No solemos poner dos visiones de un mismo festival, pero creemos que las circunstancias que rodearon la última edición del Mad Cool, sí lo requiere. Así que os dejamos con la crítica de uno de nuestros redactores, y la de uno de nuestros fotógrafos.

El Mad Cool del redactor

Prólogo

La segunda edición del Madcool Festival iba a ser recordada por ser la consagración del primer festival de estas características en la ciudad de Madrid, y en otro orden de cosas por las adversas condiciones meteorológicas que se preveían para los días de celebración del evento.

El viernes por la noche esto cambió drásticamente. Justo antes de la actuación de los cabezas de cartel del ese día (Green Day), un equilibrista que amenizaba con su espectáculo la espera entre concierto y concierto caía desde unos 30 metros de altura perdiendo la vida.
El trágico accidente fue visto por muchas de las miles de personas que ya esperaban la salida del grupo (las pantallas gigantes estaban retrasmitiendo en directo el número del artista). Lo que vino después fue un cúmulo de discutibles decisiones por parte de la organización del festival, y una terrible muestra de lo ridículamente egoísta y cruel que puede llegar a ser el ser humano en algunos momentos.

Recapitulemos.

Madcool Día 1: Who’ll stop the rain?

Las previsiones se cumplieron y el modelito más visto durante la jornada del jueves fue el chubasquero de plástico barato comprado unos minutos antes en algún “chino”.
Había gente dirigiéndose al escenario principal dando saltos y cantando (literal) cuando The Lumineers empezaban el concierto con alguno de esos temas tan “buenrolleros” suyos. Yo preferí ir a ver a Warpaint.

Empezaron tocando mientras el personal intentaba no acabar calados hasta los huesos, pero la lluvia fue amainando y no deslució mucho la actuación de las norteamericanas. Su indie rock con influencias shoegazer funcionó mejor cuando aparcaban las guitarras brumosas (que les quedan muy bien en estudio) y endurecían un poco su propuesta. Buena acogida por parte del público y una buena manera de empezar a calentar motores.

Quique González, y su banda Los Detectives, ya habían anunciado que su actuación en el festival sería grabada para una posterior publicación en DVD. Así pues, con un escenario diseñado para la ocasión que simulaba el dial de una radio, González y compañía atacaron un repertorio muy similar (aunque menos extenso) al que pudimos disfrutar no hace mucho en sus conciertos en el Price de Madrid. Temas de su último trabajo más alguno del indispensable “Salitre 48” formaron el grueso del cancionero elegido.
Todo en su sitio, todo interpretado de manera pulcra e intachable. Precisamente lo contrario (algo de sorpresa o riesgo) es lo que se echa de menos en sus actuaciones de los últimos tiempos.

Quique Gonzalez a base de esfuerzo y tesón ha conseguido (no sin pocos problemas) hacerse un hueco cada vez más grande en el panorama musical patrio, con todo lo que ello conlleva. Su público se ha multiplicado, y también se ha hecho más heterogéneo. Buena prueba de ello fue la niña pija que estaba a mi lado, y que me amenizó todo el concierto gritando como un cochinillo la letra de todas y cada una de las canciones. Igual debería tomármelo como una señal positiva, pero la posibilidad de que haya quien coloque el último disco de González al lado de el de Taburete me pone los pelos de punta.

El plato fuerte del día eran Foo Fighters. Parece mentira que Dave Grohl fuera parte de un grupo que en su momento (e independientemente de los gustos de cada cual) fue un auténtico revulsivo para el mundo de la música. Su grupo actual es un ejemplo perfecto de en lo que se puede convertir una banda de rock cuando abraza sin complejos todos los clichés del género, un ejercicio de estilo vacío y totalmente prescindible. Obviamente todos sus fans que llenaron la gran explanada frente al escenario principal no parecían pensar lo mismo.
Grohl gritó más que cantó una amalgama de sus temas más conocidos mientras el resto del grupo le respaldaba con un sonido bastante más contundente del que se puede oír en sus grabaciones. Mucho menear la melena, mucha cara de malote, mucha pose rockera, y poco más. Sus incondicionales encantados, los demás igual no tanto.
Mucho ruido y pocas nueces.

