8.1
Score

Final Verdict

Hatchie se confirma como una de las mejores artistas de su generación con ‘Giving The World Away’, un segundo álbum lleno de hits instantáneos en el que cabe dream-pop, shoegaze, synth-pop, trip-hop, y hasta una pequeña obsesión con el Manchester de finales de los 80.

Es imposible no caer rendido ante Hatchie. El proyecto de la australiana Harriette Pilbeam nos ha dejado algunas de las mejores canciones de pop de los últimos años. Y digo pop en general, porque, aunque normalmente se mete su música dentro del carro del dream-pop, sería un tanto absurdo encasillarla ahí. Desde que la descubrimos con aquel fantástico Ep de 2018 llamado ‘Sugar & Spice’, nos ha dado unas cuentas muestras de que su universo musical es amplio y en el caben muchas de sus inquietudes. Algo que confirmó con su estupendo álbum de debut, y que vuelve a confirmar con su segundo trabajo.

La pandemia también le ha pasado factura a Hatchie. Si en sus primeros trabajos nos obsequiaba con deliciosas canciones en las que el amor era el protagonista, ahora cambia de tercio y nos deja una colección de temas que hablan del paso a la madurez, la ansiedad, la depresión, y como combatirla. Lo que en el universo John Hughes, ese mítico director de cine que tanto le gusta, sería el paso de ‘Pretty in Pink’ a ‘Sixteen Candles’. Y eso es algo que se nota en el disco, que cuenta con algunos momentos más oscuros y melancólicos.

Pilbeam ha contado con la ayuda de Jorge Elbrecht a la producción, de su marido, y líder de RinseJoe Agius, y de James Barone, que suele tocar la batería con Beach House. Un tándem de lujo con el que consigue momentos absolutamente memorables. Como esa gema pop llamada “Lights On” que abre el álbum. Una de esas canciones marca de la casa en las que hay poco de synth-pop, un pequeño toque ensoñador, y un ligero acercamiento a sonidos más mainstream. De hecho, estoy seguro de que no me equivoco si digo que, en manos de una Carly Rae Jepsen, se convertiría en todo un hit. Algo que también pasaría con “Quicksand”, que es incluso mejor y más directa.

Una de las cosas que hacen de la música de Hatchie algo especial, es su talento para fusionar todo lo que le gusta y lograr dar con algo realmente alucinante. Es el caso de “This Enchanted”, donde en su batidora se fusionan el shoegaze y la locura del Manchester de 1989. Dos ingredientes con los que hace una canción irresistible. Como irresistible es la oscura, y algo más esquiva, “The Rhythm” en la que tira de una influencia (confesada) de los primeros años del dance europeo (ese teclado la delata), y la mezcla con un piano house que casi parece salido del ‘Scremadelica’. Un piano que se acelera en “Giving The World Away”, donde, una vez más, se deja llevar por los sonidos más bailongos del segundo verano del amor.

A lo largo de los casi 50 minutos que dura este disco, Hatchie también tiene tiempo para relajarse un poco y acercarse a su faceta más ensoñadora. Ahí tenemos la delicada “Twin”, que casi se podría decir que es su “True Blue”. O la sedosa, y algo trip-hop, “Take My Hand”, la cual acaba con un precioso mar de trompetas y un teclado épico que te envuelve. Incluso es capaz de sacarse de la manga una balada de pop sintético como es “Don’t Leave Me In The Rain”. Y lo que es mejor: salir más que airosa del reto y entregar una de las canciones más bonitas del disco. Aunque eso sí, para terminar este fantástico álbum, recupera las enseñanzas de los Cocteau Twins y nos deja todo un himno dream-pop llamado “Til We Run Out Of Air”.