Bradford Cox y sus compañeros son muy listos y saben cuándo hay que empezar a reciclarse. Tras un brillante “Halcyon Digest”, en el que los de Atlanta sacaban su vena más pop, es el momento de volver a la suciedad. Eso sí, sin dejar de lado las buenas melodías y las grandes canciones. Sí, Deerhunter lo han vuelto a hacer.
“Monomania” es un disco sucio, muy sucio, lleno de pedales que distorsionan la voz y de pesadas guitarras. Deerhunter han dado rienda a su vena más punk y han cambiado totalmente de actitud (sólo hay que ver su reciente –y ya famosa– actuación en el programa de Jimmy Fallon). Ahora todo vale, y si hay que hacer todo el ruido del mundo, se hace. Quizá esto le reste puntos a algunas de las canciones del disco (el segundo corte es realmente insoportable), pero es su forma de no encasillarse en un estilo. Además, como ya he dicho antes, las buenas melodías están ahí; sólo hay que buscarlas un poco más a fondo.
Para abrir su sexto trabajo han elegido Neon Junkyard, un tema con el que uno se hace a la idea del cambio y empieza a asimilar que Bradford Cox está encantando con su nuevo juguetito (el pedal de voz que comentaba antes). Es una buena canción que hace su función como toma de contacto. Tenía que ser Lockett Pundt el que entregara el corte más pop y más limpio del disco. Pudimos comprobar en el último trabajo de Lotus Plaza que el guitarrista de la banda se guarda unos buenos momentos de pop para su proyecto paralelo y, de vez en cuando, mete alguno en los discos de Deerhunter. Ya lo hizo en su anterior trabajo, con Desire Lines, y aquí repite jugada con The Missing. No hace falta decir que es de lo mejor del disco. Con Pensacola llega una de las sorpresas del álbum, y lo hace en forma de country, pero un country tremendamente sucio, con un ritmo y un estribillo que enganchan. Pasa lo mismo con Dream Captain y Blue Agent, los dos temas que vienen a continuación. En ellos se puede escuchar a los Deerhunter de siempre, pero pasados por este nuevo filtro. T.H.M es otra de las sorpresas donde vemos un cambio notable. Es un corte muy pop, en el que el ritmo casi bailable te atrapa, y el ladrido de Cox en el estribillo te abruma. Sin duda, es otro de los puntos álgidos del disco. En Sleepwalking vuelven al pop de siempre, el que hacían en temas como Revival o Memory Boy, pero con un poco más de distorsión y fuerza. Con Back To Middle se meten de lleno en la new-wave y nos dejan otro tema pegadizo y vibrante, con el que es casi imposible no ponerse a pegar saltos como un adolescente. Una pasada ¿Y qué se puede decir de Monomania? El tema que da título al disco es un buen ejemplo de cómo fusionar puro ruido y estribillos absolutamente pop. Es contundente, sucio y en algunos momentos incómodo, pero deliciosamente atractivo. Al final disco se relajan un poco y nos entregan un tema semiacústico, más propio de un álbum de Atlas Sound que de uno de Deerhunter, y una Punk (La Vie Antérieure) que roza la psicodelia –resulta un tanto extraña, pero tiene algo que atrapa–.
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