DISCO INFERNO (ALICE WADDINGTON 2015)

Se ha podido ver en Nocturna el cortometraje Disco Inferno, ya con un premio en Sitges a sus espaldas, que significa el debut de Alice Waddington, fotógrafa que imprime en su primer trabajo una estética apabullante que no esconde sus referencias -homenaje expreso a Georges Franju– como el fantaterror de los años sesenta y setenta o el fumetti –Diabolik-. Utilizando como temática la brujería -tan de moda- asistimos a la mansión de una secta secreta y elegante que recuerda a Eyes Wide Shut (1999). Como heroína enmascarada, la actriz Ana Rujas es tan sexy que parece salida de una viñeta y nadie mejor que Aitana Sánchez-Gijón como villana, como bruja mala, porque la intérprete parece que realmente ha hecho un pacto con el Diablo. Waddington se deja llevar por una narrativa surrealista que fluye automáticamente, como un sueño, y apuesta por un sano sentido del humor que evita que la propuesta caiga en lo pretencioso. Mola.


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BURKE AND HARE (JOHN LANDIS 2010)

El último largometraje -hasta ahora- rodado por el maestro del horror John Landis -en 2010- ha sido una agradable sorpresa -no había tenido la oportunidad de verlo- y un acierto que el festival Nocturna haya programado su pase tras el de Un hombre lobo americano en Londres (1981), ya que aparecen varios de sus actores -los británicos- a los que vemos casi 30 años después. La película narra en clave de comedia de humor negro las peripecias de dos personajes históricos -ladrones de cadáveres- interpretados por Simon Pegg y Andy «Gollum» Serkis. Aunque obviamente es imposible que Landis siga teniendo la frescura de sus mejores años, la película está bien rodada, tiene buenos chistes macabros y una ambientación bastante lograda en el siglo XIX. El cameo de Ray Harryhausen o el pequeño papel de Christopher Lee son suficientes para ganarse mi simpatía. Y las cosas de los festivales: he visto la película con John Landis in person sentado en la butaca justo detrás. Si este señor no hace ningún otro film, esta es una despedida más que digna.


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COLD MOON (GRIFF FURST 2016)

Cold Moon es una película que despista porque primero parece inscribirse en un terreno tan familiar como el llamado sureño gótico, y encima, al estar ambientada a finales de los 80, recuerda también a los clásicos del terror de esa década dorada. Pero hay algo incómodo en sus primeros minutos que me hizo pensar en Psicosis (1960). En el film de Hitchcock, la muerte de la protagonista en el primer tercio del film deja al espectador sin punto de vista y sin asidero emocional ni moral. Peor aún, el maestro del suspense nos obliga a identificarnos nada menos que con Norman Bates (Anthony Perkins). Si aquí me acuerdo de aquella obra maestra no es solo por la imagen de un coche saliendo de las aguas de un pantano, sino porque aquí también se nos impone como protagonista a un individuo despreciable. El «héroe» en Cold Moon es un villano -muy bien interpretado por Josh Stewart– que sufre una venganza sobrenatural que devolvió a mi memoria los tebeos de terror de la editorial EC Comics, como Tales from the Crypt. No es casualidad: la película está basada en una novela de Michael McDowell, guionista que ha firmado varias antologías del estilo -episodios de Alfred Hitchcock presenta, Cuentos Asombrosos, Cuentos desde la oscuridad, Historias de la cripta y El gato infernal (1990)- además de haber escrito Bitelchús (1988) y Pesadilla antes de Navidad (1993). Si a esto le agregamos una fantástica banda sonora ochentera y unos fantasmas grindhouse, estamos ante una película rara, original pero con sabor clásico, a la que si le pillas el punto te hará pasar un muy buen rato.


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 EMBERS (CLAIRE CARRÉ 2015)

Típico film indie en el que el autor -en este caso la debutante Claire Carré– utiliza una excusa de ciencia ficción para contar una historia de vocación más filosófica que narrativa. Nos presentan un cálido Apocalipsis en el que un extraño virus que afecta la memoria ha acabado con la civilización. Esto da pie a Carré para reflexionar sobre la esencia de la identidad humana sin que pasen demasiadas cosas. En lo que podrían ser varios cortometrajes entrelazados, los personajes de cada subtrama representan ideas diferentes. La educación como escudo ante el vacío de la existencia. El amor como una fuerza que trasciende la razón. La imposibilidad de establecer una moral en un mundo sin recuerdos. Y cómo la memoria puede convertirse también en una prisión. Todo esto resulta estimulante, pero hay que achacarle a la película su falta de concreción: vemos durante demasiado tiempo a los personajes deambulando y comportándose de forma errática, lo que no lleva a nada.


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ESTIRPE (ADRIÁN LÓPEZ 2016)

Muy simpática me resulta Estirpe, a pesar de sufrir todo tipo de carencias. Cuenta la historia de un cómic español de culto cuyo autor desapareció misteriosamente. Cuando un director de cine –Borja Crespo haciendo de sí mismo- y un par de productores avispados deciden hacer una adaptación, surge la necesidad de dar con el paradero del artista. La película se divide en tres líneas muy diferentes. La mejor incluye -falsas- entrevistas a directores de cine y famosos españoles que hablan de Estirpe como si fuera un tebeo real: Nacho Vigalondo, Borja Cobeaga, Carlos Vermut, Mauro Entrialgo, Joaquín Reyes y hasta Miguel Ángel Muñoz. Esos pequeños momentos son lo mejor de esta película, destacando la divertida reunión en la que el actor Sergio Peris-Mencheta comunica al productor y al director cómo encararía el papel protagonista del superhéroe -con numerosas puyas a Capitán Trueno (2011)-. Por otro lado, vemos escenas de la supuesta versión cinematográfica de las aventuras del superhéroe, con una clara vocación paródica, mucho croma y el cómico Ignatius Farray como un imposible científico nazi de acento canario. Dejo para el final lo más endeble de la propuesta, precisamente la trama principal que cuenta como la protagonista, interpretada por Silvia Alonso, descubre la verdad detrás de la desaparición del autor de Estirpe. Esta es la parte más narrativa del film y la peor resuelta, con momentos muy inocentes y un desarrollo deslavazado en el que debe haber jugado en contra que el rodaje se haya extendido durante 3 años. Hay escenas entre las que pueden haber pasado varios meses. Y eso que, a pesar de estos problemas, la historia del incomprendido personaje principal consigue contarse y hasta emocionar, aunque no sé muy bien cómo. Una lástima porque Estirpe habría sido un estupendo falso documental -un mockumentary- en la línea de This is Spinal Tap (1984) o Very Important Perros (2000).


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WIND WALKERS (RUSSELL FRIEDENBERG 2015)

Pésima película que solo se puede describir como un absoluto desastre. La idea de partida mezcla la leyenda del wendigo -un espíritu que aparece para castigar el canibalismo- con la culpa estadounidense por sus múltiples guerras (y por el genocidio de los nativos americanos). Lo malo es que el wendigo parece más bien un infectado zombie y acosa a los protagonistas como el Predator de un fan film. Actores muy mal dirigidos, un guión absurdo y una narración confusa hacen recomendable huir de esta película. No hay sustos, ni acción, ni chistes, ni tetas ni nada de nada. Huid.