Y hablando de incondicionales, Belle and Sebastian les dieron a los suyos exactamente lo que esperaban. Con temas como “Judy And The Dream Of Horses” recordé porqué me gustaron la primera vez que los oí, con otros más recientes (sobre todo esos en los que incluyen algo de electrónica) recordé porqué dejé de prestarles atención tras su tercer disco. Su puesta en escena (con proyecciones vintage y pizpiretos bailes incluidos) me resultó extremadamente amanerada, incluso casi caricaturesca a ratos. Antes de tocar “The Boy With The Arap Strap”, Stuart Murdoch eligió a algunas chicas y chicos del público para que subieran al escenario y bailasen con él. Lo poco que quedaba de concierto se convirtió en una auténtica fiesta. Yo salí comprendiendo un poco más a Isobel Campbell y su decisión de cambiar de compañías (yo también prefiero a Lanegan).
Pese a la opinión (no del todo mala, aunque pueda parecer lo contrario) del que suscribe, éxito absoluto.

No me hubiese importado ver a Kurt Vile And The Violators, y parte de la oferta electrónica me parecía bastante interesante (UNKLE, Trentemøller). Pero al día siguiente tocaba madrugar para ir al trabajo (al de verdad, al remunerado, al que me da al menos para pagar las facturas), así que me uní a la manada que se dirigía rápidamente a la salida para intentar pillar el último metro.

Madcool Día 2: Pedro Aunión.

Aunque el día había empezado con lluvias incluso más fuertes que las de la jornada anterior, cuando llegué a las inmediaciones de La Caja Mágica lucía el sol y hacía calor. Parecía un buen presagio. No lo fue.

Spoon son como ese actor secundario que sale en los telefilmes americanos. Te suena, no lo acabas de ubicar, pero parece que siempre ha estado ahí. Nunca me han parecido muy merecedores de salir de esa “segunda división” a la que parece que se han acostumbrado, pero su concierto fue muy resultón. Ese pop-rock obviamente estadounidense con algún ramalazo de new wave agradó a todos los presentes (me incluyo). Quizás sea esa la razón por las que me olvidé por completo de ellos nada más acabar el concierto, ser agradable no siempre es suficiente.

El concierto de Ryan Adams era el que más me apetecía de todo el cartel del festival, y no me defraudó. Tras un anuncio por megafonía (en español y en inglés) sobre la peculiar enfermedad ocular que sufre Adams, y que impide que se puedan utilizar cámaras con flash en sus conciertos, empezaron a sonar los primeros acordes de “Do You Still Love Me?”.

Aunque su último disco (“Prisioner”) no es de lo mejor que ha hecho, le ha servido para reconciliarse con una prensa musical empeñada durante mucho tiempo en vapulearle sin piedad (muchas veces por motivos totalmente extramusicales, si bien es cierto que su actitud habitual no solía ayudar mucho tampoco). Ahora se vuelve a hablar de su música y eso es bueno.

Adams supo equilibrar bastante bien un concierto que sin renunciar a servir de presentación de los temas del nuevo disco, incluyó imprescindibles como “Come Pick Me up”, “New York, New York” o “Let It Ride”, y también temas que creo casi ninguno de los presentes esperaba escuchar (“Cold Roses” con jam incluida, o ya como único bis al final del concierto «My Winding Wheel» tocada solo con una guitarra acústica). Un concierto en el que quedó plasmada la variedad de estilos que forman el discurso musical del oriundo de Carolina del Norte: rock n’ roll, country rock, folk, AOR,…pero siempre con su sello personal (es mucho más de lo que se puede decir de otros). El público le despidió con una merecida ovación. De lo mejorcito del festival (lo del fulano disfrazado de ¿demonio? que salió en un par de temas para tocar la pandereta se me escapa, pero a Ryan se lo perdono).

Justo antes de que comenzara el concierto de Green Day el trapecista y coreógrafo Pedro Aunión sufría un trágico accidente en el que perdía la vida. Algunos de los que contemplaron el accidente se marcharon del recinto conmocionados por lo ocurrido, muchos otros siguieron allí para poder disfrutar de un concierto que para sorpresa de muchos no se suspendió. Otros nos enteramos poco y mal a través de internet de que algo había ocurrido.

