Mis Américas bailan.

Hacía dos años que el argentino-canadiense Kevin Johansen no regresaba a la capital española. Se notó el reclamo que suscita, a tenor del lleno de la sala But. El sonido no fue perfecto, pero si la profesionalidad de Johansen y su cuarteto acompañante. Un diez para el guitarrista, y para el maestro baterista con la experiencia de los años pero con una juventud arrolladora, es la portada del último disco de Kevin Johansen. Un concierto en el que el público fue de menos a más. El ambiente estaba frío hasta que todo pareció ir cuesta arriba a partir de “Mc Guevaras o Che Donalds”, pero sobre todo a raíz de la “Cumbiera intelectual”. Y eso pese a una excelente versión en clave Johansen del “Modern love” de David Bowie. Johansen combina con excelencia la mezcla de las músicas americanas: desde la cumbia, la bachata, el tango, hasta géneros universales como el pop o el rock (suele hacer fraseos de los Rolling, de Bob Marley, de los Beatles o de otros clásicos). Combina la tradición de Sudamérica con la anglosajona. Su punto fuerte son las melodías y unas letras desenfadadas, ácidas, que señalan una manera de estar en el mundo: de vivir con ganas, de disfrutar al máximo, de aprender de los errores, y de reírse de las cosas, hasta de uno mismo.

Venía a presentar Mis Américas vol.1/2 (Sony Music, 2016). Un disco de nuevos horizontes musicales. Tiene por ejemplo la colaboración de Marcos Mundstock de Les Luthiers, que presenta “La Bach-Ata”. Johansen se siente querido en nuestro país, y se entiende bien con músicos de aquí, y de allá. Invitó al músico uruguayo, Jorge Drexler, residente en Madrid desde hace décadas. Cantó junto a él “No voy a ser yo”, cuya letra escribió Drexler, una canción sobre enfrentarse a las cosas con orgullo. Y resultó edificante y liberadora, para un público que la bailó con ganas. Luego Drexler cantó solo su canción “Frontera”, que habla sobre el ciudadano nómada y cosmopolita. Entre el público también estaba El Kanka, uno de los grandes nuevos valores musicales de mestizaje de nuestro país. El encanto de Johansen reside en su estilo de-generado, a su rollo, y en su vitalismo. En la recta final la gente se soltó y fue un colofón ideal con “Logo”, “Guacamole” y “Fin de fiesta”.

Fotos: Rubén Sanz