Dunedin, ¿qué hay en Dunedin? ¿Por qué dedicar un artículo monográfico a una remota ciudad neozelandesa, a más de 18 mil kilómetros de nosotros? Para que os quedéis más tranquilos, ya os aseguro que no vamos a hablar ni de rugby, ni de surf, ni mucho menos de Peter Jackson. No, nos vamos de viaje —solo virtual, desafortunadamente— a la llamada “Edimburgo del Sur” para hablar de música. Del indiepop que viene o, mejor dicho, regresa de las antípodas.

DunedinMap

Breve historia de la ciudad

Con apenas 120 mil habitantes, Dunedin —que en gaélico antiguo significa Edimburgo—, u Ōtepoti en maorí, está situada en la bahía de Otago, siendo la segunda ciudad más importante de la isla sur de Nueva Zelanda, tras Christchurch. Aunque los primeros asentamientos hallados datan de 1300, la ciudad como tal fue establecida por escoceses presbiterianos en 1848, expandiéndose con celeridad gracias al descubrimiento de oro. Pese a su decaimiento económico en el siglo XX, el hecho de contar con la Universidad de Otago hace de Dunedin la primera ciudad universitaria del país, y el lugar donde se han impulsado industrias actualmente en expansión como la biotecnológica, el desarrollo de software, el ecoturismo o el diseño de moda. Y sobre todo, es reconocida como una de las capitales culturales del país, gracias a la literatura, el teatro y, especialmente, la música.

 

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El antecedente: Flying Nun y el “Dunedin Sound”

Y es que hubo un tiempo en que el mundo del indiepop tuvo a Nueva Zelanda como referente. La revista Uncut afirmaba en 2009 que los tres ejes de la comunidad internacional indiepop en los 80 eran Olympia (Washington), Glasgow y Dunedin. ¿El responsable? La ahora mítica discográfica Flying Nun.

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Creado en 1981 por Roger Shepherd, en plena vorágine post-punk, y con el actualmente tan en boga DIY como estandarte, las modestas intenciones del sello, servir de plataforma a las bandas de ámbito local, muy pronto se vieron superadas por la emergencia de grupos como The Clean, Sneaky Feelings, The Chills, The Stones, The Verlaines, Straitjacket Fits, The Bats, etc., convirtiendo a la discográfica en la más importante del país, y el paraguas bajo el que se desarrolló el llamado “Dunedin Sound”, que durante la década de los ochenta auparía a varios de estos grupos al éxito y prestigio nacional e internacional.

Como todas las etiquetas, el “Dunedin Sound” agrupó bandas e idiosincrasias muy diferentes, pero sí existían ciertas características comunes:

– Un estilo propio, lo-fi, pero abierto de miras y expansivo, fomentado por la insularidad y proximidad de las bandas, donde la guitarra era el eje de los temas, con el punk-rock de los Stooges como germen pero rápidamente conviviendo con la Velvet Underground, el jangle y la psicodelia de orígenes sesenteros tipo Byrds. High-end pop with a twist…;

– La interrelación entre los miembros de las bandas era máxima: compartían estudios, equipos y locales —todas tocaron en The Pitz— e intercambiaban sus miembros en un ejemplo de promiscuidad artística difícil de superar. ¿Consecuencia de vivir en una pequeña isla?;

– Actitud anti-comercial, reflejada también en su estética desastrada;

– Y por supuesto, Dunedin y Flying Nun. No todos los grupos eran oriundos de la ciudad, pero prácticamente todos tenían fuertes lazos con ésta y, prácticamente sin excepción, en algún momento fueron parte del sello.

Hacia mediados de los 90 la estela de Flying Nun comenzó a apagarse y el sello pasó por diferentes etapas, incluyendo su compra por Warner y su posterior resurrección en 2009. Pero el legado de sus grupos sigue vigente, así como su filosofía. De hecho, en los últimos años nos llegan ecos de la existencia de una fascinante escena musical formada por bandas que están comenzando a llamar la atención, dentro y fuera de Nueva Zelanda. La mayoría de ellas son muy jóvenes y colaborativas entre sí, apoyadas en una pequeña pero apasionada red de locales, colectivos artísticos y sellos discográficos. ¿Asistimos al renacimiento del “Dunedin Sound”? Nada mejor que preguntárselo a sus propios protagonistas. A continuación, charlamos con varios miembros de tres de las bandas más prometedoras de la escena: Millie Lovelock y Adrian Ng de Trick Mammoth, Karl Bray y Penelope Esplin de The Prophet Hens, y Richard Ley-Hamilton de Males. Pero en primer lugar, un par de preguntas a Ian Henderson, dueño de Fishrider Records y catalizador de toda esta maravillosa música gracias a su discográfica.