La organización tardó horas en dar un escueto y frio comunicado sobre lo sucedido. El grupo no fue informado, así que con algo de retraso Green Day comenzó su actuación. Una actuación llena de pirotecnia (literal y metafóricamente hablando) que con la perspectiva posterior de saber lo que acababa de ocurrir a escasos metros del escenario se torna inintencionadamente grotesca.

Primero salió a escena un muñeco, una de esas mascotas que animan los partidos de baloncesto o béisbol en Estados Unidos, haciendo payasadas al ritmo de una canción de The Ramones para caldear los ánimos de un público impaciente por ver al grupo. Ya encima del escenario Billie Joe Armstrong estuvo muy pendiente de jalear al público con frases del tipo “Fuera el racismo, fuera el sexismo, fuera Trump”, “Es una noche maravillosa, vivid el momento, olvidaos de Facebook”, o “¡Viva España!” (esto agarrado a la bandera nacional). Todo muy profundo y revolucionario.
Cojan lo que dije previamente de Foo Fighters, cambien rock por punk-rock, y ya tienen mi opinión sobre el concierto. Los fans encantados, claro.

Yo salí de la Caja Mágica sin saber muy bien que había pasado, pero temiéndome lo peor. Ya casi a punto de entra en el metro oí sin querer parte de una conversación telefónica, “lo acaban de confirmar, ha fallecido”.
Al llegar a casa me metí en internet para intentar recabar algo de información. Muchos eran los que en las redes sociales mostraban su tristeza por lo sucedido y su enfado con la organización del festival por cómo habían llevado la situación. Pero no eran menos los que justificaban su derecho a seguir a lo suyo con “argumentos” tan poderosos como: “Para algo hemos pagado”, o “Es una tragedia pero no entiendo porqué la muerte de un no famoso debería afectar a nadie”.
Vivir para ver, y ver para creer.

Slowdive, que tendrían que haber tocado tras Green Day, suspendieron su concierto en señal de respeto.

Madcool Día 3: If You Tolerate This

Al día siguiente no tenía muy claro si volver o no al festival. A muchos nos había escandalizado que no suspendieran el concierto de Green Day ni los previstos para el sábado, pero si se celebran iremos. Un poco hipócrita, ¿no?
No me escudaré tras una presunta «profesionalidad», fui, no sé si hice lo correcto pero fui.

Unas cincuenta personas se habían concentrado en la entrada principal del recinto como recuerdo a Pedro y como protesta contra la actitud y maneras de la organización del festival. Nadie pareció prestarles mucha atención, los conciertos iban a empezar.

Después de lo acontecido el día anterior, pensé que sería inevitable que ese fuera el tema principal de conversación de los asistentes a los conciertos del último día. Está claro que soy un iluso. No oí ningún comentario al respecto, y ninguno de los grupos que tocaron hicieron mención alguna.

Wilco no eran cabeza de cartel pero para más de uno eran con diferencia lo más interesante de la jornada. Sigo la carrera de Jeff Tweedy desde sus tiempos formando parte de los seminales Uncle Tupelo (padres de lo que primero se llamó alternative country y luego Americana), pero nunca lo había visto en directo, esta era la oportunidad.

Tweedy y compañía se las apañaron para conseguir, en alrededor de hora y media, resumir una ya más que dilatada discografía. Confieso que después del “disco del huevo” no le he prestado demasiada atención a los nuevos discos del grupo (no hay tiempo para todo), así que temas de los primeros discos como “Box Full Of Letters”, la genial “Via Chicago” o “I Am Trying To Break Your Heart” me gustaron especialmente, sin menospreciar en absoluto el resto del repertorio. Un aliciente adicional era ver en acción a Nels Cline. Este prestigioso guitarrista ha dado, si cabe, aún más enjundia a un conjunto sin fisuras. Estuvieron tan contundentes como sutiles según lo requerían los temas. Un concierto sin peros, aunque supo a poco.

