Nadie duda de la habilidad con la que cuenta James Blake a la hora de crear estupendos collages sonoros electrónicos. El músico británico se ha ganado, merecidamente, a crítica y público con su fusión de dubstep, ambient y pop. Quizá, por eso, algunos se esperaban algo más de su nuevo trabajo, el cual, en las últimas horas, está de bastante actualidad por una mala crítica de la poderosa Pitchfork. El gigante de Chicago le acusa de estar estancado y de hacer un disco demasiado blando (como si esto último fuera malo). Además de llamarle egocéntrico por el excesivo uso que hace de la palabra “yo” en las letras. Unas acusaciones con las que no estamos muy de acuerdo. Aunque sí que hay algún patinazo por ahí.

Los discos llenos de colaboraciones siempre son complicados, ya que se puede perder la identidad y personalidad del artista, y que la canción termine siendo de la estrella invitada de turno. En “Assume Form” solo ocurre una vez, y es en el caso de ‘Mile High’, donde colaboran Travis Scott y Metro Boomin. Estamos ante un tema bastante soso de trap, en el que casi es imposible reconocer a Blake, y en el que no hay nada nuevo que escuchar. Sin embargo, las otras colaboraciones sí que son notables. Empezando por ‘Barefoot In The Park’, donde nuestra Rosalía toma todo el protagonismo en una delicada canción, en la que se fusiona de maravilla la propuesta de la catalana con la del británico. Algo parecido a lo que sucede en la inquietante ‘Where’s The Catch?’, con un André 3000 rapeando de lo lindo entre sonidos que son puro Blake. Aunque, quizá, la mejor colaboración sea de la Moses Sumney, que convierte ‘Tell Them’ en una canción de lo más cálida. Eso sí, con la ayuda de Metro Boomin, que vuelve a aparecer de nuevo en los créditos.

A estas alturas, resulta más que evidente que James Blake no necesita a nadie más para conseguir grandes canciones. Es más, casi se podría afirmar que, los mejores momentos de este trabajo, están fuera de las colaboraciones. Es el caso del tema que abre y da título al disco, donde despliega toda la delicadeza que ha caracterizado su carrera, y nos deja una de esas canciones que te envuelven y no te sueltan. Sobre todo a partir de cuando entra la voz robotizada y pitufada. Pero también consigue emocionar en ‘Into The Red’, o en la excelente ‘Power On’. Además de en ‘I’ll Come Too’, que tiene un final “blandengue” que es una delicia. Y es que, el amor, ha llamado a las puertas de Blake, y eso se refleja en buena parte del disco. Eso sí, cerrar con ‘Lullaby For My Insomniac’ no ha sido muy buena idea. Más que nada porque hace honor a su título y duerme hasta las piedras.

Puede que no sea la gran obra que esperaban algunos, pero sí es otro buen trabajo del de Londres. Además, en él, se le puede escuchar más optimista que nunca, y eso siempre es una alegría.