 

fishrider

Háblanos de Fishrider Records. ¿Cuál era el objetivo cuando la creaste? ¿Y cómo imaginas el futuro?

Fishrider comenzó en 2006, con la intención de publicar un álbum, ya que nadie lo haría. Después empecé a lanzar los discos de la banda de mi hermano The Puddle, que formaron parte de Flying Nun. A continuación conocí a Opposite Sex, grabando y publicando su disco en 2012. Tuvo bastante repercusión, así que continué publicando. Nunca ha habido un plan, todo es muy casual. Fishrider únicamente reacciona a lo que ocurre aquí. Solo publico música que me gusta y querría tener en mi propia colección de discos. También tengo que llegar a conocer a los músicos y llevarme bien con ellos. Veo el papel del sello como un apoyo para lograr que su música tenga un público, por lo que la colaboración es más importante que el negocio. ¡Aunque el negocio necesita funcionar para hacer que la colaboración sea viable!

Ian
Ian Henderson

¿Resulta más complicado dar a conocer a las bandas de NZ mundialmente? ¿Qué opinas de de la industria musical actualmente?

Darse a conocer puede ser difícil, pero Internet ayuda. La mejor manera de que te conozcan es hacer música original e inconfundible, que no suene a nadie más. Nuestro acuerdo con Occultation Recordings en UK nos ha permitido co-publicar a Opposite Sex y Trick Mammoth en Europa, facilitando la difusión de las bandas, además de compartir costes. Tengo sentimientos encontrados sobre la industria. No me siento parte de ella, ni quiero serlo. ¡Por eso describo el sello como “Artes y Oficios Musicales”! Por un lado, Internet y el intercambio digital de música hace posible conectar con una audiencia mundial. Pero por otro lado, seguir con la música es cada vez menos viable para la mayoría de músicos fuera del mainstream, especialmente en NZ. Soy un optimista pesimista. La música tal y como la conozco puede tener los días contados. Pero no me voy a rendir. Mantengo la esperanza que los amantes de la música reconectarán con los grupos y volverán a coleccionarla en formatos físicos.

 

Y ahora sí, pasamos a la entrevista coral con Ian y los grupos mencionados.

Habladnos de vuestra ciudad, ¿cómo describirías Dunedin?

Adrian Ng (Trick Mammoth): Creo que viviendo aquí no te das cuenta realmente de lo fácil que resulta crear y sobrevivir. Es barata. Abundan las personas inspiradoras y dispuestas a ayudar. Es cómoda en lo que se refiere a “moverse” y a las posibilidades para tocar. Globalmente, no se nos presta mucha atención, pero creo que la ciudad ha cultivado una estimulante pequeña comunidad para artistas y músicos.

Trick Mamooth
Trick Mammoth

Karl Bray (The Prophet Hens): Dunedin (al menos, económicamente) está muriéndose con celeridad gracias a las recientes reformas gubernamentales. Unas dificultades económicas similares a las del apogeo de la música de la ciudad a mediados de los 80 mientras se producían las reformas de la Commonwealth del gobierno Thatcher. El tiempo es terrible, y la gente es dura (como diría Martin Phillips de The ChillsLa gente dura empeora las épocas duras, no al contrario”). Pero tenemos una historia, una pasión por la sencillez que supera las adversidades.

Richard Ley-Hamilton (Males): Para mi ha sido un lugar relajado y sin complicaciones donde crecer. Al regreso de las giras o de viajes lejos de Dunedin siempre parece estimulantemente inalterada, indiferente al ritmo de las grandes ciudades. Nunca te va a dejar atrás. La mayoría de las distancias a recorrer son caminables (hasta que compramos amplis) y nadie sabe nunca si lucirá el sol o diluviará. A veces es bastante aburrido pero también es parte de su encanto: nos baja los humos.

¿Por qué están surgiendo tantas bandas jóvenes en Dunedin?

Adrian Ng (Trick Mammoth): Diría que las bandas jóvenes surgen en todos los lados. Pero recientemente hay personas cercanas a nosotros convenciéndonos de que podemos hacer música, ser escuchados y valorados. Ian de Fishrider ha sido increíble, siempre apoyándonos. Creo que existe mucha música que merece ser oída, pero muchos músicos no reciben el “empujón” que necesitan.

Karl Bray (The Prophet Hens): He sido guitarrista en Dunedin durante 25 años, y siempre han habido bandas con tanto talento como ahora, pero no había ni distribución, ni una dirección clara, ni pasión por parte de los sellos locales. Gracias a Ian en Fishrider y Scott Muir (DunedinMusic.com), ahora esta ciudad tiene a personas DESEOSAS de contar la historia de los grandes músicos locales. Esa es la razón principal del reciente éxito musical de Dunedin.

