21.38 minutos. Ni 22 minutos para facturar la continuación de Weird Sister, el celebrado debut de los galeses Joanna Gruesome, una de las sensaciones del indiepop de hace un par de años gracias a su combinación de “caricias” pop y ráfagas de furia y abrasión punk en canciones tan llenas de azúcar como de ácido sulfúrico. En Peanut Butter, el quinteto de Cardiff —que ahora ha entrado en una nueva fase tras el abandono de la banda por parte de su cantante Alana McArdle— ha acelerado el paso y extremado su bipolaridad sónica: más pop, más bilis. Caos, pop, rabia… ¿quién dijo miedo?

Peanut Butter arranca con puro vitriolo en Last Year, casi un minuto con Alana berreando como si fuera Kathleen Hanna o Meredith Graves, y tras ese inicio cercano al hardcore la banda deja entrar la melodía, siempre con un mar de fondo crepitante, turbulencias en forma de noise pop. La tormenta se ha detenido, pero el cielo sigue amenazadoramente negro.

Veronica Falls es lo que a uno le viene inmediatamente a la cabeza al escuchar el trío de canciones que sigue. Es el tramo más claramente pop del álbum que, como primer y más delicado representante, tiene a Jamie (Luvver), con sus bonitos “ooooh Jamie” a dos voces, dejando a la marejada —algún acople, pulsión de batería o aislados chirridos discordantes— en un distante segundo plano. Le sigue Honestly Do Yr Worst, apenas 1:45 minutos de pop aguerrido donde Alana muestra sus múltiples facetas como cantante: ahora frágil, por espacio de unos segundos furibunda y explosiva y, finalmente, certero iman de la corriente melódica del tema. Similar a la anterior, pero más noise y extrema, además del exabrupto punk en el ecuador del tema, sobre todo gracias a la hiriente guitarra de Owen Williams, cierra este singular terceto pop There Is No Function Stacey. Con muy poco, Joanna Gruesome, logran impregnar de su sello propio a todo lo que hacen.

También podríamos decir que gana el pop en Crayon, aunque resulta mucho más caótica, dos canciones juntas en un híbrido, ahora visceral, ahora sutil. El ritmo trotón, casi a sacudidas de batería, se abre camino ante una maraña de ruidos y melodías que se entrecortan. Encajaría en una comedia, pero también en una película de terror.

En cambio, aunque los primeros segundos sean una especie de embudo cacofónico de sonidos, I Don’t Wanna Relax rápidamente se presenta ante el oyente como una de las joyas de Peanut Butter. Jangle-pop que va adquiriendo electricidad a medida que avanza, con punteos de guitarra y directa efervescencia. Menuda manera de abrir la segunda cara del álbum.

Le sigue la hiper-breve Jerome (Liar), hermana de Crayon en sus idas y venidas, aunque sin llegar a fracturar tanto el tempo de la canción, logrando mayor cohesión pero al mismo tiempo perdiendo capacidad de impacto. Todo lo contrario de Separate Bedrooms, otra de las mejores piezas del disco, consumación de los elementos que hacen a Joanna Gruesome únicos: melodía e irresistible querencia pop, guitarras melosas que se encrespan y aúllan en cuestión de segundos, batería imitando al más acelerado de los corazones, muy cerca de la hiperventilación, toneladas de feedback y angustia de fondo —y en las letras—… y, sin embargo todo encaja a la perfección.

La Alana más gritona nos recibe decidida en Psykick Spionage—incluida en un split junto a Perfect Pussy—, de nuevo otro ejemplo de la innata habilidad del grupo para fusionar dos canciones en una, ya que tras el arrebato punk enlaza el oasis dulzón, al galope eso sí, siempre marca de la casa. Y es que el remanso de paz, al discordante estilo Gruesome claro, no llega hasta Hey! I Wanna Be Yr Best Friend, la canción encargada de cerrar el disco en un suspiro a lomos de un órgano que a veces parece más bien parece el sonido de un monitor cardíaco anunciando los últimos estertores, antes de que una última e inesperada guitarra ponga el punto final. Quizás se echa en falta alguna canción —léase trallazo— al estilo de Sugarcrush o Secret Surprise, y a veces uno tiene la sensación de que la “fórmula Gruesome” necesitará pronto un “golpe de timón” para no agotarse. Pero de momento, toca disfrutar de Peanut Butter, un más que un digno sucesor de su debut. La confirmación de una banda muy especial.