Manic Street Preachers convocaron a bastante público, había ganas de verles. Con la ausencia del bajista Nicky Wire para este concierto, James Dean Bradfield fue el protagonista absoluto. Bradfield demostró que aunque los años pasan (y pesan) aún tiene voz y carisma de sobra para llevar prácticamente él solo todo el peso de un concierto. Empezaron fuerte: «Motorcycle Emptiness», y luego una serie de hits de la banda que apenas dejaron respirar al respetable. «Your Love Alone Is Not Enough», «You Love Us», «Kevin Carter», … La letra de «If You Tolerate This (Your Children Will Be Next) y «Everything Must Go» adquirieron unas connotaciones bastante agrias teniendo en cuenta las circustancias (al menos para mi).
Decidí marcharme, ya había tenido bastante del festival y de otras cosas. Sí, muy poco profesional por mi parte. Lo siento por los que echen de menos algunas palabras sobre la actuación de Kings Of Leon, pero estoy seguro de que los hijos del predicador cumplieron con su parroquia.

Epilogo

El domingo pude ver en la televisión el «sentido homenaje» que la organización del festival había anunciado que haría a Pedro el sábado antes de la actuación de los cabezas de cartel del último día del festival. Unos minutos en los que sonó «Purple Rain» de Prince (canción que sonaba mientras el artista realizaba el número que le costó la vida), mientras en las pantallas de video se podía leer: “En memoria de nuestro compañero Pedro, te recordaremos siempre”. El público presente se dividía entre los que no sabían muy bien cómo reaccionar y los que cantaban la canción moviendo los brazos en el aire como si se tratase de un karaoke de fin de fiesta. Sinceramente, no me pareció ni adecuado ni respetuoso (pero igual es cosa mía). Luego una chica se dirigía a cámara para expresar sus impresiones: «Ha sido muy emocionante, un poco triste». Sin comentarios.
En cuanto a lo afortunado o no de la decisión de no cancelar los conciertos, o sobre el silencio informativo por parte de los responsables del festival durante las horas posteriores al accidente, la dirección del festival ha publicado estos días varios comunicados dando sus razones para actuar como lo hicieron. Que cada cual juzgue si son suficientemente convincentes o no.

Desde aquí, y en nombre de todos los colaboradores y responsables de Indienauta, me gustaría expresar nuestras condolencias y dar nuestro más sentido pésame al novio, y a toda la familia y amigos de Pedro Aunión. Descanse en paz.

El Mad Cool del fotógrafo

Cada día me gustan menos los festivales. Me parecen que no se disfrutan los conciertos como en una sala, aunque haya espectáculos pensados para estos, como lo de Green Day, por poner un ejemplo. Además, consumimos actuaciones como si estuviéramos en un All You Can Eat, y al final no disfrutamos de casi nada. Y como fotógrafo, me pasa lo mismo. No consigo disfrutar de hacer fotografías, que es lo que más me gusta hacer. Aún así, ha habido momentos en los que lo he pasado muy bien realizando mi trabajo, en especial en los conciertos más pequeños, donde, para mí, estuvo lo mejor de este festival.

Lo que más me ha gustado, sin orden alguno, ha sido:

  • Cage The Elephant: tremendos, con su líder dándolo todo, haciendo un espectáculo de rock creíble y emocionante. Y muy buenas canciones. Un grupo que tengo que seguir desde ya.
  • Warpaint: tan buenas como en disco, elegantes y contundentes al mismo tiempo. La lluvia molestó un poco, pero hicieron que casi nos olvidáramos de ella.
  • Savages: recordaba cuando las vi en la sala Shoko, e incluso han mejorado. Jehnny y compañía lo dan todo, suenan crudas y directas y viven lo que hacen. El salto al público era algo que todos esperábamos, y se produjo.
  • Dinosaur Jr: J Mascis estaba mosqueado porque Savages estaban terminando tarde, y miraba hacia su escenario, guitarra en mano, deseando poder tocar su primera nota. Cuando por fin pudieron comenzar, descubrimos que iba a ser lo de siempre, pero es que lo de siempre es muy muy bueno (sobre todo cuando siguen publicando discos excelentes). Mascis estuvo con cara de aburrido todo el concierto, pero Lou Barlow lo dio todo.
  • Spoon: sonaron de maravilla y derrocharon elegancia y carácter. Un muy buen concierto con canciones ya clásicas y temas de su muy buen nuevo álbum.
  • Foals: esta vez sí que lo disfruté (en el DCode no fui capaz de cogerles el punto). Buen sonido, contundencia y entrega. Sólo faltó el salto final que, quizá por problemas de horario, no pudo realizar su cantante.
  • Wilco: ¿qué decir de ellos? Jeff Tweedy y los suyos dieron otra lección magistral. Una pena no haberlos podido disfrutar un poco más tarde.
  • Benjamin Booker: confieso que no lo había escuchado anteriormente y descubrí soul y r&b del bueno. ¡Qué voz!
  • Belle & Sebastian: agradabilísimos como siempre, aunque un poco caricatura de sí mismos.

