Tras conseguir llamar la atención en el cada vez más raquítico panorama de bandas guitarreras británicas, Gengahr se enfrentaban al “difícil segundo disco”. Según afirman, la cosa se les hizo realmente cuesta arriba. El estudio elegido inicialmente se adaptaba a su nuevo estatus de estrellas emergentes, pero se les antojaba demasiado grande y les hacía perder espontaneidad. Pronto optaron por desechar lo grabado y buscar una nueva localización donde pudieran verses las caras al tocar y que les hiciera sentir de nuevo frescos, algo a lo que además contribuyó el productor Neil Comber (Django Django, M.I.A.), que empujó a la banda a finalizar el trabajo en apenas dos semanas y que no dudaba en ponerse a bailar al lado de los músicos mientras hacían sus tomas para darles vidilla.

Se agradece que la banda no quisiera pecar de cocinar en demasía el nuevo sonido que nos querían presentar, si bien eso no ha evitado que por el camino se haya perdido algo del encanto que nos llamó la atención de su anterior A Dream Outside. Ya en su momento, destacamos el equilibrio entre la audacia melódica y cierto afán de riesgo propio de artistas de la generación inmediatamente anterior como Alt-J o Tame Impala. Ahora, sin embargo, ese riesgo parece reducirse al jugueteo con las pedaleras de guitarra (entre cuyos sonidos suelen acabar eligiendo unos tonos agudos y casi sintetizados que ya se ha convertido en sello de la banda), en el borde del cliché en el que puede caer toda banda que quiere hacerse la interesante en la era post-OK Computer. Es como si se hubiesen mirado en el espejo de los otrora alternativos Portugal The Man y hayan buscado la forma de emular el éxito que éstos han obtenido con el omnipresente Feel It Still. Con singles eufóricos como Before Sunrise, Mallory o Carrion, pueden optar a ese mercado, y no niego que tengan cierta gracia, pero en ellos se va casi todo lo que el disco tiene para aportar, y el resto de temas se pierden en una marea de inocuidad que no les hace ningún bien (con la salvedad de Rising Tides con un interesante juego entre la oscuridad e intenciones “funk”).