamado ‘Tower of Glass’, que ya quisieran para ellas mismas muchas de las estrellas del pop actual que han coqueteado con estos sonidos. Y si ya nos vamos a ‘Figurine’, nos encontramos con un estupendo tema que va subiendo de intensidad hasta llegar a un autentica tormenta de sintetizadores ensoñadores. Aunque la gran sorpresa aparece al final, que es cuando entran en juego ‘The Mountain’ y ‘Tomorrow is Another Day’, en las que casi parecen unos ABBA actualizados. Y la verdad es que les sienta muy bien.
Al ser su primer trabajo en ocho años, se han venido un poco arriba y han metido todo lo que tenían. Y quizá, por eso, no sea tan redondo como podría haber sido, porque le quitas los tres temas más irregulares, y te quedas ante uno de los grandes discos del año.
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