Cómic de apariencia inofensiva, incluso infantil, para hablar en profundidad sobre una enfermedad de lo más peliaguda y, por desgracia, siempre vigente —y mucho, en esta «era líquida», de neurosis y frustraciones constantes—. Eso es lo que propone la ilustradora y escultora barcelonesa Meritxell Duran en Depresión o victoria, publicado por Reservoir Books. Un viaje ilustrado en tres actos para adentrarse, identificar y finalmente lidiar con los demonios —como cantan mis idolatrados The National— del abatimiento crónico. O, como reza su subtítulo, la Crónica de una batalla

Nacida en la ciudad condal en 1964, Meritxell Duran estudió Escultura en la Escola Massana, Centre d´Art i Disseny de Barcelona, combinando su labor creativa con la docencia en diversas Escuelas de Arte. Sus ilustraciones para prensa han aparecido en La Vanguardia, International Herald Tribune, El País o El Periódico, entre otros. Mientras, sus trabajos y colaboraciones en el sector editorial le han valido reconocimientos como el Premio Ciutat de Barcelona en 2009, o el Premio Junceda de Ilustración de Adultos, obtenido en 2005 por su álbum El miedo no existe y, en 2011, por Fábulas morales de una vez para siempre de Grassa Toro. Tras Amigos (2018),  acaba de publicar este valiente Depresión o Victoria.

Porque explicar de forma ilustrada qué es la depresión supone un reto de lo más complejo. Para ello, Duran se abre en canal, exponiendo su experiencia personal, aunque se acompaña de los testimonios de otras personas enfermas, de médicos, científicos y de terapeutas. El resultado es, en sus propias palabras, «una biografía real construida por muchas voces distintas». Un personaje y narrador único de gestación polifónica que busca la claridad y sencillez, estructural y visual, sin renunciar a la honestidad, relatando la crudeza —no escatima los episodios más ponzoñosos, incluidas adicciones o autolesiones— y lobreguez de verse asolado por esta patología. 

El estado mental de una persona depresiva explicado e ilustrado por Duran.

Depresión o victoria se estructura en tres partes. La primera explora sus orígenes, el paso de la inocencia y deseo de abrazar el mundo de cualquier niño, a la destrucción del amor propio y la confianza. Duran refleja con amargura la influencia terriblemente negativa del entorno, ante el que se reacciona cerrándose cada vez más, dando paso a una dictatorial sensación de vacío. Resulta interesantísima la dicotomía planteada entre buenos modales, la educación digamos al uso, y el cultivo de la inseguridad del niño a partir de esas órdenes —aunque el opuesto sea quizá la norma actualmente— irrefutables. ¿La consecuencia? La permanente necesidad de aprobación de los demás para ser felices. ¿Os suena el término redes sociales?

La segunda, descorazonadora al máximo, relata la caída de la personalidad en «el estado depresivo». La autora detalla sus síntomas, un coma emocional superado por la presión social, del que sólo la asunción de la necesidad de ayuda ofrece una salida. «El Ego» —apropiadamente dibujado tal que desastrado monstruo— fagocitando y enclaustrando al «Yo Real». Y, finalmente, la tercera parte, donde se desgrana el tortuoso regreso a la vida. Son pequeños y gravosos pasos: asumir la situación, buscar auxilio, establecer tratamientos —psiquiátrico, psicológico, terapia de grupo— y rutinas —hábitos saludables, deporte, buena alimentación, meditación— que ofrecen equilibrio entre cerebro, mente y emociones. Hasta que, siempre con sombras, se hace la luz. Un mapa fiel, mitad manual, mitad relato sincero, de un abismo muy cercano.

El Ego explicado e ilustrado por Duran.

La apuesta, ya de por sí arriesgada dada su temática, todavía adquiere una dimensión más temeraria si tenemos en cuenta su simpleza visual. En un primer vistazo, las ilustraciones de Meritxell Duran en Depresión o victoria son puro naïf. Y esa supuesta puerilidad, sumada a su austera puesta en escena, en riguroso blanco y negro, con textos —y notas aclaratorias— en cada página izquierda y dibujos en las derechas, da una impresión de cómic ramplón poco elaborado… Lo que no podía ser más erróneo. 

Y es que lo relevante en Depresión o victoria es el apabullante nivel de introspección y exposición de su autora, situando el peso en una narración certera junto a unas ilustraciones que hacen de la sencillez virtud. Son capaces de retratar emociones íntimas y dolorosas, dando forma a conceptos extraordinariamente abstractos y profundos de una forma diáfana para el lector —el ya mencionado engendro del Ego, ese cerebro desbordado de cajones…—. En ese sentido, la coherencia con el objetivo del libro, ayudarnos a comprender la enfermedad, difícilmente podría ser mayor. Un cómic valioso en forma y fondo.