Era la primera vez que veía en directo al trompetista francés Erik Truffaz, en versión cuarteto. Mis expectativas estaban altas, aunque con moderación, porque propuestas en la misma onda que las de Truffaz se pierden o disipan en directo. Porque al construir un universo etéreo como el de Truffaz la cosa puede acabar en la reiteración y lo autocomplaciente. En mi memoria estaba un disco delicioso, la colaboración de los japoneses Dj Krush con el trompetista Toshinori Kondo. Y Truffaz ha seguido una línea discontinua con muchos quebraderos de geometría.
Le acompañaban unos músicos de excepción: una sección rítmica repleta de frescura, compuesta por el bajista italiano Marcello Giuliani y el joven batería estadounidense-suizo Arthur Hnatek, y el teclista Benoît Corboz marcando la pauta melódica, texturas y ambientes. En resumen, una banda de lujo que está muy bien conjuntada.
Conocí a Erik Truffaz con su tercera grabación ‘The Dawn’ (1998), o su cuarta grabación ‘Bending New Corners’ (1999), en la colaboraba el vocalista Nya que aportaba un deje muy hip-hop, spoken word. Era la época en la que el francés publicaba en Blue Note. Abanderaba el espíritu de modernidad del jazz contemporáneo. Con loops, samples, y recursos aplicados a la trompeta, a los ritmos, etcétera.
Pues bien, la evolución de Truffaz ha sido fiel a un sonido que ha crecido en sonoridades del mundo (Asia, África, América, Caribe…), y en colaboración con vocalistas (Rokia Traoré, Oxmo Puccino, Sophie Hunger, Sly Johnson, Ed Harcourt, Cristophe o Jose James entre otros), o colaboraciones con el músico Murcof.
En su concierto madrileño se centró en su último trabajo ‘Lune rouge’ (Foufino / Warner, 2019). Un disco que tiene su punto introspectivo (“Cycle by Cycle”, “Reflections”) donde crea atmósferas de regocijo misterioso, de calado hondo. O piezas como “Five on the floor” (o la misma “Lune Rouge”,) que nos recuerdan al Miles Davis de los 90’s con su vertiente muy enfocada en los sintes. “ET Two” o “Tiger in the Train” buscan romper esa barrera entre el jazz contemporáneo y la electrónica minimalista y ambiental. El bajo de “Nostalgia” nos recuerda al inicio del clásico “J’ai demandé a la lune” de Indochine, y va y viene y se retuerce en devaneos melódicos (piano y trompeta llevan la voz cantante) que nos conquistan. Maravillas.
El cuarteto funcionó a la perfección en Clamores. Demostrando que el concepto del disco fluía en directo y que el concepto se sostenía por sí solo. Un concierto intenso. De atmósferas y de sonidos que nos muestran el mundo actual, en su desorden y en su magia desordenada.
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