Si algo caracteriza a los festivales de música de los últimos años es su imparable viraje hacia el dios Dinero. El símbolo del dólar patrocina cada uno de los rincones de dichos eventos, y todo, absolutamente todo, está confeccionado para que acceda la mayor gente posible a cada uno de sus patrocinados escenarios en los que conseguir una bebida a través de esas masificadas barras debería ser deporte olímpico. En medio de esta tendencia organizativa han aparecido unos tipos algo peculiares, los últimos románticos de una escena que cada vez huele menos a napalm y más a cloroformo.

Al igual que en los 70 la Naranja Mecánica revolucionó el mundo del fútbol, sus compatriotas de Dekmantel han hecho lo propio con la escena electrónica. La generación de Cruyff cambió la tendencia futbolística pese a perder dos finales del mundo. Por primera vez en la historia, el que fue recordado es el que quedó segundo, el que dinamitó las tácticas del momento para trabajar únicamente en lo que creían. Dekmantel es algo parecido. En un mercado en el que todos juegan a ganar cuanto más mejor, ellos obviamente también quieren ganar pero sin renunciar a sus principios. Simplemente organizan el festival al que les gustaría ir como oyentes, y por eso respetan hasta el extremo los pilares básicos de su visión de lo que la música electrónica debería ser.

En primer lugar, el precio de la entrada. 120 euros para un festival de 3 días ( de acuerdo que no incluye la noche, pero es en un lugar distinto y cambia bastante el ambiente) es un precio más que competitivo. Luego, el emplazamiento. Mi favorito de cuantos he estado. Un gran parque a las afueras de Amsterdam, repleto de vegetación y con el clima perfecto para cuerpos con exceso de temperatura. Otro factor clave es la cantidad de entradas que venden. Ante todo piensan en la comodidad del público, y es insólito en un festival con cinco escenarios que puedas bailar casi sin agobios en la mayoría de ellos y acceder a la primera línea del Main stage en apenas unos segundos. Por no hablar de las bebidas. La cerveza pequeña a 2,75 euros es algo más que asumible.

dekmantel2016_2

Dicho esto, vamos a lo verdaderamente importante, la música. Lo mejor de Dekmantel es el ambiente que hay. Ni un mal rollo. Felicidad y predisposición al éxtasis sonoro en cada esquina. Gente que acude de todas los rincones del mundo solo para vivir algo único durante 72 horas. No había un español con los que me topé que no me dijera que Dekmantel era el verdadero paraíso, la tierra prometida.

Organizaron una jornada de bienvenida en la ciudad de Amsterdam durante la noche del jueves que pintaba apoteósica pero que no nos pudimos permitir por nuestras conexiones aéreas. Escuchar a Sir James Holden con su banda o la noche de Raster Noton merecía cualquier esfuerzo extra. Así que nuestro Dekmantel comenzó el viernes por la mañana con Dj Harvey, tipo cuya colección de vinilos es de incalculable valor y cuya maleta debería dormir en caja fuerte por ley. Una leyenda que no nos emocionó como otras veces pero que fue el perfecto punto de partida. Le siguió Moodymann en el escenario Greenhouse, un invernadero repleto de plantas y de los sitios más especiales del festival. Kenny Dixon Jr es uno de los productores más reputados de house de todos los tiempos y su set estuvo a al altura de su prestigio. Todo muy jazzy, con mucho ritmo y color mientras el sol pegaba de lo lindo. Cambiamos a la UFO para disfrutar de la coalición entre la germana Helena Hauff y el encapuchado Dj Stingray. Mucho electro, acid y continuos cambios aunque no terminamos de conectar con su discurso. De lo quedaba de día destacamos lo de Theo Parrish b2b Marcellus Pittman. Qué conexión entre ambos mientras atardecía. Al ser un set tan largo por momentos faltó algo de contundencia ya que el personal estaba ávido de bailes, pero las tablas y clase a la hora de mezclar de estos dos selectores fue indiscutible. Tras ellos, visitamos a Surgeon. Pasan los años y cada vez está más joven y en forma. Imberbe de nuevo, realizó una preciso directo de microcirugía a través de un techno tan oscuro como contundente. Acabamos la jornada con el reptiliano más conocido, Jeff Mills, ese tipo que sigue creyendo que la verdad está ahí fuera y lo demuestra en cada set. Visión cósmica de la electrónica, intensidad y uso de la Roland como casi extensión de su cuerpo.Tras The Bells marchamos a casa con los deberes hechos.

