Dicen que segundas partes nunca fueron buenas, y salvo contadas excepciones estoy de acuerdo con dicha frase. Pero aquí andamos, en Praga de nuevo, y con el objetivo más que factible de mejorar la anterior etapa. En apenas tres años Praga ha cambiado radicalmente a mis ojos: ciudad menos soviética y más europea, sigue siendo barata pero la oferta de bares y conciertos crece sin parar, y sobre todo, el techno ha llegado a la ciudad para quedarse. En una ciudad en la que había drum and bass por castigo y que sonaba hasta en las iglesias, el techno ahora compite por dominar los antros de la ciudad con paso firme. Y un ejemplo es lo que ocurrió este fin de semana en la Galería Nacional.
De nombre Lunchmeat, este festival estaba dividido en la evidente parte sonora y en otra artística que tuvo lugar en unos baños públicos abandonados al norte de la ciudad, y donde diferentes propuestas audiovisuales nos hicieron disfrutar en ese espacio tan interesante y extraño. Destacó la obra de Alba G.Corral, que volvió a deslumbrarnos con esos peculiares paisajes digitales, abstractos y de gran belleza. Nos dejamos llevar a través de su Perfect Brilliant Stillness, y para nosotros ya es imposible no relacionar la mejor electrónica europea con su increíble trabajo visual. Nuestro respeto.
Había un nombre propio para nosotros en el área sonora que era de inexcusable visita: Andy Stott. Otro de la escuela de Manchester que camina a un ritmo distinto, que hace de su visión electrónica casi un género independiente. Nos sedujo con sus dos últimos álbumes en el sello Modern Love a través de un gélido compendio de estilos, capas y oscuridad, y visitarlo en Praga era más que una obligación. En directo su discurso sigue siendo igual de acuoso y espacial, minimalista, pero con las necesarias dosis de contundencia para gozo del personal.
Aunque a Vessel es más fácil escucharlo con frecuencia durante los últimos tiempos en España, siempre es un placer degustar su live. Volvió a retorcer a su antojo techno y ritmos rotos y volvimos a confirmar que «Red Sex» es uno de nuestros temas favoritos del lustro. Al que hacía años que no veíamos era a Nathan Fake, y su discurso a las máquinas sigue siendo muy divertido. El hijo favorito de Border Community domina los sintes como pocos y nos hizo disfrutar, aunque algunos de sus himnos ya no emocionen como antes y suene algo previsible ( Intente encontrar las 7 diferencias entre su Boiler Room de 2012 y un live actual ).
La noche iba acabando, y Extrawelt fueron sin discusión los favoritos del público vista su reacción y bailes, pero a mi me aburrieron durante buena parte de su actuación. En un festival en el que domina la experimentación y el riesgo, su directo consistió en disparar un tema tras otro, algunos buenos como Soopertrack, sin duda, pero esperábamos bastante más de los germanos.
Como colofón, Ø (Phase). A los que nos gusta el techno sin concesiones, contundente y perfectamente pinchado, con saber que este tipo proviene de Token y Dystopian nos sobra cualquier información extra. En Dekmantel ya pudimos comprobar su buen hacer y hasta que la gasolina duró estuvimos disfrutando los constantes pero sutiles cambios de ritmo de su dj set.
Lunchmeat, contigo empezó todo ( de nuevo ).
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