Cambio de tercio con una lectura deportiva de postín, El circo de los tres anillos, del periodista Jeff Pearlman que nos trae Córner —¡bienvenidos a la sección!—. La crónica de una de las últimas dinastías en la NBA: la de los años locos de los Lakers, entre 1996 y 2004, con Shaquille O’Neal y Kobe Bryant en el parquet y Phil Jackson en el banquillo. Las bambalinas, más cercanas a una Guerra Fría deportiva con episodios muy calientes, tras un threepeat histórico. Un ciclo victorioso, comandado por una dupla incontestable, un entrenador legendario y un puñado de valiosos secundarios, del todo improbable a tenor de lo sucedido en ese vestuario…    

Nacido y criado en Mahopac, Nueva York, Jeff Pearlman se inició en el periodismo en 1989, pasando al terreno deportivo en 1996 al ser contratado por Sports Illustrated, donde pasó casi siete años como escritor de béisbol. Tras pasar por Newsday, en 2004 decidió concentrarse en escribir libros, labor que compagina con su blog, sus colaboraciones con ESPN.com y SI.com, y su podcast Slinging Yang. Como autor, Pearlman tiene nueve libros relacionados con el deporte, tres sobre béisbol, dos dedicados al fútbol americano y otros dos al baloncesto, Showtime —ojalá pronto por aquí— y este flamante El circo de los tres anillos

Escrito con notable dinamismo, no exento de un tono ligero —se agradece, solo es un juego—, El circo de los tres anillos es un disfrute asegurado para cualquier aficionado. Es generoso en anécdotas, de lo más variopintas. Al mismo tiempo, es exhaustivo, deteniéndose en cualquier personaje —jugador, directivo, rival, familiar, celebridad— importante para explicar ese devenir tan espinoso como exitoso. Podría decirse que la obra se divide en dos partes: la de los Lakers previos a la llegada de Phil Jackson, y la de la escuadra que consiguió, pese a los obstáculos y autosabotajes, tres títulos consecutivos. Pero al poco de adentrarse en sus páginas, resulta evidente que el eje absoluto es la relación KobeShaq, los «Caín y Abel» de la NBA.

De hecho y, a mi juicio, junto a un exceso de comentarios lenguaraces y valoraciones gratuitas de ciertas actuaciones y comportamientos más propios de El Chiringuito —por tanto, lo más bajo—, quizás el otro «debe» del libro de Pearlman sea que su claro decantamiento por O’Neal sea a costa de exponer siempre el lado más oscuro de Kobe —id con cuidado boyfans—. No es que uno haya sido precisamente un fan del malogrado escolta —siempre en mi lista de mayores chupones de la NBA—. O que no haya leído antes sobre su carácter insufrible, obsesivo, solipsista. Por no hablar del caso de violación —que el autor no rehuye, todo lo contrario—. Pero sin su talento y tesón en la cancha la historia hubiera sido muy distinta… 

Kobe y Shaq, enemigos íntimos. Foto: Associated Press.

En cualquier caso, El circo de los tres anillos es apasionante. Los focos de interés son múltiples, nada queda en el tíntero. Los antecedentes del equipo tricampeón, desde el efímero regreso del mito, Magic Johnson, a unos Lakers deprimidos, a su forja pieza a pieza. La «baja política» de los banquillos, con el pobre Del Harris lidiando con dos egos colosales. Y la supuestamente «alta» de los despachos, con Jerry West y su soterrado enfrentamiento con Phil Jackson. El devenir de las temporadas. Las grandes series de playoffs, incluido el robo a los Sacramento Kings —que el autor admite, pese al poco respeto a Adelman y Webber— en el sexto partido de las finales de la Conferencia Oeste de 2002. Y, por supuesto, la despiadada caída…   

Hay más. Si lo anterior sería lo exigible en este tipo de obras, Pearlman brilla en el retrato de la fragilidad del equipo. Un ecosistema basado en dos megaestrellas que no se soportan. No son tanto los roces o conatos de agresión, públicos o en petit comité. Sino el choque de caracteres diametralmente opuestos. El expansivo gigante, que necesita ser querido y divertirse, frente a la monomaníaca fotocopia jordanesca que no entiende las palabras «descanso» o «socializar». Junto a ellos, los «apagafuegos» del vestuario. O el entrenador, tercer «macho alfa» con sus propios cadaveres a cuestas —¿Tex Winter?—, más gestor de la tensión transformable en competitividad que pacificador zen. En ese sentido, El circo de los tres anillos es un estupendo estudio sobre la inmadurez y el ego humano. 

La cercanía —veinte años no son nada, ¿no?— temporal. El carisma de sus personajes principales. La trágica pérdida de Kobe. La potencia de anécdotas y acontecimientos, con varios «giros de guión». La agilidad de su narración —reflejada en la traducción de Genís Monrabà—. Los argumentos por los que El circo de los tres anillos se antoja indispensable para los amantes del baloncesto son legión. Además, sorprende por su esbozo del equipo, un colectivo muy particular formado por individuos aún más complejos, junto a un valiente espíritu crítico, especialmente respecto a Bryant, en las antípodas de la esperable hagiografía, lo que puede interesar a los ajenos a la canasta. ¿«I love L.A.»? Lo seguro es que os encantará el libro…