Otros conciertos que vi fueron:

  • Fuel Fandango: muy entretenidos, pero su cruce entre flamenquito y chunda chunda (muy entretenido, que conste), no es para sonar a las 8 de la tarde.
  • Quique González: muy profesional, pero no es mi estilo.
  • Depedro: sonido agradable y tablas, pero le falta chicha a su propuesta.
  • George Ezra: la lluvia ayudó a que no me interesara mucho lo que estaba viendo sobre el escenario. Muy blandito.
  • Xavier Rudd: reggae aburrido.
  • Lumineers: un pop-folk muy vistoso, pero del que sólo escuchamos 20 minutos porque su actuación se retrasó (no sé el motivo).
  • Foo Fighters: grunge-rock de estadio, posturitas, rock faces y, eso sí, buen sonido. Sólo conecto con las canciones de su primer disco.
  • Kings of Leon: sólo decir que la gente estaba emocionada, pero yo no acabo de sentir nada con su música.

Y un comentario final del fotógrafo

Este Mad Cool ha sido un festival en el que han influido dos temas ajenos a la música. La lluvia, por un lado, deslució los primeros conciertos del jueves y el viernes. Pero la muerte de Pedro Aunión fue un punto de inflexión que, especialmente a los fotógrafos que cubrimos el festival, nos marcó profundamente. Y digo esto porque estábamos esperando el comienzo del concierto de Green Day justo al lado de donde Pedro estaba preparando su actuación. Fotografiar es nuestro trabajo, así que muchos de nosotros nos pusimos a fotografiar el número de danza y acrobacia que estaba comenzando a media docena de metros de donde nos encontrábamos. Lo que pasó unos minutos después lo conoce prácticamente todo el mundo, pero quiero resaltar que, en el momento en que nos dimos cuenta de lo que realmente había pasado, todos apagamos nuestras cámaras (hablo de los fotógrafos de prensa musical). Fue un shock tremendo. Sara (de prensa de la organización) y mis compañeros (Samantha, Pablo, Alfonso, …) y yo estábamos destrozados, y lo que hicimos fue apoyarnos en los que mostraban más entereza. Colaboramos con la policía, decidimos entre nosotros (al menos todos con los que he hablado) no publicar las fotos, y nos pusimos al día siguiente en contacto con la familia para darles nuestro pésame y para, si lo requerían para la investigación o si las querían, como recuerdo, darles todas las fotos que hicimos mientras Pedro estaba realizando su trabajo.

Yo no culpo de nada a la organización, y me refiero al hecho de haber tardado en sacar un comunicado, o en haber decidido no suspender el festival (decisión que, parece ser, se tomó con la policía municipal). Pero necesito que me cuenten muchas cosas. La familia de Pedro, su novio, sus amigos, y todos nosotros, nos merecemos saber qué sucedió realmente. Que la lluvia no permitiera realizar el ensayo general fue un mal comienzo, pero no puedo entender muchas cuestiones relacionadas con la seguridad que no voy a exponer aquí, pero que tienen que aclararse por el bien de todos.

Por último, quiero enviar a la familia de Pedro y a sus amigos un beso enorme. Y quiero también decir que me siento muy orgulloso de los compañeros de foso que tengo, que, en los momentos difíciles, demuestran lo excelentes personas que son.

Texto: Israel García y Adolfo Añiño

Fotos: Adolfo Añino