8.0
Score

Final Verdict

Depresión Sonora no se han convertido en una de las realidades de la nueva escena post-punk por casualidad. Su álbum de debut certifica que estamos ante una banda que maneja a la perfección los ingredientes propios del género, pero, además, consigue darle personalidad a sus canciones.

La escena post-punk está más que consolidada desde hace décadas y, aunque nunca ha dejado de irse, sí es verdad que, cada cierto tiempo, cuenta con un nuevo resurgimiento. Algo que se está viviendo desde ya hace unos cuantos años. En parte, también, porque se ha fusionado con sonidos más dance y más actuales. Pero hay muchos artistas jóvenes que se están fijando en los principios de este movimiento y se están yendo cuatro décadas atrás. Es el caso de Marcos Crespo, que desde de Vallecas que se ha convertido en toda una revelación con Depresión Sonora, el que es su proyecto musical -su anterior EP entro en nuestras listas de lo mejor del año-. Además, tanto en España, como en buena parte de Latinoamérica, donde dentro de poco se irá de gira. Y eso, en apenas dos años, y con lo mínimo posible.

El arte de morir despacio’ es un trabajo que cuenta con unos ingredientes bien claros. Buena parte del disco está marcado por las cajas de ritmos que van a toda leche y que se fusionan con guitarras oscuras pero muy melódicas. Además de algún coqueteo con la electrónica. Lo que hace que nos acordemos de Joy Division o los primeros The Cure. Pero lo bueno que tiene la propuesta de Depresión Sonora es que han sabido adaptar este sonido a los tiempos que vivimos. Sobre todo, en sus letras, que reflejan lo complicado que lo tienen las nuevas generaciones.

Para su álbum de debut, Depresión Sonora se han lanzado al difícil reto del disco conceptual. Y para hacerlo menos complicado, lo han dividido en tres partes. La primera, que se abre con “Parte I: introducción a la entropía”, es algo así como la presentación del personaje, el cual, todavía tiene esperanzas en la vida, e incluso se enamora. Pero en la segunda parte, que da comienzo con “Parte II: la abrazo con fuerza”, ya suena más derrotado y pesimista. Y en su tramo final, que nos presenta con “Parte III: muerte y resurrección”, se centra en la muerte y en una liberación posterior.

Uno de los puntos fuertes de Depresión Sonora es su lado más melódico. Crespo cuenta con una de esas voces que se muestran impasibles y que no cambian de tono en casi todo el álbum, pero se hace acompañar de una propuesta en la que en muchos momentos se acerca a el pop. Ahí tenemos una canción como “Bienvenido al caos”, con la que no resulta difícil lanzarse a la pista de baile. Algo que también se puede hacer con la melancólica “Veo tan dentro”, o con “Dónde están mis amigos”, toda una oda a esa familia que se elige. Pero también sabe cuando bajar la intensidad y entregar una canción de amor sincera como “Dos adolescentes y su primer amor”. Y si nos vamos a “Como todo el mundo”, nos encontramos con una maravilla pop en la que incluso aparecen las guitarras acústicas. Además de un estribillo muy pop.

Su faceta más oscura también cuenta con momentos realmente interesantes. Es el caso del potente tramo final de “Parte II: la abrazo con fuerza”, donde las guitarras suenas más duras que en el resto del álbum, y donde aparece un teclado oscurísimo. O de la intensidad que nos muestra en “Te mientes a ti mismo para ser feliz” y “Voy a explotar”, en las que la influencia de Joy Division resulta de lo más evidente. Sobre todo, en la segunda, que es perfecta para hacerte un baile al estilo Ian Curtis.