Literatura Random House acaba de publicar nuevo libro de la gran Joan Didion —fallecida el pasado diciembre—, lo que equivale a decir lectura obligatoria. Además, De dónde soy es una obra tan singular como sugerente, híbrido de géneros donde se dan la mano historia, crónica periodística, crítica literaria, ensayo y los fastos más personales. Las memorias de su California natal. Un lugar que es también un concepto, una idea-fuerza en sí misma. En realidad parte fundamental, idiosincrática, de la cara más icónica de Estados Unidos.  

En De dónde soy, la autora de Sacramento agudiza su privilegiada mirada para aventurarse en lo que parece, a priori, la más procelosa de las aguas. Reflexionar, a través de su vida y la de sus antepasados, pero también los libros de historia, hechos políticos y económicos, la crónica de sucesos u obras que han marcado el acervo cultural de la Costa Oeste, acerca de cuáles y cuán sólidas son las anclas a las que ella y los suyos —entiéndase los californianos— se han aferrado. En sus propias palabras, «una exploración de mis propias confusiones acerca del lugar y la forma en que crecí […] unos malentendidos que forman parte de quien soy en la medida que aún hoy solo les hago frente de refilón». Un ejercicio literario con trasfondo de sesión en el diván… 

De este modo, Didion nos habla de su familia, que pobló —de la sangre derramada en dicha conquista no hay mención alguna— la región dos siglos atrás. De la tierra y el agua —su explotación y propiedad—. El ferrocarril. Las cárceles. De corrupción política y empresarial —la industria aeroespacial, que abandonó la zona abocándola a la pobreza, recibe lo suyo—. También sobre sus gentes y comunidades. Ya sea con la muerte del campo o con el estado de shock —la quiebra de la economía, las graves acusaciones a sus hijos— en las que se encuentran las que debían ser por siempre pujantes comunidades suburbiales. La «tierra prometida»… que faltó a su palabra. 

Porque De dónde soy nos construye un mapa histórico, geográfico, cultural e íntimo, de California. Lo que, a su vez, significa adentrarse en una suerte de «estado mental» confuso, esquizofrénico, de una Norteamérica espeluznantemente actual. Y es que Didion, como la mayoría de sus conciudadanos, heredó, se embebió de una mitología irreflexiva, indómita y «excepcionalista». La del «pueblo elegido» y el «destino manifiesto»… a la que luego empezó a encontrarle las grietas. Una vida de posguerra que fue distanciándose de los mitos y liturgias de su infancia —¿o simplemente revelándose su falsedad?— en favor de un individualismo salvaje e hipercapitalista. Un viaje vital que pone a su país, y a ella misma, frente al espejo.

Ciertamente, De dónde soy tiene pasajes de considerable densidad, o profusos en datos que pueden resultar muy ajenos al lector. También hay un tufillo anti-estatalista —la desconfianza al Gobierno federal es evidente— que suena a atavismo libertario, lo que hoy equivale a amenaza Trumpista. Afortunadamente, Joan Didion era demasiado inteligente y sagaz para caer en burdas trampas. En ese sentido, el volumen no teoriza políticamente. «Sólo» muestra cómo cierto tipo de nostalgia conservadora de un sueño estadounidense cincelado en los libros, la naturaleza y la tradición oral familiar, se ha quedado en mera fantasía… generadora de frustración y rabia.

Suena a lectura espesa, lo sé. No obstante, es una obra breve, apenas superando las doscientas páginas. Luego, su enfoque poliédrico hace que cualquier lector vaya a engancharse con alguna de sus partes o capítulos —en mi caso su segundo bloque, concretamente su análisis sobre Lakewood y el caso de agresión sexual, absolutamente formidable—. Además, claro, tenemos la extraordinaria prosa de Didion, aguda, incisiva, implacable y sorprendentemente hermosa —perfectamente reflejada en la traducción de Javier Calvo—. De dónde soy es un ensayo tan original como valiente por la exposición a la que se somete la propia autora, con mucho de elegíaco. Y plena, dolorosamente vigente.