8.0Score
Final Verdict
Grace Ives se confirma como una de las artistas más interesantes del pop actual con ‘Janky Star’. Además, lo consigue sin irse a lo fácil y tratando de crear sonidos nuevos en cada una de sus canciones.
No resulta fácil destacar entre toda esta hornada de artistas que graban las canciones en su casa, con muy pocos medios, y echándose encima la composición, producción, interpretación, e incluso, en muchos casos, la distribución de las mismas. Pero la neoyorquina Grace Ives lo consiguió con su álbum de debut. Un disco que tenía como protagonista principal una caja de ritmos Roland 505. Además de una cierta tendencia a irse hacia sonidos un tanto lo-fi. Algo que cambia en su segundo trabajo. Porque la caja de ritmos sigue siendo la protagonista, pero ahora ha contado con un equipo más profesional que hace que sus nuevas canciones suenen más vibrantes.
Además de la propia Ives, detrás de la producción de ‘Janky Star’ está Justin Raisen, que también ha estado a los mandos de los últimos trabajos de Yves Tumor, Charli XCX, o Kim Gordon. Juntos han conseguido dar con un sonido que se mueve por varias sendas del pop. La artista neoyorquina no tiene ningún reparo en irse hacia un lado más comercial y entregar temas que se salen bastante de ese mundo más introspectivo que abundaba en su debut. Es el caso de “Angel of Business”, “On The Ground” y “Lullaby”, tres canciones por las que más de una estrella del pop mataría. Porque, además, le tiene tan pillado el punto a esa Roland 505, que con ella se saca unos ritmos de lo más chulos y originales. Ahí está “Loose”, donde se hace con un ritmo de lo más bailongo y un estribillo de lo más pegadizo.
Estamos ante un disco que, sin salirse del pop, es bastante variado. Grace Ives no tiene miedo a explorar caminos diferentes e irse hacia mundos algo menos evidentes. Así, se deja llevar por un tono más ensoñador en “Isn’t Lovely”, el tema que abre el disco; juega con las influencias de los ochenta en “Burn Bridges”, o se adentra en el r&b de los noventa en la estupenda “Lazy Day”. Además de adentrarse en un indie-pop algo más guitarrero, y muy pegadizo, en “Shelly”. Incluso se atreve a meterse en terrenos algo jungle y mucho más electrónicos en “Win Win”, un experimento, que, para ser sinceros, no le ha quedado muy allá. Pero bueno, es una pequeña mancha en un álbum maravilloso.
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