7.9
Score

Final Verdict

Korine entregan un tercer álbum notable en el que su synth-pop también se mete en terrenos algo más oscuros y guitarreros. Y hay que decir que se les da maravilla fusionar estas dos facetas de su música.

Korine se han convertido en un valor seguro para cualquier amante del synth-pop que se precie. El dúo de Filadelfia formado por Morgy Ramone y Trey Frye nos conquistó del todo con ‘The Night We Raise’, su segundo trabajo. Incluso llegó a meter su “Fate” entre nuestras canciones favoritas de 2020. Ahora vuelven con un nuevo álbum, y siguen exactamente donde lo dejaron. Es decir, que nos encontramos ante una colección de canciones llena de teclados luminosos y envolventes, unas cajas de ritmos que te llevan a la pista de baile, y algunas cuantas guitarras al más puro estilo New Order. O no, porque, a veces salen un poco del guion y ensucian más sus temas, lo que los lleva a mundos más post-punk.

Tear’ es un álbum en el que están muy bien representadas esas dos facetas de su música. Además, aunque sus influencias se nutren mayormente de los ochenta, también es cierto que aquí saben salirse de esa década en un par de ocasiones. La primera, además, casi nada más empezar. “Burn the World” es un tema clásico de Korine, con sus guitarras y sus teclados luminosos, pero su ritmo es menos synth-pop y más dance. Muy en la línea de lo que están haciendo últimamente Lust For Youth. Y la segunda llega con “Deicide”, que cuenta con una base rítmica que no puede sonar más al principio de los noventa, y a ese mundo eurobeat que conquistó el viejo continente durante los primeros años de esa década.

Tendemos a pensar que el synth-pop era cosa de los europeos, pero en Norteamérica también salieron algunas bandas interesantes que le dieron otro enfoque -me vienen a la cabeza Information Society-. Y ahí es donde se fijan Korine. Temas más tranquilos, como pueden ser “Lost in the Dark” y “Chimera”, tiran de sonidos sintéticos, pero lo hacen desde una estructura más rock. Además, en la segunda, las guitarras cuentan con más presencia. Y si nos vamos a un corte como “The More I Try”, nos encontramos con todo un pepinazo en el que se acercan bastante a A Flock of Seagulls -ya sabemos que eran ingleses, pero tuvieron mucho éxito en Estados Unidos y popularizaron este tipo de música allí-. Eso sí, en “Train to Harlem” sí que se van un synth-pop clásico para dar con todo un himno de lo más vibrante.

Su afición por las guitarras de corte oscuro los lleva a dar con una canción como “Mt. Airy”, que cuenta con una caja de ritmos potente y acelerada, pero también con una guitarra y un bajo que son puro post-punk. Aunque eso sí, su teclado luminoso termina ganando la partida. Algo que no se puede decir de “Forevermore”, el tema con el que cierran en álbum. Aquí se atreven con uno de esos baladones de corte ochentero en los que una batería sintética está en un primer plano -las míticas power ballads-, pero, una vez más, lo ensucian con una guitarra que le da un punto más oscuro a la canción. Y hay que decir que les ha quedado estupenda.