Es innegable que la carrera de Interpol ha seguido un camino descendente. Aunque también es cierto que debutar con un disco aclamado unánimemente por la crítica, y uno de los pilares del revival del post-punk, no lo pone muy fácil. Pero sí es cierto que, tras el notable “Antics”, sus siguientes trabajos pegaron un bajón considerable. Lo bueno es que, tras el hundimiento del tercer y cuarto trabajo, empezaron a remontar en el quinto, y con este “Marauder” siguen en ese camino ascendente. Aunque tampoco hay que emocionarse mucho, que todavía les queda un buen recorrido para llegar a los niveles de sus inicios.

Podríamos achacarle parte de la culpa de esta recuperación a Dave Fridmann, que les ha producido el disco, pero sería absurdo. El sello del mítico productor, que ha estado a los mandos de los mejores discos de Mercury Rev, Mogwai o The Flaming Lips, no aparece por ningún lado. Es más, el disco cuenta con un sonido bastante sucio y directo, en el que no hay nada del preciosismo que suele inundar sus producciones. Esta vez, el mérito es del propio grupo, que se ha puesto las pilas, y ha vuelto a componer canciones con gancho.

Los singles previos del álbum ya nos dieron alguna pista de esta recuperación. Tanto ‘The Rover’, como ‘Number 10’, son dos cortes notables, en los que nos encontramos unos Interpol con ganas de recuperar los hits del pasado, y de hacer canciones mucho más directas. Algo que también se puede ver en la popera ‘If You Really Love Nothing’, el que, a la postre, ha terminado siendo el tercer single. Pero las buenas noticias no terminan con los adelantos, en el resto del álbum también hay unas cuantas canciones que están a la altura. Es el caso de ‘Flight of Fancy’, donde nos dejan el mejor estribillo que han sacado en años, además de un desfase guitarrero final de lo más contundente. Y luego tenemos ‘Mountain Child’ y ‘NYSMAW’, en las que aparecen de nuevo los Interpol que van directos al estribillo redondo.

Donde siguen sin acertar es en los temas más crudos. Y es que, cuando se van por las ramas y pasan de las buenas melodías y los estribillos directos, pierden muchos puntos. Es el caso de ‘Stay in Touch’ y ‘Party’s Over’, que resultan aburridas y, en el caso de la segunda, demasiado estridente. Afortunadamente, lo arreglan un poco al final, que es cuando aparece ‘It Probably Matters’, donde se relajan un poco entre una maraña de guitarras, y nos dan una nueva visión de su música.

Se les puede acusar de ser comodones y repetirse, pero al menos, ahora, lo hacen con un poco más de gancho y, lo que es más importante, mejores canciones.