Todo el mundo nos había hablado maravillas de Indietracks. Un lugar singular. Una atmósfera relajada, amigable. Una auténtica pléyade del mejor indiepop de ayer y de hoy, comprimida en un recinto tan singular como cómodo y manejable. En definitiva, un festival único. ¿Sería verdad? Esta es la crónica de nuestro periplo, personal y subjetivo claro está, por la séptima de edición de Indietracks. Tres días de trenes e indiepop. Tened cerca lápiz y papel —o su versión electrónica para los menos románticos—, porque el bombardeo de nombres probablemente desconocidos va a ser constante.
Viernes 25 de julio
Bajo un sol de justicia, y tras comprobar que se puede sobrevivir a conducir por la izquierda, pese a que sea harto temerario, llegábamos a la estación de Butterley-Swanwick, punto de partida de Indietracks. Allí, la locomotora de vapor que realizaría el breve trayecto hasta el Midland Railway Centre, una especie de parque temático dedicado al tren, que durante el último fin de semana de julio se transformó en el paraíso del indiepop.
El día inaugural del Festival contaba con cuatro grupos consecutivos programados en el escenario principal, al aire libre. Y elegidos para abrir Indietracks tuvimos al encantador cuarteto femenino Teen Canteen que, con apenas un par de EPs publicados, lograron contagiar su pop directo y sencillo, basado en las fantásticas armonías vocales de todas sus integrantes y algún ligero apoyo de los teclados.
En segundo lugar vimos a los veteranos Spearmint, combo que nació en plena época del britpop y logró un hit notable con Sweeping the Nation para luego caer en el olvido —de hecho la canción era un homenaje a las bandas que, como ellos, se quedaron a las puertas del éxito—. Su northern soul con guiños a la pista de baile congregó a un buen puñado de público danzarín, pero no conectó demasiado con la mayoría de los asistentes, que prefirieron tostarse al sorprendente sol de media tarde o simplemente repantigarse en la hierba.
Absolutamente triunfal en cambio fue el siguiente concierto, a cargo de The Chills, uno de los nombres más ilustres de la escena indiepop neozelandesa y el mítico sello Flying Nun, que demostró estar en plena forma en Indietracks. Y es que junto a gloriosos clásicos del llamado “Dunedin Sound” como Pink Frost y sus eternas líneas de guitarra, o la épica pop de Heavenly Pop Hit, nuevos temas como el que dará título a su próximo álbum, Silver Bullets, no solo no desmerecieron, sino que auguran nuevos grandes momentos con el grupo liderado por Martin Phillipps. ¡Larga vida al Dunedin Sound!
Y tras el buen sabor de boca dejado por The Chills, Allo Darlin’ cerraría la noche por todo lo alto ante una audiencia entregada de antemano. Aunque centraron su set en sus dos discos, arrancaron con tres piezas seguidas de su tercer álbum, We Come from the Same Place, que verá la luz este otoño. Luego llegarían muchos momentos para recordar, como la luminosa Wonderland, el esperado momento Tallulah, con un respetuosísimo público dejando brillar a Elizabeth Morris y su ukelele, la presencia de Emma Kupa —Standard Fare— en el escenario para cantar la arrebatadora Silver Dollars, la contagiosas Darren —su oda a Darren Hayman—, y My Heart is a Drummer. Jugaban en casa y ganaron por goleada. Fantástico final de la primera jornada.
Sábado 26 de julio
Más calor sofocante y en horario de mediodía —imposible que un festival veraniego comenzase a la hora del vermut en España— para dar comienzo al segundo día de Indietracks con los andaluces The Royal Landscaping Society —su majísimo líder Cris también está detrás del más que recomendable sello Bubbletone /Little Treasure— en el escenario principal. Dream-pop de bella factura —atención a Early Sunrays— que logra sus mejores resultados cuando coquetea con el shoegaze, y que contó con la presencia de la deliciosa pareja formada por Cristina Quesada y Andreas Jonsson, el genio pop detrás de Alpaca Sports en un par de temas.
A continuación vimos a los canadienses Thee Ahs, que se auto definen como black bubblegum pop y que en el escenario se traduce en una pasmosa capacidad para retorcer el pop de aires más twee y convertirlo al instante en pura abrasión punk o una punzante y destartalada revisión del rock alternativo de los 90. Tienen cantante, Sarah Lowenbot, actitud y temas, así que habrá que seguirlos muy de cerca. Descubrimiento.
De nuevo producto nacional, ahora con los gallegos Linda Guilala y su expansivo shoegaze de alto voltaje. Responsables de uno de los mejores EPs publicados en lo que llevamos de año en nuestro país, Xeristar, las canciones que lo conforman fueron los momentos más certeros —No Me Véis y Verano son de aúpa— de un show sin fisuras. Valor seguro.
Cambio de escenario para ver a los reunificados Blue Minkies en el indoor stage, la antigua cochera del ferrocarril. Punk-pop gritón y bastante cacofónico, en lo que se convirtió en una auténtica fiesta para las —ya granaditas— primera filas, mientras que los demás aprovechamos el momento a la sombra para descansar o buscar avituallamiento.
De vuelta en el escenario principal para The Spook School, para quién escribe uno de los mejores conciertos del festival. Imparable puesta en escena, infecciosas canciones de indiepop nervioso y urgente, cantados en un irresistible acento escocés, y con un batería que es todo un showman –desconocíamos que el sudor, el polvo y el tofu pudieran dar para tantos descacharrantes comentarios-. Imposible no bailar o dejarse la voz con pepinazos como The Cameraman o I’ll Be Honest… a menos que no tengas sangre en las venas.
