Volvemos al cómic con otro especial, ahora dedicado a Joe Sacco (Malta, 1960), uno de los autores más conocidos y reputados del género, gracias a obras monumentales como Palestina: en la franja de Gaza (Planeta-DeAgostini Comics, 2002), con la que obtuvo el American Book Award; Gorazde: zona protegida (Planeta-DeAgostini Cómics, 2001), por la que obtuvo el Eisner —el Pulitzer del cómic— y elegida por el New York Times como uno de los mejores libros del año o, más recientemente, con el colosal La Gran Guerra (Reservoir, 2014), dedicado a la batalla del Somme.

Hablamos del dibujante periodista, o más acertadamente, del periodista dibujante, el ejemplo más palmario de que el mundo de las viñetas no es algo infantil o idiotizante. Ojalá pudiera decir lo mismo de buena parte de las cabeceras e informativos de este país —es época electoral, con lo que el nivel, siempre bajo ahora es patético—. Y sin alejarnos del contenido político, sin embargo los dos títulos que nos ocupan, ambos de reciente aparición, nos devuelven a su faceta más underground y, también, más personal. Vamos allá.

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Yonqui de la guerra, Joe Sacco (ECC, 2015)

Como una colección de relatos ilustrados, Yonqui de la guerra es una recopilación de historias profundamente personales, una suerte de autobiografía —con él propio autor siempre presente—, episódica e incompleta de momentos fundamentales en la evolución de Joe Sacco como dibujante y periodista político. Primero nos lo encontramos como el psicodélico ilustrador de un grupo de rockeros despendolados de gira, haciendo que el tópico del “sexo, drogas y rock” se convierta en una espiral de absurdos, equívocos y frustraciones, y con Sacco imitando claramente al gran Robert Crumb en sus dibujos. Y entonces llega el cambio.

Es a partir de la segunda parte del volumen, el grueso del libro en realidad, cuando asistimos al nacimiento del reportero Sacco. Hay una parte de historia familiar, como en la desgarradora narración de Más mujeres, más niños, más rápido, donde relata la experiencia de su madre, aún niña, en su Malta natal mientras sufrían los bombardeos de Hitler y Mussolini en la Segunda Guerra Mundial. Y mucho de vivencia personal, como en el episodio quinto, inequívocamente titulado Cómo me gusta la guerra y el epílogo, en el que vemos a Sacco sufrir, con tremebunda angustia, como la primera guerra del Golfo se dirime en las pantallas de televisión. Pero el capítulo más ambicioso y escalofriante es sin duda el tercero, Cuando a la gente mala le ocurren bombas buenas, donde Sacco dibuja los bombardeos británicos de Alemania (1940-45), de Estados Unidos sobre Japón que acabó con la Segunda Guerra Mundial y, finalmente, el de USA a Libia en 1986, y los acompaña de una narrativa muy especial. Tan sólo de los comentarios, fragmentos de discursos, respuestas en ruedas de prensa, comunicados oficiales, etc. de los militares, políticos, científicos y medios de comunicación involucrados. El resultado es terrorífico. Los “buenos” construyen un lenguaje inerme, hueco, cruel, para justificar sus bombardeos y ocultar su despiadada maquinaria bélica. Los “buenos” —lo siento— son unos grandísimos hijos de puta.

Bumf

Bumf, Joe Sacco (Reservoir Books, 2015)

Obama con la cara de Richard Nixon. Torturas surrealistas que dejan a Kafka en mera anécdota. Altos mandos del ejército en pelota picada hablando de sodomizar al enemigo, un presidente jugando con drones que envía contra sus conciudadanos, invadiendo su privacidad, acusando a quién no lleva móvil o aún paga con dinero de posible terrorista. La aterradora fábula orwelliana de 1984 pasada por el prisma sardónico de un Sacco dispuesto a ridiculizar, pero sobre todo a denunciar de la forma más feroz e irreverente que es capaz: el humor como arma arrojadiza de destrucción masiva contra un poder al que, directamente, se la ha ido completamente la cabeza.

Y es que la hierática sátira de Sacco nos habla sin demasiado disimulo de los Estados Unidos, y por ende, del mundo occidental, de este aún joven milenio. Un planeta que tras el 11-S ha abrazado como dogma el “todo vale en nombre de la seguridad nacional”. Gobiernos que se llenan la boca de palabras como derechos humanos, democracia o libertades pero luego crea campos de concentración como Abú Graib o Guantánamo, espía a todo ser viviente. El totalitarismo del siglo XXI.

Sacco no deje títere con cabeza en Bumf —que significa papel higiénico en slang y se usa tanto para hablar de la propaganda publicitaria como de la información inútil y absurda que generan los medios— y, aunque a veces uno tenga la sensación de que no hay por donde coger el cómic, la línea argumental es transparente: Nixon y Obama son perfectamente intercambiables. Lo que el primero sólo soñaba en todo su abyecto sadismo hoy es la deprimente realidad. El paraíso abominable del gobernante más vilipendiado de la historia del país convertido en el día a día del imperio americano. Adiós democracia yankee. Hola pesadilla apocalíptica —atención a las páginas dobles 38 y 39, o a la misión cumplida de la 55— y dolorosamente familiar. La obra de Sacco lleva la palabra denuncia a otro nivel. Definitivamente, quien considere al cómic un arte menor no tiene ni idea…