Como en Chico y Rita (2010) los autores, el cineasta y el dibujante de tebeos e ilustrador se juntan en un nuevo episodio de la hibridación de géneros, que consiste en hacer coincidir diversas disciplinas con el objetivo de sublimar el resultado final, en que el periodismo cumple con una función de divulgación y análisis más que notable. 

En Dispararon al pianistaSalamandra Graphic (2023), Fernando Trueba (Madrid, 1955) y Javier Mariscal (Valencia, 1950) convierten un documental musical de animación en una novela gráfica del mismo título, que se sirve de la intriga y la conspiración del thriller político y de la simbología del cinema noir. Ahí está la referencia a Tirad sobre el pianista (Tirez sur le pianiste, 1960), la película de François Truffaut y su cine. Diríase que Trueba y Mariscal, desde el idealismo más naíf  —en el sentido positivo del término — enfrentan, con denuedo, la amnesia del totalitarismo, que es el telón de fondo de una vida sesgada, la del pianista Tenorio Junior que solo pretendía compartir y sumergirse en su música. 

En el color y las tonalidades, como en el guion de Dispararon al pianista, se distingue sin mancha alguna un acto de memoria, acompañado de una nítida dimensión política. La convergencia de tantos elementos, en ocasiones, dificulta el ritmo de la narración, pero no compromete el corpus de los hechos, ni la esencia musical del relato. En beneficio del imaginario, las viñetas de Mariscal deslumbran en formato panorámico, algunas a doble página, sea en NYC, como en Río de Janeiro u otras localizaciones. Todo en un papel de gran calidad.

La historia se remonta a 2010. Un periodista norteamericano, Jeff Harris  —alter ego de Trueba — acaba de publicar un reportaje sobre los 50 años de la bossa nova. Ante la repercusión del artículo, le proponen escribir un libro sobre este movimiento musical que cambió la música de Brasil. La amistad con su amigo Joao, un cicerone de la música brasilera, articula la narración del cómic, en que guionista y dibujante contemplan con deleite la cultura popular brasilera y su posterior contacto con el jazz. Por el relato biográfico del pianista, por el que desfilan familiares, amigos y grandes músicos como Vinícius de Moraes (1913-1980) y Toquinho  —con quienes estaba de gira —, también Gilberto GilCaetano VelosoMilton Nascimento y Chico Buarque primará más que la música mismaLa manera de tocar y la imaginación compositiva del instrumentista todavía suscita los parabienes de aquellos que estaban cambiando la música popular brasilera, en la década de los 60. 

Hasta cierto punto, Trueba y Mariscal juegan al escondite, pues por mediación de un músico casi anónimo, Tenório Júnior, debido a que solo grabó un álbum bajo su nombre, Embalo (1964) se explica el trasfondo de cuatro décadas de dictaduras en distintos países de América Latina.. El músico fue una víctima de ese terror. Desapareció una noche, la madrugada del 18 de marzo de 1976, al salir de su hotel, después de tocar en el teatro Gran Rex de Buenos Aires. Al parecer fue confundido con otra persona y fue «chupado» por sicarios, pocas horas antes del golpe militar, que devolvía a la Argentina a una nueva dictadura. Sus captores comprobaron su identidad, sabiendo así que no tenía adscripción política alguna. 

Francisco Tenório Cerqueira Júnior (1941-1976) falleció unos días antes del nacimiento de su quinto hijo, fruto de la relación matrimonial con Carmen Cerqueira que sigue considerándose su esposa pues nadie le ha mostrado un certificado de defunción y mucho menos el cadáver de su pareja; el testimonio de esta es un elemento esencial entre las más 150 entrevistas que Trueba llevó a cabo durante años, fascinado por la música del pianista. 

«Entre la bossa nova y la Música Popular Brasileña (MPB), entre el samba- jazz y el Tropicalismo, de Jorge Ben Jor a João Donato, de Elis Regina a Edison Machado, el pianista Francisco Tenorio Junior cultivó un sonido eléctrico, sofisticado en armonía y con arreglos melódicos y rítmicos que perfeccionó en colaboraciones con Hermeto Pascoal y Egberto Gismonti». Así describe el rotativo argentino Página 12, en 2016, al compositor brasilero. La edición de esta novela gráfica es impecable igual que la encuadernación. El volumen es de medidas extraordinarias. Un 36 x 29 centímetros para guardar 256 páginas.