Este libro es un descubrimiento. En menos de doscientas páginas, el escritor alemán Thomas Sparr (Hamburgo, 1956) explica un sueño, que parece no ser verdad. Un barrio, que no existía en una zona de Jerusalén escasamente habitada, se convirtió en ciudad jardín en los años veinte para aquellos judíos alemanes que escogieron el destierro antes que un destino peor. La República de Weimar, surgida tras la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial (1918-1933) se fue al garete. El fanatismo puso precio a la vida… de muchos. 

El autor trabajó en el Instituto Leo Baeck y en la Universidad Hebrea de Jerusalén, entre 1986 y 1989. Fue durante ese tiempo cuando alumbró la idea de escribir sobre el barrio Rehavia, epicentro de la Jerusalén germanojudía. En 2018 se publicó Grunewald im Orient. Das deutsch-jüdische Jerusalén (Acantilado, 2023). El editor, ensayista y bibliófilo da pistas en el prefacio del libro:

«Como transportado por una máquina del tiempo, reconocí el mundo de los yekkes, los judíos venidos de Alemania con traje y corbata, las damas con sus vestidos, también de chaqueta, las de Weimar, Frankfurt, Berlín, Múnich o Königsberg de las décadas de los años 1920 y 1930, la presencia desplazada en el tiempo de un pasado que yo sólo conocía por haber oído hablar de ello, por los libros, por los congresos»

Diferentes académicos alaban el ensayo de Sparr, al mismo tiempo, que muestran su desacuerdo con algunas de las ideas expuestas. Pero la desavenencia principal es el hecho mismo de Rehavia. Se dice que el título de la versión en inglés es engañoso, German Jerusalem: The Remarkable Life of a German-Jewish Neighborhood in the Holy City. Conocedores y estudiosos de las tribulaciones políticas, sociales y militares en la primera parte del s. XX en Europa vienen a decir que el ensayo se cimenta en la intersección del nacionalismo judío, el colonialismo británico, la historia urbana y el «exilio de la razón» de Europa Central. 

Ilustres pensadores como los autores S.Y. Agnon y Amos Oz; los filósofos Gershom Scholem y Martin Buber; la teórica política Hannah Arendt, los poetas Yehuda Amichai, Lea Goldberg y Else Lasker-Schüler o el arquitecto Erich Mendelsohn, entre otros muchos, vivieron en casas despejadas de muebles y abarrotadas de libros. Y daban vida a Rehavia, un hábitat centroeuropeo, en medio de una tierra árida, cuyo significado es «Llanura de Dios». También conocido por los lugareños como el Gruenewald en Oriente, el original barrio de Berlín. En 1921, la Compañía de Desarrollo de Tierras Palestinas encargó al arquitecto Richard Kauffmann (1887-1958) que hiciera la planificación, inspirada por una ruta de ciudades jardín de Gran Bretaña, Países Bajos y Alemania. En aquellos años, Jerusalén estuvo bajo el Mandato Británico.     

Las historias avanzan por la claridad de las tramas, como por la índole de los personajes. Rehavia no es una anomalía, es un personaje más, que funciona como elemento aglutinador del conocimiento, el lenguaje y las relaciones personales, en definitiva, la comunicación. Habrá que entender que la labor de traducción de Carlos Fortea tiene mucho que ver en ello. La esencia por transmitir la palabra, hebrea y alemana, se palpa en Thomas Sparr que cultiva la mirada párrafo a párrafo, personaje a personaje, verso a verso. La memoria de un sueño está servida.