El festival Paraíso ha cerrado su segunda edición con un 40% más de asistencia respecto al año anterior. 25.000 personas entre los dos días, que disfrutaron un buen número de actuaciones centradas en la electrónica, y en prácticamente todas sus variantes. Porque, al fin y al cabo, hubo conciertos para todos los gustos y colores, y no fue necesario sentirse atraído por los sonidos más electrónicos para disfrutar del festival.

Maribou State fueron los encargados de abrir el escenario principal del festival, que a esa hora todavía no contaba con mucho público. Una pena, porque su electrónica elegante, con toques de soul y sonidos más pop, resultó perfecta para esa hora de la tarde. El dúo, formado por Chris Davids y Liam Ivory, estuvo acompañado de dos percusionistas y de Holly Walker, que puso la voz a casi todo el concierto. Todo tendría que haber funcionado a la perfección, pero falló el sonido. Y es que, casi ningún grupo consiguió sonar bien en este escenario, donde los graves se comían todo. Una pena, porque canciones como ‘Kingdom’, ‘Glasshouses’, o ‘Turnmills’, con la que cerraron, merecían mejor sonido.

Mula son una de las bandas con más proyección dentro los sonidos urban. El trio de Republica Dominicana, formado por las hermanas Cristabel y Anabel Acevedo y Rachel Rojas, ha conseguido incorporar con mucho atino las raíces musicales de su país a su electrónica. Algo que pudimos comprobar en su actuación en el Paraíso. Estilos como el merengue o la bachata, que fusionaron con sonidos más actuales, como el trap o el house. Además, tienen bastante rollo encima del escenario, y consiguieron animar al público que se había congregado allí. Un público que lo dio todo con ‘Nunca Paran’, su mayor hit.

Diana De Brito, aka IAMDDB, se ha convertido en una de las nuevas reinas del urban británico. Ella misma bautiza su música como urban jazz, aunque lo que pudimos ver en escenario Club del Festival Paraíso, fue un show centrado en su lado hip-hop. Acompañada tan solo de un DJ, la británica se dedicó buena parte de su concierto a rapear con bastante soltura, que básicamente es lo que estaban esperando sus seguidores. Unos seguidores, por cierto, que bajaban bastante la edad media del resto del festival. Y es que, con canciones como ‘Shade’, con la que cerró, es imposible no darse cuenta de que estamos ante una de las artistas de la música actual con más futuro.

Tras comprobar lo bien que le sientan a los beats de Nicola Cruz el folclore ecuatoriano en un escenario Manifiesto absolutamente petado, tocaba pillar sitio para ver el concierto más multitudinario del festival: Chvrches. La banda escocesa ya juega en otra liga, y mucho ha cambiado su directo desde la primera vez que les vimos por aquí hace ya unos cuantos años. La incorporación de un batería les ha venido bien para meterse un poco más en ese mundo mucho más pop en el que se adentraron con su nuevo trabajo. Su concierto fue una colección de hits, en el que hubo momentos para el baile desenfrenado (pusieron a botar a todo el festival con ‘Clearest Blue’), y otros para su épica electrónica (‘Miracle’ o ‘We Sink’). Todos coronados por Lauren Mayberry, autentica alma del grupo, que ya se ha convertido en toda una estrella. De hecho, acabaron con ‘Never Say Die’, una canción que no resulta muy adecuada para cerrar un concierto en un festival, pero consiguieron que sonara esplendorosa y hacer un gran final con ella. Y eso solo lo hacen los grandes.

Para los que adoramos la música disco, tener en un escenario a Cerrone, es todo un lujo. El músico francés es toda una leyenda de las pistas de baile de los setenta, y en eso convirtió el escenario Paraíso. Acompañado de un batería, un teclista y la cantante Barbara Tucker, a la que le costó un poco salir al escenario, Cerrone fue desgranando su colección de hits y haciendo bailar a todos los presentes allí. Temas como ‘Je suis music’ o ‘Love In C Minor’, nos trasportaron a otra época, porque, si no llega a ser por los visuales, más de uno y de una podrían haber pensado que estaban en el Studio 54. Sobre todo en el momento que sonó ‘Supernature’, una de esas canciones imperecederas, con la que cerró su espectáculo y a mí me mandó para casa.

Colorido, buen rollo, coreografías locas….Superorganism es un grupo que debería actuar en todos los festivales. Su pop ultra-pegadizo funciona de maravilla en directo, y los 40 minutos de su actuación en Festival Paraíso, fueron toda una fiesta. Especialmente por la jovencísima Orono Noguchi, toda una carismática front-woman, que nos hizo reír más de una vez con sus parrafadas entre canción y canción. Pero también por esos tres coristas sus y bailes, y por sus canciones, por supuesto. Porque a ver quién es el que resiste a cortes como ‘SPRORGNSM’, ‘Everybody Wants To Be Famous’ o ‘Something For Your M.I.N.D.’. Además, consiguieron sonar bien en el escenario Paraíso, algo que no era fácil.

Con tan solo unos cuantos singles, Channel Tres se ha convertido en uno de los artistas norteamericanos con más proyección. Su mezcla de ritmos house y hip-hop, resulta vibrante en directo. Pero lo mejor de su concierto fueron los bailes. Porque sí, él, y sus dos bailarines, se lo bailaron todo durante su corto, pero intenso concierto. Eso sí, con tanto parón entre canción y canción, solo consiguió que me metería en el concierto de vez en cuando. Además, tampoco sonó muy bien, la verdad. Evidentemente, lo mejor, fueron los singles más conocidos, y ‘Brilliant Nigga’, ‘Topdown’ y ‘Controller’, de la que no me puedo quitar el bajo de la cabeza, sí que funcionaron.

Tras los bailes de Channel Tres, el concierto de Rhye supuso un bajón considerable de ritmo. La banda canadiense tiene un directo muy cuidado, y Mike Milosh cuenta con una de esas voces que ya lo dicen todo. Pero, su pop con toques de R&B a lo Sade, no terminaba de cuajar mucho entre tanto beat contundente. Así que, al final, resultaron un poco aburridos, y su concierto se hizo un tanto largo. Quizá, en otro momento y en otro lugar, su propuesta resulte más interesante.

Realmente, si nos fijamos en sus escuchas en las plataformas de streaming, se podría decir que Charlotte Gainsbourg ocupa un lugar demasiado privilegiado en el cartel. Pero claro, tras ver su espectáculo, es perfectamente normal que ocupe esa posición. La artista parisina demostró que su electro-pop, tan afrancesado y tan arty, tiene tirón. Y es que, lleva una banda de ya quisieran muchos, y ella tiene ese carisma que solo tienen los parisinos. Además, la puesta en escena con esos leds blancos, estaba de lo más chula. Su concierto fue de lo mejor de todo el festival y, a juzgar por la reacción del público de las primeras filas, parece que cortes como ‘Deadly Valentine’ o ‘Sylvia Says’, sí que son hits.

Mount Kimbie tuvieron que capear con algunos problemas técnicos, y quizá, por eso, su concierto fue más corto de lo normal. O a mí se me hizo más corto de lo que fue. El dúo británico fue otro de los grandes triunfadores. Y es que, sonaron contundentes, y llevaron ese lado más rock que tiene su último trabajo, al máximo nivel. Sobre todo en temas como ‘Blue Train Lines’ o ‘Delta’, dejaron estupefactos a más de uno. Tras ellos, ya solo quedaba lanzarse al baile, pero mi cuerpo no podía más.