Que Libros del Kultrum es ya editorial de cabecera para los que ansiamos leer sobre música es indiscutible. Pero ahora alcanzan otro nivel gracias a la publicación de La tierra que vio nacer el blues de Alan Lomax. Por fin, «el cazador de canciones» en castellano. Un acontecimiento editorial mayúsculo y una obra absolutamente imprescindible para adentrarse en el Delta del Mississippi, lo que incluye sus mitos, su durísima realidad de los años treinta y cuarenta del siglo pasado y sus gentes. Y, sobre todo, la música de sus entrañas.
¿Quién fue Alan Lomax (1915-2002)? Como reza el subtítulo del libro, un folclorista legendario. El etnomusicólogo más célebre, y controvertido, de la historia. Siguiendo los pasos de su padre John, musicólogo pionero, Alan fue un inusual antropólogo sociocultural. Un aventurero juerguista. Un expedicionario que viajó por todo el globo para preservar el cancionero popular mundial. Creador de un pantagruélico archivo de 5.000 horas de grabaciones sonoras —junto a 150.000 metros de película, 5.000 fotografías e infinidad de textos—. Productor. Descubridor de Muddy Waters, Son House, Woody Guthrie, Pete Seeger o Leadbelly. Locutor. Responsable del show televisivo American Patchwork y la increíble base de datos The Global Jukebox. Músico. Izquierdista perseguido por el FBI. Acusado de ultrapurista, divulgador cuantitativo, incluso apropiacionista del talento de sus descubrimientos. Un personaje memorable cuyo legado no se acaba nunca.
Galardonado con el Premio Nacional de la Crítica estadounidense, y editado con mimo por Kultrum, La tierra que vio nacer el blues reúne las crónicas —más una generosa selección de imágenes— de su periplo por el Delta. 400 páginas desbordantes en busca de las fuentes primigenias del blues, sus compositores o intérpretes. Y sus relatos. Ambos quedaron inmortalizados en los discos de acetato y aluminio atestados en su destartalado e icónico coche. Pero también en esta obra, tan densa como dinámica, absorbente y relevante, acercando al país una valiosísima parte de su tradición musical. Lo que equivale a decir, un pedazo esencial de su cultura e historia.
Porque ir al encuentro del blues en «su propio terreno» es darse de bruces con el presente y el pasado de esos Estados Unidos de la Gran Depresión. Además de los entresijos de las canciones, aquí sobresalen las vivencias, indisociables de éstas. Alan Lomax nos cuenta lo observado y vivido, salpicándolo con las aportaciones de los propios músicos. Lo confesional, incluso dada la época, lo clandestino, incluso lo transgresor —Lomax se jugó el tipo varias veces frente a la policía— se suceden en conversaciones y encuentros con aparceros, presos, pistoleros y arrieros. Sus narraciones nos hablan de esclavitud, racismo, violencia, pillaje, dolor. Es la idiosincrasia del blues… y de Norteamérica. Mark Twain y Robert Johnson, de la mano.
Pese a lo extenso y, a veces, erudito de lo contado, La tierra que vio nacer el blues siempre resulta una lectura ágil. Ello se debe tanto a la galvanizante prosa de Lomax —y a la labor de Ana Lima en la traducción al castellano—, como a la potencia de lo explicado. Valgan capítulos como «Levántate, difunto», sobre la célebremente infame cárcel de Parchman. El pasaje dedicado a la plantación algodonera. O episodios como «Existe un infierno» o «El más feo y el más rápido», acerca del fundamental vínculo religioso, con memorables descripciones de una ceremonia góspel o experiencias guiadas por los predicadores. O el tramo final, donde Lomax da voz a titanes como Muddy Waters, Big Bill Broonzy o Fred McDowell. Enormes.
Todo tiene un propósito: realizar el trabajo de campo más completo y preciso posible. ¿Pero cuán improbable es que un ensayo tan ambicioso sea tan entusiasta y placentero de leer? Alan Lomax nos habla tanto de los mitos como de las técnicas musicales —por ejemplo, el «diabólico» Robert Johnson y sus contramelodías—. Documenta con pasión los orígenes y formas del shouting o hollers, el jitterbug, las worksongs, murder ballads, himnos y espirituales, entre un larguísimo etcétera. Y revela cómo la cultura afroamericana, brutalmente reprimida, venció. De la sangre y la miseria, nació el blues. Y de éste, el R’n’B, el soul y el rock. El alma del Sur, y buena parte de Estados Unidos. Historia, sociología, literatura, música… Todo está aquí. La tierra que vio nacer el blues no es un libro. Es un milagro.
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