The Prophet Hens
The Prophet Hens

Richard Ley-Hamilton (Males): Las bandas internacionales no vienen a tocar a Dunedin, y grupos veteranos, como los vinculados a Flying Nun, lo hacen de forma ocasional. Por tanto, para quienes disfrutamos la música en directo, es cosa nuestra hacerla, incluso para una formación joven. Existen iniciativas como la Amped Project que ayudan a impulsar bandas en el instituto, brindándoles la oportunidad de tocar delante del público local y grabar su primer material. Además, la mayoría de los dueños de locales nos dejan organizar nuestros propios conciertos, una oportunidad que normalmente sólo se permite a grupos consolidados.

¿Os sentís parte de una escena? ¿Por qué?

Millie Lovelock (Trick Mammoth): Sin duda. Dunedin es tan pequeña que todo el mundo toca en las bandas de otros. En Trick Mammoth tenemos miembros de Males y Astro Children, y por definición Dunedin es un lugar donde recibes mucho apoyo si te dedicas a la música. Es un ambiente muy DIY. ¿Quizás esto produce una especie de estilo y actitud que hace que la gente se mantenga unida?

Penelope Esplin (The Prophet Hens): Estoy de acuerdo hay una escena musical en Dunedin. Formo parte de tres bandas actualmente, con tres estilos diferentes. Y todos los miembros en estas bandas les sucede lo mismo (nuestro bajista en The Prophet Hens toca en cinco grupos más). Creo que la variedad de experiencias y estilos musicales te hace mejor músico al mismo tiempo que tu forma de tocar permea a las bandas en las que participas. Por tanto, todo se resume en ser algo incestuoso musicalmente.

Richard Ley-Hamilton (Males): Sin duda. No es tanto una cuestión de estilo musical sino más bien de comunidad y actitudes afines. Puesto en perspectiva, Dunedin es un pez pequeño en el pequeño estanque que es Nueva Zelanda. Por tanto, la forma más sencilla para cualquier banda local de labrarse una reputación y crecer es aprovecharse de todas las oportunidades para tocar y promocionarse, así como apoyarnos mutuamente, fortaleciendo el conjunto de la escena con la esperanza de que así llamemos la atención, sin importar la diversidad estilística.

Males
Males

Ian Henderson (Fishrider Records): Definitivamente tenemos una escena musical realmente creativa y sana, e incluso la gente que no hace música parece estar involucrada, lo que es genial. Existen colectivos artísticos como The Attic, música informal y espacios para tocar como Chick’s Hotel. Hay muy pocas oportunidades y nadie es demasiado ambicioso respecto a su música, así que hay más apoyo que competitividad. Además, Dunedin es una ciudad de paso en un país de paso. A veces la gente viene por la Universidad, pero normalmente se marchan en tres o cuatro años. Así, siempre hay nuevas bandas por qué la gente viene y va con frecuencia. Todo es temporal aquí. La buena música puede ser sólo un instante en el tiempo. Si no estabas allí, te lo has perdido, lo sentimos.

¿Diríais que existe un sonido común, un nuevo “Dunedin Sound”, entre las bandas?

Millie Lovelock (Trick Mammoth): Es una pregunta con muchas implicaciones, pero no diría que existe un sonido reconocible de las bandas que surgen en nuestra ciudad, todo el mundo tiene su propio estilo y el “asunto del Dunedin Sound” parece ser más una percepción desde el exterior sobre la actitud y las maneras de hacer las cosas en Dunedin.

Karl Bray (The Prophet Hens): La propia música está más influenciada por grupos internacionales, pero la producción de los álbumes sin duda entronca con los valores lo-fi y el sonido en directo de esta pequeña ciudad. Pedir prestados instrumentos, irrumpir en un espacio de grabación, rogar o robar micrófonos, hacer el mejor álbum del año. Hay muy pocos lugares en el mundo donde esto sigue ocurriendo.

Richard Ley-Hamilton (Males): El “Dunedin Sound” de los 80 fue el resultado de motivaciones y actitudes comunes: DIY, sincero, energético y ambicioso. Ahora, como entonces, existe un cierto enfoque de pop de guitarras, aunque nuestra forma de crear es bastante diferente y se ve influenciada por música muy diversa y, con respecto a Millie y Adrian, una gran cantidad de literatura y cine. En todo caso, sonamos como alguien que disfruta creando y publicando música, y la unidad entre nuestras bandas radica en el verdadero disfrute (y emulación ocasional) de las aportaciones de cada uno. Estos músicos han crecido en las mismas calles que yo, pero tienen diversas voces y perspectivas; a mí me fascina.

