Hay grupos que desde el primer momento se les ve que están hechos de una pasta diferente. Son bandas que necesitan muy poco para conectar con el público y, de la noche a la mañana, están en boca de todo el mundo. Ese es el caso de El Último Vecino, el proyecto de un chico de Barcelona llamado Gerard Alegre Dòria, que con su álbum de debut está recibiendo un mar de elogios. No es para menos: desde una discográfica pequeña como Domestica, y con ediciones limitadas en casete o vinilo, ha conseguido un gran número de seguidores.
¿Qué es lo que tiene este chico que no tienen otros? Para empezar, personalidad. Quien le haya visto encima de un escenario, con sus cacharros y su banda (para el directo lleva una), habrá podido comprobar su sinceridad y una forma de vivir la música que muy pocos tienen. Vamos, que se puede apreciar que no estamos ante algo impostado. Dòria no busca ser el enésimo clon de Ian Curtis, y por mucho que las influencias estén trilladas, su propuesta no deja de ser de lo más interesante. Sí, estamos ante otro disco que bebe de la oscuridad de los ochenta (tanto de la de aquí como de la de fuera) y de los sonidos sintéticos de aquella década tan revisitada. Pero, como en todo, hay formas y formas de hacer las cosas. Como ya he comentado antes, el de Barcelona, busca plasmar su propia identidad e independientemente de que suene a mil cosas reconocibles, lo consigue.
Qué más da abre el disco de una manera espectacular, dejando claro que a un tema de synth-pop se le pueden meter unas guitarras y, de paso, fusionar dos corrientes de la misma época sin que chirríe. Digamos que parece un encuentro en el estudio entre OMD y Orange Juice. De hecho, él mismo reconoce que las guitarras de The Drums (una banda que ha tirado hasta la saciedad del grupo de Edwyn Collins), han sido una influencia en algunos temas de este álbum. Ahí está Un sueño terrible, que es todo un hit pop, donde encontramos unos coros femeninos y un estribillo de lo más pintones. Es la canción menos oscura del disco y no nos extraña que se haya convertido en su mayor éxito hasta ahora. También podemos meter en este saco de “canciones pop” Otra vez asustado y Tu no estás asustado (guiños a sí mismo). La primera es un bonito tema de pop electrónico que recuerda una barbaridad a Family, incluso en las letras (…y se va deshaciendo la nieve…). En la segunda nos encontramos con otro de esos hits pop, que cierra de una forma brillante el disco.
Si nos vamos a la parte más oscura, tenemos que mencionar a grupos de aquí como Golpes Bajos o Décima Víctima. En definitiva, hablamos de todas esas bandas que salieron a principios de los ochenta en este país y que, al igual que Dòria, utilizaron sus influencias con una personalidad apabullante. Donde más evidentemente están presentes es en temas como Antes siempre esperaba o Los nuevos vecinos, que tiene un toque post-punk de lo más personal. También hay electrónica más minimalista, esa con la que a veces nos sorprendían los grupos ingleses de synth-pop, en un intento de quitarse la etiqueta de ñoños. Por este corte pasan Riscas, que tira de New Order que da gusto y Los ángeles, que es purito synth-pop primitivo y tiene una letra muy Pegamoides. En definitiva, el chico le da a todo y, lo que es más importante, todo le sale bien.
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