El mito de Ian Curtis y Joy Division sigue muy vivo. No me refiero sólo a su indiscutible influencia musical como banda estandarte del post-punk pese a la brevedad de su carrera, truncada por el suicidio de Curtis con sólo dos discos y un puñado de singles. Sino al degoteo de referencias sobre la vida y obras del grupo y su malogrado cantante. Pocas bandas han generado y generan tanto material. Misterio, iconografía y mitología rodean a la banda y al frontman más famosos de Manchester —con permiso de Mozzer, claro— en uno de esos casos en los que hablamos de un fenómeno que supera lo estrictamente musical..
Pese a que en España aún nos faltan algunas piezas —las memorias de Peter Hook, la novelización de la vida de Tony Wilson, por citar dos ejemplos— para completar el puzzle, el balance ya es más que notable. Por un lado, tenemos las que podríamos calificar de, digamos literarias, que van desde las memorias, como la indispensable Touching from a Distance: Vida de Ian Curtis y Joy Division (Metropolitan, 2008) a cargo de la que fuera su esposa Deborah Curtis, a propuestas originales y atrevidas como la reescritura-reinterpretación de sus letras, como Ian Curtis/Joy Division: Reversiones (Caja Negra, 2008). O los magníficos capítulos en obras como La Historia del Rock and Roll en 10 Canciones (Contra, 2014) o Postpunk. Romper todo y empezar de nuevo (Caja Negra, 2013), a cargo de los tótems del periodismo musical Greil Marcus y Simon Reynolds. Y luego están las más que conocidas incursiones cinematográficas, ese trío de ases conformado por 24 Hour Party People (Michael Winterbottom, 2002), Control (Anton Corbjin, 2007) y el documental Joy Division (Grant Gee, 2007). Incluso tenemos la interesante colección fotográfica de Kevin Cummins (Rizzoli, 2010). Y ahora, dos nuevos libros, aparecidos entre el final del año pasado y el comienzo de éste 2015, se suman a la colección. Los repasamos a continuación.
«Joy Division. El Fuego Helado», Marcos Gendre (Quarentena, 2014)
Sí, Marcos Gendre sigue con su infernal ritmo de publicaciones, amigos. Por tanto, sólo era una cuestión de tiempo que se enfrentara a la discografía de Joy Division, en otro episodio de la colección Discos que marcaron una época publicados por Quarentena. Unknown Pleasures, Closer y los esenciales singles Atmosphere, Transmission y Love Will Tear Us Apart —¿se puede superar ese trío de sencillos?— son diseccionados por el ojo crítico del musicólogo, con esmero y mucho espacio para dejar hablar a los involucrados en la creación de algunas de las mejores canciones del post-punk junto a expertos periodistas musicales —el mencionado Reynolds o Jon Savage— sobre el cuarteto de Manchester, recopilando sus impresiones en un notable trabajo de documentación que le sirve al autor para reforzar sus disquisiciones musicales.
Pero como ya es la norma con Gendre, si sus libros deben destacarse por algo, sin duda es por dos motivos. Uno es la apasionada pluma de su autor, que le viene como anillo al dedo a las desgarradoras canciones de Ian Curtis y compañía, como bien reza el acertado subtítulo del libro, puro fuego helado. Y el otro es el siempre gratificante “juego de conexiones”, gracias al que veremos desfilar por sus páginas no sólo a las bandas coetáneas de Joy Division o sus más directas influencias en épocas más actuales, sino también a cineastas como Werner Herzog, Fassbinder, escritores como J.G. Ballard o William Burroughs, o grupos en principio más alejados del post-punk como Superchunk, Pixies, The Triffids, Low, Jawbox e ¡incluso Family y Aventuras de Kirlian! Auténtica cosmogonía Joy Division.
«En cuerpo y alma: cancionero de Joy Division», Ian Curtis (Malpaso, 2015)
Recién publicada, la editorial Malpaso se ha sacado de la manga un fantástico regalo para fans y mitómanos. El cancionero completo de Ian Curtis, lujosamente editado, con fotografías de las letras y borradores originales, además de un postrero doble apéndice, donde encontramos textos sueltos, apuntes primigenios y esbozos de canciones, junto a imágenes, fanzines y correspondencia. Una especie de diario artístico muy poderoso.
Compilado por el periodista Jon Savage, quien firma un magnífico ensayo introductorio sobre el valor lírico de los textos de Curtis, En cuerpo y alma logra algo inusual: consigue maridar el ser un libro-objeto hermoso y reverencial y, al mismo tiempo, presentar convincentemente el poder de unas letras que funcionan, inquietantes, misteriosas, indómitas, fuera de su hábitat natural, la canción.
Poesía desolada, realismo cotidiano con sabor a plomo y plasmación kafkiana, contención funérea para un alma trágica, angustiada y en ebullición. Y, supongo, una forma de lidiar con sus demonios, de expresar sus tormentosas cavilaciones, su desazón. De hecho es Deborah Curtis, autora del prólogo, quien lo resume a la perfección: —“Cuando Ian encontró su camino, los cuadernos, los papeles sueltos y la bolsa de plástico se convirtieron en una extensión de su cuerpo. Vertió en la escritura todo lo que no podía expresar verbalmente y, por ello, sus letras nos dicen mucho más que cualquier conversación mantenida con él”—. Un refugio. Su refugio, un lugar al que acudir mientras la vida real le resultaba cada vez más insoportable. —“Su escritura maduró hasta tal punto que puedes oír las heridas en su voz”—– apostilla su esposa. Y el lector/fan siente un escalofrío en la espalda. Un escalofrío familiar, sentido cada vez que escuchamos las canciones de Joy Division.
“Heart and soul- one will burn / Heart and soul- one will burn…”
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