Ian Henderson (Fishrider Records): No, no creo que haya un nuevo «Dunedin Sound». Creo que las bandas de Fishrider pueden tener un “sonido”, ¡todas ellas tocan pop de guitarras, jangly y melódico! Pero no culpéis a Dunedin, esto sólo es mi gusto musical. Existen muchas bandas electrónicas, de música experimental, también de metal. No creo que haya una similitud con los años de Flying Nun. Pero desde fuera se escucha una guitarra jangly y un pop ligeramente sin pulir desde Dunedin y automáticamente piensan en Flying Nun. Ellos sólo están haciendo lo que la gente joven ha hecho durante décadas: coger instrumentos y crear música que refleja sus intereses, experiencias y sentimientos.

¿Creéis que estáis manteniendo el legado de las bandas de la época de Flying Nun? ¿Os han influenciado?

Trick Mammoth: Esas bandas probablemente no nos necesitan para mantener vivo su legado, pero es bonito ser de una ciudad que tiene un legado que reconocer. Si bien creo que no nos han influenciado musicalmente, si que no podemos evitar estar influenciados por la forma en que creamos y tocamos la música (Millie Lovelock). Las bandas históricas no nos necesitan para reivindicar su herencia. No creo que hayamos decidido que esos grupos nos influyan conscientemente, pero me encantan The Verlaines, The Clean y The 3D’s. Nosotros tocamos música, lo pasamos bien e intentamos hacerlo lo mejor que sabemos (Adrian Ng).

The Prophet Hens: Nosotros estamos muy influenciados por la música de Flying Nun, pero hay que tener en cuenta que somos algo más mayores que nuestros colegas – risas – (Karl Bray). Sin duda mantenemos ese legado. Respeto muchísimo a The Chills y The Verlaines. Me encantan The Bats, aunque empecé a escucharlos después de unirme a The Prophet Hens, pero tenemos similitudes con su sonido. Es un orgullo que se nos asocie con ellos (Penelope Esplin).

Richard Ley-Hamilton (Males): En realidad, creo que es al contrario: gracias a su legado a la gente le importa lo que sucede en Dunedin, nos da una oportunidad de llegar a un público mucho mayor. Soy fan de varias bandas del “Dunedin sound”, pero no incorporo mucho de sus estilos en las canciones de Males. Asumo que hasta cierto punto estoy canalizando una energía propia del lugar, ¡pero no lo hago de forma consciente! Mi banda Flying Nun preferida serían The 3Ds a comienzos de los 90. La revitalización del clásico «Dunedin sound» es más afín a mis gustos, especialmente debido a la escena internacional de la época, con grupos como Pavement, Pixies, Nirvana o Sonic Youth.

 

Conexiones_Grupos_Dunedin

¿El DIY y la colaboración constante es una forma de sobrevivir, una cuestión “familiar” o una “actitud vital”?

Millie (Trick Mammoth): Es una forma de supervivencia, y también algo familiar. Adrian es parte fundamental de The Attic y mi otra banda ensaya y graba allí. De hecho, Adrian grabó y produjo nuestro álbum, y nuestro batería, Sam (Valentine) es un periodista musical que forma parte de Trick Mammoth, Astro Children y Males.

Penelope Esplin (The Prophet Hens): Como dije antes, puede ser un poco musicalmente incestuoso con todas las bandas conectadas, pero creo que hace que los grupos y sus músicos sean mejores. Creo que el trabajo colaborativo es sólo el producto de ser una pequeña comunidad. Invariablemente la gente se ve influenciada por aquello que escucha. Pero a mi me encanta.

Richard Ley-Hamilton (Males): Somos una familia muy particular. Sam, Adrian y yo tocábamos juntos desde el instituto, cada banda con un elenco rotativo de otros miembros. Los grupos se separan y surgen otros nuevos, ya sea por influencias cambiantes, diferencias creativas o aburrimientos compartidos. Compartimos locales de ensayo, instrumentos, amplis, miembros de las bandas, todo.

Ian Henderson (Fishrider Records): Aquí la música es más bien un estilo de vida o actividad creativa y no tanto una carrera. Algunos de los miembros de las bandas del sello fueron a la escuela juntos, por lo que son amigos inseparables desde siempre, como Males y Trick Mammoth. O se conocieron en la universidad, o tocando. Adrian ha grabado a muchas de las bandas en The Attic, donde también se encuentra todo mi equipo de grabación de Fishrider. La sede de Fishrider, que es el sótano de mi casa, la usan unas pocas bandas como local de ensayo. ¡A Trick Mammoth les encanta porque el equipo es bueno y les traigo café y comida!

Ponemos aquí el punto y final a la entrevista, pero ni mucho menos a la música. ¡En breve encontraréis en Indienauta las reseñas de varios de los discos de estas bandas!