dekmantel2016_3

En Sábado es ya tradición llegar tarde al recinto. Entre las horas de sueño en el haber por los vuelos del día anterior y las acciones cotidianas en slow motion, pusimos pie en el Selectors ya con Pender Street Steepers b2b Beautiful Swimmers comenzados. Una de las gratas sorpresas del festival. Cuatro tipos con sonrisa en la cara sirviendo house de todos los colores pero con un denominador común: el baile. Fue increíblemente divertida la sesión y demostraron que la clase no está reñida con el ritmo. Pasamos a otro de los platos fuertes de la tarde. Daniel Avery, una de las joyas del imperio británico que parece que no ha roto un plato en su vida, se alió durante unas horas con ese científico del sonido alemán quien por donde pasa la hierba no vuelve a crecer. Realizaron un set de techno a bajos bpm´s y bastante mental, sirviendo Avery la contundencia y Roman Flugel la introspección. Brutal conexión en un Main stage que los disfrutó de lo lindo. Acudimos a escuchar a The Black Madonna y, aunque fue tal y como esperábamos, nos dimos cuenta de nuestro error en la elección al llegar a Lena Willikens. Su podcast para Dekmantel ha sido una de las maravillas del año, y en directo su bagaje musical es tan exquisito como su técnica. Sin duda alguien a seguir muy de cerca. Con nuestros cuerpos a pleno funcionamiento era momento de acudir al UFO en busca de Matrixxman, ese norteamericano amante del techno más crudo que estaba literalmente reventando al personal con constantes cambios de ritmo. Al igual que antes nos equivocamos en nuestra elección, decidir acabar el día con Joey Anderson fue un absoluto acierto. La Greenhouse estaba ya sin luz natural, pero nos iluminó el eclecticismo de Joey. Imposible definir lo que allí sonó con precisión, pero fue un memorable cierre.

Sábado fue el día en el que decidimos visitar Dekmantel noche, y menuda suerte que tuvimos. En primer lugar, lo de Antal y Hunee debería ser patrimonio de la humanidad. Su conexión sonora es siempre tan sublime que cuesta visitar a otros artistas en la misma jornada. House desde absolutamente todos los prismas para nuestro deleite. Vaya maestros. En segundo lugar, nuestro favorito de L.I.E.S, Ron Morelli, puso contundencia a la velada junto a Samo dj y allí el personal gozaba y mucho. Por último, los hijos del averno Regis y Veronica Vasicka hicieron exactamente lo esperado. Toneladas de techno industrial a discreción para acabar con himnos de Downwards para nuestra felicidad.

Domingo en Dekmantel significa que tu cuerpo está ya con apenas constantes vitales, pero tamaña jornada bien merece un último esfuerzo. Y más si es con uno de los hijos pródigos de la academia de Red Bull, Palms Trax, sin duda, uno de los nombres del día. En su set sonaron desde clásicos del disco como Kabbala – Ashewo Ara hasta el Music Sounds Better With You. Su sesión tuvo mucho sentido y mucha luz,y no solo disfrutamos nosotros. También lo hicieron Objekt o Fatima Yamaha danzando a su lado. De allí nos movimos al UFO donde Randomer estaba haciendo gala de su pasión por los ritmos rotos. El cierre que hizo con una versión del clásico T99- Anasthasia fue simplemente brutal. Algo entre el techno más bizarro, sintes antiguos y casi hardcore que elevó al público al delirio. De lo que quedaba de día dos nombres a reseñar. Robert Hood, o ese tipo que bajo cualquiera de sus alias representa al techno más groovy y funky del globo. Es la perfecta conjunción entre contundencia y ritmo. Ya sea con su hija o en solitario se sabe amo y señor del lado más luminoso del techno. Acabamos esta edición con Motor City Drum Ensemble. Sí, ese tipo que pinchó en quizás la Boiler Room más visitada de los últimos tiempos hace un par de años en este mismo festival. En dicha ocasión, tanto la selección como las transiciones fueron impecables. En esta, le dieron nada menos la oportunidad de cerrar un festival de esta talla en su escenario principal. Y en ningún momento conectamos con su discurso. Fue una mezcla de estilos dudosamente enlazados que al personal les encantó pero que a nosotros nos dejó con extraño sabor de boca.

dekmantel2016_4

En cualquier caso, Dekmantel sigue siendo el verdadero paraíso terrenal para los amantes de la música electrónica. El Everest sonoro en el que no se necesita oxígeno para llegar a la cumbre y en el que solo importa disfrutar de la ascensión. Única fecha que marco en el calendario de 2017 como algo absolutamente imprescindible. Nos vemos en el bosque.

Fotos: Bart Heemskerk