Lo que han conseguido las Hinds es digno de elogio. Con apenas unos años de vida, la banda madrileña se ha recorrido todo el mundo, ha tocado en la televisión norteamericana, y ha logrado críticas notables en medios tan prestigiosos como Pitchfork o Consequence of Sound. Algo que parece no gustar a unos pocos por aquí, que siempre las acusan de una cosa u otra, en lo que, muchas veces, no deja ser una prueba más del machismo que inunda este país. Y de la envidia, que también la practicamos estupendamente. Afortunadamente, a estas cuatro chicas, no parece impórtales mucho las críticas, y se centran en sus canciones, las cuales están bastante bien.
“I Don’t Run” es un trabajo continuista, eso no lo vamos a negar, pero también es un disco más maduro. La producción de Gordon Raphael (sí, el responsable del sonido de los dos primeros trabajos de los Strokes), funciona bastante bien. Y, a pesar de que se excede un poco en la suciedad de las voces, resalta lo que realmente importa: su frescura. Sería absurdo decir que hacen algo nuevo, porque no es así, pero sí que han sabido plasmar todo el buen rollo y la ilusión con la que llevan su carrera. Gracias a esto, nos encontramos ante un trabajo de lo más entretenido y lleno de singles potenciales, como ‘New For You’ o ‘The Club’, que han servido de adelanto. En ellos, y en prácticamente todo el disco, despliegan ese descaro que, junto a sus punteos, sencillos pero eficaces, y sus juegos de voces, se han convertido en sus señas de identidad. Por eso es fácil dejarse llevar en temas como ‘Tester’ y ‘Finally Floating’, otros dos de los cortes más directos del disco.
La banda madrileña vuela muy alto en algunos temas de este “I Don’t Run”, donde muestran un poco de evolución, aunque no mucha, eso sí. Es el caso de la fantástica ‘Soberland’, un dardo envenado en forma de canción, en el que, con unas guitarras dobladas y un poco suciedad strokera, consiguen resultados excelentes. También les sienta muy bien limpiar un poco su sonido y dejarse llevar por sonidos más cálidos en ‘Linda’, que es deliciosa. Incluso no se les da nada mal hacer algo parecido a una balada en ‘I Feel Cold But I Feel More’.
“I Don’t Run” no es un disco perfecto, ni mucho menos, le sobra pedal de voz por todos los lados y a veces se pasan de gritonas, pero es un trabajo de lo más entretenido. Y lo que es mejor, es el disco con el que van a callar muchas bocas.
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