Siempre es una buena noticia que los grupos recuperen parte de la frescura y el talento que se va perdiendo con los años. Sobre todo si es una banda como Franz Ferdinand, que no has dado una gran cantidad de alegrías. La banda escocesa pegó un bajón con su anterior trabajo, pero los años de descanso, la colaboración con Sparks, y el cambio de miembros, les ha sentado de maravilla. Su quinto disco suena fresco, tiene unos cuantos hits implacables, y es de lo más entretenido. Así que sí, los mejores Franz Ferdinand han vuelto.

Muchos pensarán que el uso de la electrónica es el recurso fácil que utilizan los grupos de rock para actualizarse, y puede que sea verdad, pero hay que saber cómo usarla. Los de Alex Kapranos ya están curtidos en esto, y no es la primera vez que envuelven sus guitarras en sintetizadores y cajas de ritmos. Ahí está ese “Tonight” de 2009, que les quedó bastante bien. Ahora vuelven a utilizarla, y vuelven a dar en el clavo. Y lo hacen, porque en realidad siguen sonando a ellos mismos, pero desde una perspectiva más sintética. Solo hay que escuchar el hit que da título al disco, que es todo un chute de adrenalina. Además, es una canción con dos partes muy diferenciadas, y las dos funcionan de maravilla. Aunque sí es cierto que, la parte álgida, está en su minuto final, que es lo más vibrante. Siguiendo por el camino de la electrónica, nos encontramos con ‘Lois Lane’, la que podría ser una canción de synth-pop hecha por Franz Ferdinand, y ojo, que se les da de maravilla. Al igual que se les da de maravilla fusionar sus guitarras con las cajas de ritmos y los teclados en ‘Glimpse of Love’, o meter un saxo en ‘Feel the Love Go’, uno de sus clásicos hits.

Trabajar junto a Sparks también les ha venido muy bien, ya que hay dos canciones que recuerdan mucho a la faceta teatral del dúo angelino. La primera es ‘The Academy Award’, una preciosa y sedosa balada, en la que el mundo de la fama y las redes sociales les sirve de inspiración. Además, en ella, encontramos la mejor frase del disco (“The Academy Award for good times goes to you”). Sin embargo, en ‘Slow Don’t Kill Me Slow’, se hacen con una canción algo extraña y seductora, en la que Kapranos se pone susurrante mientras ruega que no le maten suavemente. Con ella cierran un disco notable, que nos devuelve a los más Franz Ferdinand más inspirados, y que los reconfirma como una de las bandas con más talento de su generación.