Siempre es una alegría la aparición de lecturas musicales encargadas de dar cuenta de la historia de bandas y escenas que se salen de la «sota, caballo y rey» —es decir Beatles, Stones, los 60…—. Pero que aparezca una biografía sobre The Cure en castellano es un acontecimiento especialmente feliz. Además, Cured, que acaba de publicar Malpaso, cuenta con el añadido de venir firmada por Laurence «Lol» Andrew Tolhurst, quien fuera baterista, teclista —también compositor— y cofundador de la mítica banda británica.
Nacido en 1959 en Horley, Surrey, Reino Unido, Lol formó parte de The Cure, primero a las baquetas y luego en los teclados, desde 1976 —cuando los proto-Cure se denominaban Malice y luego Easy Cure— hasta 1989. Fue entonces, durante la grabación del fundamental Disintegration —en el que ya no participó, pero sí fue acreditado como tal—, Robert Smith le solicitó que abandonase la banda debido a sus problemas con el alcohol y el consumo de estupefacientes. Tras su marcha —con feo litigio posterior sobre royalties con quien fuera su amigo íntimo desde la más tierna infancia—, el músico se trasladó al sur de California, donde tocaría fondo, «renacería de sus cenizas», y luego formaría bandas como la breve Presence, o Levinhurst, junto a su esposa Cindy Levinson. Asimismo, el tiempo permitió que las relaciones con Robert pudieran restablecerse, propiciando que formase parte de la gira que la banda realizó en 2011, veintidós años después. Y completando el círculo, en 2016 apareció originalmente este Cured, un artefacto literario-rockero gratificantemente inusual.
Y es que, ciertamente, la esperada retahíla de efemérides sobre conciertos, discos y «batallitas» —pobre Billy Idol—, correrías y situaciones de riesgo varias —los conciertos en Atenas o Buenos Aires y los «apagones» a los que la botella le estaba sistemáticamente empujando— ocupan una notable parte del libro. Asimismo, también hay un apasionado relato sobre la trayectoria de una banda que nació en plena era punk, lidió con skinheads y, pese a una imaginería y un discurso musical inicialmente a la «contra», pasaron de los pubs de mala muerte al éxito masivo y un estatus de banda de culto eterno, sustentado en una legión de fieles identificados con un estilo y actitud insobornables. Sin embargo, estas no son exactamente unas memorias para devotos o curiosos de The Cure.

Porque la «viga maestra» de Cured es un relato de crecimiento personal. O mejor dicho, de supervivencia. Con una terrible fase de desmoronamiento presa de la adicción, la ansiedad y la tristeza provocada por la muerte de su madre. Otra de ardua, incierta reconstrucción y redescubrimiento vital. Y, sobrevolando todas sus páginas, esta es la historia de su amistad con Robert Smith, que se vio expuesta y superó las pruebas mas duras. Dicho de otro modo, Lol Tolhurst se ha «abierto en canal». Y muy apropiadamente, Cured es su terapia.
Honestas hasta no tener miedo a rozar el patetismo —el mencionado juicio, o el pasaje en el desierto de Mojave, que pasa del cliché pseudo-místico y la autocompasión victimista a reflejar dolorosamente el desgarro emocional—, la prosa de Tolhurst carece de pretensiones estilísticas, situándose en las antípodas de logradas memorias con calidad literaria como pueden ser las de Morrissey o, más recientemente, Brett Anderson. De hecho, Lol flirtea en alguna que otra ocasión con una bisoñez que exigiría un editor con «poderes». Pero, en cambio, Cured gana al lector por la cercanía, la sinceridad y la empatía que genera. Además, cuando su retrato en sepia amenaza con pasarse de nostálgico, el músico se queda acertadamente con el presente, que sin duda será menos glamuroso que tocar con The Cure, pero documenta con refrescante transparencia, sin rencores ni agravios, a Laurence Tolhurst, la persona detrás del músico.
Puede que Cured decepcione a los seguidores más acérrimos de la banda. Primero, porque es una pena que el aspecto musical haya quedado soslayado precisamente con una banda tan rica e intrigante en ese sentido. En segundo lugar, porque Robert Smith, aunque siempre presente, es un personaje necesariamente secundario, lo que deja flancos abiertos sobre su figura y su papel omnímodo respecto al grupo. No, Cured no sirve para arrojar algo de luz sobre el misterio de The Cure, afortunadamente. Porque no lo pretende. En cambio, si nos descubre a uno de sus miembros históricos, generosamente decidido a explicarnos como la música -una muy especial, concretamente- definió, construyó y casi destruyó su vida. Que no es poco.
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