El momento más incierto de la tarde llegaba con una sucesión de dolorosos solapes —ríete tú del Primavera Sound—. No pudimos entrar en la pequeña iglesia victoriana —por fin la religión tiene alguna utilidad— para ver a Nat Johnson y el arranque de otro grupo renacido, The Popguns, tampoco nos convenció, así que acabamos en el escenario indoor para ver a Dean Wareham. Y aunque los problemas de sonido del bajo de Britta Philips y el exagerado calor nos hacían temer lo peor, la elección fue todo un acierto. En un claro in crescendo, el profesor Wareham —cada día tiene más aspecto de maestro de historia— y compañía dio una clase magistral, buceando en la discografía de Galaxie 500 para rescatar, atención, Snowstorm, When Will You Come Home, Strange, Tugboat y la inmensa traca final de Fourth of July para rematar. A sus pies.
El listón estaba muy alto tras semejante show, y el elegido para cerrar la segunda jornada de Indietracks, Gruff Rhys —líder de Super Furry Animals y mitad de Neon Neon— no estaba muy por la labor de ejercer de cabeza de cartel al uso. Y es que su último disco, American Interior, es un trabajo conceptual, una especie de investigación histórica, recreando las peripecias de finales del siglo XVIII del explorador británico John Evans por las Américas, en forma de canción. En un formato casi acústico y con Rhys desgranando la historia de Evans entre los temas, el final de la noche llegó de un modo letárgico, bastante extraño para lo que suelen ser los festivales.
Domingo 27 de julio
El tercer día del Festival se presentaba aún más repleto de bandas a disfrutar. Comenzamos muy pronto, a eso de la 13:00 para no perdernos el show de nuestros muy queridos y ya descubiertos en Indienauta The Swapsies. Tan encantadores como su música, los de Liverpool probaron en el escenario indoor que poseen esa magia que hace que tres minutos de pop —atentos a las irresistibles nuevas canciones— resuene en tu cabeza mucho después de haberlo escuchado mientras sonríes como un bobo.
Carrera rápida para asegurarse el sitio en la pequeña iglesia. La pareja francesa Watoo Watoo y su pop espacial deudor de Stereloab y Young Marble Giants —preciosa versión en clave bossa de Searching for Mr.Right incluida— lo merece. Pese a algún paso en falso debido a lo complejo de trasladar su elaborado sonido al directo —lástima del exceso de programaciones y del bajo a un volumen excesivo—, pronto pudimos disfrutar de las magníficas canciones de Une Longue Si Attente y la sugerente voz de Pascale Korchia.
Sin tregua —menos mal que las distancias entre escenarios no tienen nada que ver con ir del Pitchfork a Mordor— en el escenario indoor nos aguardaba una doble ración de excelentes descubrimientos. Primero con los también franceses The Wendy Darlings y su visión sucia, garajera, y absolutamente apabullante, del indiepop. Y tras ellos, The Hobbes Fanclub, que se han sacado un discazo shoegaze incontestable de la manga con Up at Lagrange, impecablemente trasladado al directo.
Más. Rauda incursión en el escenario principal para otro de los momentos más esperados del domingo. Nos referimos al genio de Idaho, Jeremy Jensen, más conocido como The Very Most, y su transoceánica superbanda, reclutada para la ocasión. Pese a que el sonido no acabó de acompañar, canciones como You’re in Love with the Sun, perfecta para la soleada tarde, o la que da título a su más reciente EP Things Too Obvious to Sing —muy pronto en Indienauta— valen cada uno de sus segundos en oro.
Cinco bandas, bajo un calor constante y todavía no son ni las 18:00. Se imponía una breve tregua para recuperar fuerzas antes de ver a Night Flowers en el indoor. Aunque su sonido los emparenta claramente con grupos como Stars o The Pains of Being Pure at Heart, en directo se acercaron más a The Primitives. No es una crítica, de hecho no habla nada mal de ellos en lo que se refiere a conectar con el público. Banda a seguir.
Entramos en la recta final de Indietracks con una fugaz impresión de la en nuestra opinión anodina música del galés Sweet Baboo para entrar en el universo paralelo de los escoceses The Just Joans, aclamados y adorados por el público como pocos –por lo que parece son una de las debilidades de Indietracks, tres veces escuchamos su canción If You Don’t Pull durante el mismo- pero a los que simplemente no “pillamos”. Algo tendría que ver la horrorosa versión de Do You Remember the First Time? que se marcaron. Con Pulp no se juega.
Afortunadamente, no hubo demasiado tiempo para lamentarse, ya que el siguiente nombre del interminable cartel se convirtió en otro de los mejores indispensables de Indietracks. Dan Willson, más conocido como Withered Hand (en la cabecera) ofreció un conciertazo, dando buena cuenta de su espectacular último disco New Gods así como sus temas más clásicos. Con la inmejorable compañía de Pam Berry de los míticos Black Tambourine en los coros, muy pronto nos puso la carne de gallina con esas dos joyas que llevan por nombre Horseshoe y Black Tambourine, invocando el espíritu del malogrado Alex Chilton y las canciones eternas. Pensábamos que la actuación sóloo podía ir a peor al “gastar” sus dos mejores bazas casi de inicio, pero Willson se sacó de la manga las brutales interpretaciones de Love in the Time of Ecstasy, California y, sobre todo, la sobrecogedora Religious Songs. Una semana después y todavía se me pone el vello de punta al recordarlo.
A la séptima edición de Indietracks todavía le quedaba un grupo más. Y pese a que, como ya ocurriera el día anterior, The Hidden Cameras fuera una elección de cabeza de cartel muy discutible —muy atrás han quedado los tiempos de Awoo, ahora reemplazados por una especie de pop tribal, sintetizado y oscuro—v no pueden empañar las extraordinarias sensaciones dejadas por nuestra primera experiencia —apostamos que no será la última.
Fotografías: Carla Rebés
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